“Todo el que llega
a viejo acaba
siendo un extranjero en el tiempo”
- Antonio Muñoz
Molina –
En no pocas ocasiones pensamos, decimos y hacemos cosas
totalmente distintas. Los seres humanos
llevamos implícitas una buena dosis de severas contradicciones. Tenerlas nos humaniza y luchar contra ellas
es una de las tareas más nobles a la que podemos dedicar el tiempo que nos va
quedando. Con el paso de los años, rendido a la inapelable sensación de que ya
flota en el viento tu fecha de caducidad existencial, no es cuestión de perder el tiempo en cosas o
gentes que poco o nada te interesan. Ya no se trata de aprovechar los días
haciendo muchas cosas sino el hacerlas de manera pausada y buscando en ellas el
placer de estar vivo y, todavía, ilusionado. No podemos deshacer el pasado en
aquello que no nos gusta ni tampoco prepararnos para un futuro que ya no nos
pertenece. Esta Ciudad nuestra es
mágica por las infinitas lecturas que nos proporciona a diario. Aquí, como en
ninguna parte del mundo, se dan la mano lo insustancial y lo más genuinamente
profundo. La belleza más clara y diáfana con el pastiche más hortera y
estentóreo. Los “figurones” que escriben media docena de libros al año y que en Castilleja de la Cuesta ya son unos perfectos
desconocidos con los poetas de puertas cerradas y jardines abiertos. Los que
permanentemente martillean los clavos del Jesús
Redentor y los que, en clave machadiana, los desclavan para ayudar a cruzar
los mares a los desheredados de la Tierra. Vives ,
en no pocas ocasiones, como un exiliado en tu propia tierra. Vas de tu corazón
a tus asuntos sorteando el falso romero de las calles. Pero es la Ciudad
-tu Ciudad- la que nunca te dará la
espalda. Ella es tan firme que nunca han
podido –ni podrán- terminar de derribarla.
¡Con lo mucho –y los muchos- que a lo largo de su Historia lo han intentado!
Esta no es tierra para pusilánimes.
Juan Luis Franco – Lunes Día 29 de Mayo del 2017
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