No puedo –ni quiero disimular- que cuando el mes de Mayo aparece en escena se alegra mi
corazón con serpentinas de colores y sevillanas corraleras de antiguas Cruces de Mayo. El día 13 de este mes me nació mi hija Alicia y el 8 lo hizo mi nieta Lola. Motivos
más que suficientes para tener a Mayo
entre mis meses predilectos. Cuando ya embocas el epilogo de tu existencia
terrenal las fechas sentimentales configuran uno de los soportes donde poder
librarte del naufragio (tengo tantos años como Martes Santos han transcurrido desde que nací). Cobra ya una vital importancia el no dejar
para mañana lo que puedas hacer hoy. Si
la salud, como es mi caso, todavía no significa un lastre puedes saborear (que
es mucho) lo que la vida todavía puede ofrecerte. Cantaba Sal
Marina aquello de “Ay, Sevilla, Sevilla, se fue a Sevilla, Mayo vino a mi
ventana y se fue a Sevilla”. Va y
viene dejándonos sus sombras encaladas para poder resguardarnos de las luces
del mediodía. En Mayo tenemos recién
estrenada todavía la nostalgia del paso de los días grandes de la Ciudad. Siempre ha sido el mes de
las flores que logran con sus aromas confundir lo tópico con lo típico. Parece que fue ayer y ya lo es cuando La
Candelaria pasó por La Alfalfa ; Pasión
por calle Francos; el Señor de Sevilla por la Plaza de Molviedro y El Cachorro de Triana por la calle Pastor y Landero. Mayo viene a rendirnos cuenta con la
vida y sus circunstancias más bellas. Mayo
vino a mi ventana y se fue, como hizo siempre, por la cornisa del Aljarafe. Mayo me dejó colgado en los cordeles de mi azotea dos nuevos
cumpleaños para que, al final, mi vida cobre todo su sentido y dimensión. Mayo....
Juan Luis Franco – Lunes Día 1 de Mayo del 2017
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