Los dos templos más importantes de Sevilla (a saber: la S.I.
Catedral y la Iglesia Colegial del Divino Salvador) son en la
actualidad más museos artísticos/culturales que templos de la Cristiandad. Esto no es ni bueno ni malo
sino algo acorde con los tiempos que nos ha tocado vivir. Sus visitas generan fuertes ingresos y ya lo
dejó escrito para la posteridad don Francisco
de Quevedo y Villegas: “Poderoso caballero es don Dinero”. Quedan en estos templos dos reductos para la
oración, el sosiego y la templanza que son en el caso del Divino Salvador la
Capilla del Señor de Pasión y en la S.I. Catedral la Capilla Real donde recibe y
atiende la Virgen de
los Reyes. Me gusta, al menos un día a la semana, adentrarme en los laberintos
sentimentales del Salvador y parar el
tiempo (mi tiempo) de los relojes y las prisas.
Mi gozo en un pozo. Mientras estoy sentado intentando adentrarme en mis
vericuetos más verdaderos y profundos no dejan de pasar a izquierda y derecha
toda una legión de turistas haciendo fotos por doquier. Constatar, eso si, que son personas muy
civilizadas y guardan el respeto que tales sitios reclaman y merecen. Estamos instalados en una sociedad donde la
fotografía forma parte de las actividades y los sitios más dispares. En EEUU (de donde dimanan todas las modas)
existen en los tanatorios unas salas de proyecciones donde se emiten
documentales o diapositivas sobre las distintas etapas del finado. Pronto, a
que dudarlo, veremos por estos lares entierros con imágenes incorporadas del
difunto. Ya todo es virtual y los que se niegan –nos negamos- a pasar sin
cortapisas por el aro tecnológico somos tachados de obsoletos y
trogloditas. Ya, desgraciadamente, somos
extraños en el Paraíso.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 10 de Mayo del 2017
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