“La Soleá bien templá
la Siguiriya
doliente
el Taranto visceral
y los Fandangos valientes”
Tal día como hoy del año 2010 el Flamenco fue declarado “Patrimonio
Cultural Inmaterial de la
Humanidad”. La Junta de Andalucía, en su
eterno afán de dar prioridad a las formas sobre el fondo, a partir de entonces
declaró el día 16 de Noviembre como “Día del Flamenco”. Cuantas menciones reciba este querido Arte
parido y amamantado en Andalucía bienvenidas sean. Llevo más de medio siglo estudiándolo,
disfrutándolo y, no pocas veces, padeciéndolo por las tropelías que se cometen
contra él. Mi vida sin este Arte no
sería la misma y mi mundo cultural-sentimental estaría seriamente devaluado. Es mucho lo que el Flamenco le ha dado a Andalucía
y poco lo que, institucionalmente, ha recibido a cambio. Soy de los convencidos
de que con el vaso medio lleno se puede calmar la sed y si el agua está turbia
se puede enjuagar la brocha de afeitar.
Fallecieron cuatro de mis grandes referentes contemporáneos flamencos
como fueron Antonio Gades, Camarón, Enrique Morente y, fundamentalmente, Paco
de Lucía. Los grandes aficionados que me sirvieron de faro luminoso para mis
inquietudes flamencas tales como mi padre, Manolo Alonso, Salvador Feria, Pepe Blas
Vega, Luis Caballero, Manolo y Antonio Centeno también se fueron para siempre. El
Flamenco siempre, absolutamente siempre, ha sido un fiel reflejo de la época
que le ha tocado vivir. Ahora con la Fibra Óptica, Internet y las
Redes Sociales anda buscando nuevas fronteras. Como pasó siempre adoptará
nuevas formas pero nunca morirá. Dejemos
los “puretas” que la gente joven del Flamenco se cree sus propias expectativas
y que aprendan, como hicimos un día nosotros, de sus errores y aciertos. No nos
dediquemos a dar consejos que nadie nos pide.
En el Flamenco está implícito el gozo y la pena de los humanos. Es la
música de raíz más importante del mundo sin tener que reconocerlo así la UNESCO. Va y viene como los veleros
en alta mar. Se sostiene algunas veces a duras penas pero nunca termina por
naufragar. Lleva a Andalucía en su ADN y la cal de los pueblos andaluces le
blanquea las sienes. Es profundo y
lastimero como el luto de las mujeres andaluzas de antaño y luminoso como los
amaneceres de las playas andaluzas. Siempre tendremos la duda de si Dios creó
el Flamenco para que Andalucía tuviera alma o si creó Andalucía para que el Flamenco
tuviera madre.
Juan Luis Franco – Lunes Día 16 de Noviembre del 2015
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