Existen días en nuestras vidas que se nos presentan
insípidos y carentes de acontecimientos dignos de ser tenidos en cuenta. Otros,
sin embargo, vienen cargados de noticias que a la postre serán carne (con tomate)
de tertulias en bares y centros de trabajo (para los que afortunadamente lo
conserven todavía). Este pasado domingo
fue uno de esos días donde lo noticiable se adentró de sopetón en nuestra
manera de pensar y sentir. En lo político
se celebraron las Primarias para
ocupar la Secretaría General del PSOE. Como socialdemócrata converso
y confeso (aunque sin militancia activa ni carnet de ningún partido a lo largo
y ancho de toda mi vida) no podía dejar de interesarme por el desenlace de este
proceso socialista donde, entre los tres candidatos, solo tenían posibilidades
reales dos de ellos. Para muchos con los que estos días he tenido ocasión de
cambiar impresiones estas dos opciones se debatían entre lo malo y lo peor.
Sinceramente poco o nada me interesan los/as políticos/as “de laboratorio” que hacen de la política su única profesión y del –su- “Partido”
una herramienta para lograr sus ¿legitimas? ambiciones personales. Tampoco los “aventureros” que cambian de opinión de
la noche a la mañana y se dejan cortejar poniendo a la socialdemocracia
española en las interesadas redes del “populismo”.
Me lo decía mi añorado y recordado
abuelo Félix...”Niño, cuídate de
las malas compañías que más vale solo que mal acompañao”. Los militantes socialistas han hablado de una manera
absolutamente libre y democrática (excelente lección de libertad individual) y
han elegido como Secretario General a
quien ellos creen que mejor puede representar los intereses del socialismo
español en horas tan extremadamente complicadas. La otra candidata a pesar de
contar con el total beneplácito y apoyo de la “vieja guardia” (más vieja
por obsoleta que guardia de saber
guardar las esencias) y de una actuación, teñida de favoritismo por parte de
la... (bueno, vosotros mismos), ha perdido clamorosamente. Su actuación en la
noche de su descalabro fue absolutamente lamentable. Les habló a los allí
congregados rodeada de no menos de catorce personas (un telón de fondo para
corporativizar la derrota) y fue incapaz no solo de felicitar al ganador sino
siquiera de citar su nombre (cosa, que en un gesto que le honra, si hizo Patxi López). Tengo la impresión de que
estas dosis de soberbia política poco, o nada, van a ayudar para restañar las
heridas abiertas en el Partido Socialista. Pero, ¿y
Andalucía? ¿Por qué en todos los frentes abiertos en este país siempre le
toca “quedarse con los muertos” y
retirar la que no les sirve a los demás? En fin, este domingo también pasaron otras
cosas dignas de resaltarse. El Madrid ganó la Liga
(creo que es la treinta y tres). Sampaoli se ha ido a su Argentina natal cantando el tango de Gardel....”Volver, volver, con la frente marchita” (no se olvide que ha
dejado 72 puntos en el saco) y, en lo personal, ya dispongo de tres Lorenzo. Primero el de la
Plaza donde reside Quien todo lo puede. Después, “uno de los nuestros” que nos ha llegado
desde Mallorca para intentar arreglar
el desastre verdiblanco y el otro es uno que llegará cuando, en agosto, las
calores lleguen a su apogeo y un servidor cumpla 71 tacos. Volver, lo que se
dice volver, todos y todas terminan volviendo.
Juan Luis Franco – Martes Día 23 de Mayo de 2017
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