A mi abuela Teresa que me enseñó
de niño
el Camino de los caminos
sevillanos.
Hoy, 27 de Mayo del 2015, se cumplen exactamente esta noche cincuenta
años, ¡medio siglo!, desde que el Señor de Sevilla se trasladó (en Sevilla es
se mudó) desde su ubicación centenaria en la Iglesia de San Lorenzo hasta su nueva Basílica
(con una estancias previa de horas en la Catedral). Mucho se ha escrito estos días sobre
tan magno acontecimiento como para, desde la modestia de este Blog, ahondar más
en la cuestión. Soy de los pocos hermanos que juró la Reglas de la Hermandad en la Iglesia del Convento de
Santa Rosalía (allí estaba el Gran Poder por las obras de su Basílica). Por
cierto, ¡que bien le sentaba al Señor aquel sagrado recinto! Coincido plenamente con aquellos que, a pesar
de Aquel que la preside, argumentan que la Basílica se nos muestra en su configuración
interior algo fría. Que duda cabe que dada la numerosa afluencia de sevillanos
que, en cuerpos y almas, allí se dan cita es amplia, funcional y cumple con
creces su cometido espiritual. Pero las paredes y, más concretamente, el Señor
demanda una mayor riqueza expresiva acorde con lo que allí se representa. Decir
que el Gran Poder puede con todo es decir una verdad como un templo (en este
caso como una Basílica). Decir que se puede mejorar de manera ostensible el
interior tampoco es como para caer en los inmisericordes brazos de la Santa Inquisición. Gente existe
en nuestra querida Hermandad lo suficientemente preparada como para plantear
proyectos sobre este tema. Recuerdo como si fuera ayer (en realidad ya es ayer)
cuando de niño acompañaba a mi abuela Teresa a ver al Señor en la Iglesia de San Lorenzo.
Ella que falleció en 1964 no pude ver al Gran Poder de Sevilla en su nuevo templo.
Después, ya en su nueva ubicación, acompañé a mi madre cada viernes durante no
menos de treinta años. ¡Como pasa el tiempo y la vida! Ahora cuando cada mañana llego hasta la Alameda después de haber
“picado” en el bus con una tarjeta de la Tercera Edad voy a verlo a
diario. Le doy los buenos días y le pido benevolencia para mí y, sobre todo,
bienestar para mi gente. Después, ya francamente reconfortado, me voy a mi
paseo mañanero. Son esos rituales que solamente están al alcance de las almas
sensibles que no todo lo supeditan a números y dígitos. Cincuenta años ya desde
que el Señor de Sevilla tomó de su Madre el Mayor Dolor y también el….
¡Traspaso!
Juan Luis Franco – Miércoles Día 27 de Mayo del 2015
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