lunes, 1 de mayo de 2017

Y se fue a Sevilla




No puedo –ni quiero disimular- que cuando el mes de Mayo aparece en escena se alegra mi corazón con serpentinas de colores y sevillanas corraleras de antiguas Cruces de Mayo.  El día 13 de este mes me nació mi hija Alicia y el 8 lo hizo mi nieta Lola. Motivos más que suficientes para tener a Mayo entre mis meses predilectos. Cuando ya embocas el epilogo de tu existencia terrenal las fechas sentimentales configuran uno de los soportes donde poder librarte del naufragio (tengo tantos años como Martes Santos han transcurrido desde que nací).  Cobra ya una vital importancia el no dejar para mañana lo que puedas hacer hoy.  Si la salud, como es mi caso, todavía no significa un lastre puedes saborear (que es mucho) lo que la vida todavía puede ofrecerte.  Cantaba Sal Marina aquello de “Ay, Sevilla, Sevilla, se fue a Sevilla, Mayo vino a mi ventana y se fue a Sevilla”.  Va y viene dejándonos sus sombras encaladas para poder resguardarnos de las luces del mediodía. En Mayo tenemos recién estrenada todavía la nostalgia del paso de los días grandes de la Ciudad.  Siempre ha sido el mes de las flores que logran con sus aromas confundir lo tópico con lo típico.  Parece que fue ayer y ya lo es cuando La Candelaria pasó por La Alfalfa;  Pasión por calle Francos; el Señor de Sevilla por la Plaza de Molviedro y El Cachorro de Triana por la calle Pastor y Landero.  Mayo viene a rendirnos cuenta con la vida y sus circunstancias más bellas. Mayo vino a mi ventana y se fue, como hizo siempre, por la cornisa del Aljarafe. Mayo me dejó colgado en los cordeles de mi azotea dos nuevos cumpleaños para que, al final, mi vida cobre todo su sentido y dimensión.  Mayo....





Juan Luis Franco – Lunes Día 1 de Mayo del 2017



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