A través de las grabaciones telefónicas que desarrolla la policía
podemos apreciar en toda su miseria el universo interno de los corruptos. Utilizan un lenguaje soez que nos muestra el
verdadero rostro de gente mezquina y miserable.
Como lo primero es lo primero empiezan hablando de la situación
coyuntural de las tropelías que cometen contra las arcas públicas (el dinero de
la gente). Luego ya sin tapujos entran
al trapo del uso que piensan dar al sustraído dinero ajeno. Viajes costosos en
compañía de familiares y amigos a sitios lejanos y paradisíacos. Coches, yates, casas lujosas, ropas de marca
y relojes de pulsera de no menos de dos mil euros la pieza (saber la hora
milimétricamente no tiene precio; robar el pan de los niños, la salud de los
enfermos y el sosiego de los ancianos si lo tiene). Pero como no solo de lujo vive el hombre
también dedican un apartado a “debilidades” humanas varias. Que no solo de
Armani vive el hombre. Aquí ya sin cortarse un pelo hablan de orgías con
prostitutas mejor contra más jóvenes y del consumo de cocaína (eso si de
primera calidad) aderezada con caviar y champán francés (cava no que eso es
darle dinero a los independentistas catalanes). Ninguno habla de emplear el dinero fruto de su
rapiña en la adquisición de obras de artes; en la compra de primeras ediciones
de obras clásicas de la
Literatura o en viajar a Viena
a presenciar el Concierto de Año Nuevo. Son, aparte de rateros integrales, unos
personajillos donde el frikismo y el cutrerío tomaron aposento para quedarse.
Lo triste, lo verdaderamente triste, es que estos elementos tóxicos para una
Sociedad medianamente decente fueron elegidos democráticamente para gobernar los
intereses de todos nosotros. Tenemos, al votarlos, la “responsabilidad civil subsidiaria”. Lo
dijo con claridad don Antonio (Machado):
“Mala gente que camina y va apestando la tierra”.
Juan Luis Franco – Lunes Día
2 de Noviembre del 2015
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