“Las olas de la mar siempre
terminan borrando los corazones
pintados sobre la arena de la
playa”
Cada vez más de tarde en tarde me llegan peticiones a través de amigos
y conocidos para que colabore con algún artículo en las pocas Revistas flamencas
y/o culturales de las pocas que van quedando.
Me excuso de hacerlo pues todo cuanto tenía (y tengo) que decir solo lo
hago (y haré) a través de los Toma de Horas.
Aquí, gracias a Internet y fundamentalmente al impagable apoyo logístico
de mi buen amigo Salva Gavira, me siento bastante cómodo y embarcado plenamente
en la nave de la libertad. Desde que comenzamos ya son cerca de mil trescientos
los Toma de Horas “colgados “en el Blog.
Repasando someramente sobre lo escrito creo que no se me ha olvidado
nada fundamental y aquí se quedan plasmados mis inquietudes, sentimientos y
desvelos. No es la primera vez –ni será la última- que comento sobre las fotos
que Salva Gavira utiliza para enriquecer los textos y que son espectaculares.
Configuran junto con lo escrito un “corpus” inseparable y que nos demuestra que
con pocos y buenos mimbres también se puede hacer un buen cesto. El día que por
imperativos de la vida se termine esta hermosa aventura cerraré definitivamente
esta ilusionante y fértil etapa de
aprendiz de escritor. En estas modestas
páginas quedarán para siempre cuanto me he atrevido opinar de lo humano y lo
divino. ¿Utilidad o importancia? Sinceramente creo que poca o ninguna. Vamos
camino de las cuatrocientas mil visitas que, ignorando si son muchas o pocas, a
mí me parecen una barbaridad. Tengo la
grata impresión de que este Blog no ha pasado desapercibido en nuestra Ciudad y
esa ya es bastante recompensa. Siempre hemos huido (y huiremos) del exabrupto,
el fundamentalismo y las descalificaciones personales que siempre terminan por
envilecer a quienes las propagan. Queda tinta en el tintero para emborronar
todavía algunos Toma de Horas más y en
esa grata tarea seguiremos. Pasan los días y con ellos pasamos nosotros. Frágiles
barquitos de papel navegando los días de lluvia por entre los canalillos de las
azoteas sevillanas. Sevillanos errantes buscando los paraísos perdidos. Gotas de cera derramadas por los laberintos
de la Catedral. Pisadas en la arena que se
pierden cuando amanece el día.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 11 de Noviembre del 2015
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