Parece ser que en comparación con otros países europeos los españoles
leen más bien poco (uno de cada tres no leerá un libro en su vida ni aunque se
lo regalen). Luego están los que compran
libros como un signo de “cultureta al uso” y de esta forma llenar los huecos
existentes en sus estanterías. Que las visitas vean que en su salón no faltan
los libros siempre será un toque de distinción. Evidentemente, argumentarán que
leen poco pues sus innumerables obligaciones de todo tipo se lo impiden. Son
aquellos ingenuos que creen firmemente que si ellos paran el mundo lo hará
también. Aprendí a leer de manera muy
precoz y desde mi niñez los libros han sido –y son- parte inseparable de mi
existencia. Los libros no es que solo te
ayuden a vivir es que los mismos forman parte de la vida misma. Te ofrecen la
posibilidad de vivir cientos de vidas distintas a la tuya. Podrás conocer en
profundidad ciudades lejanas a las que nunca visitarás. Todas las pasiones
humanas –buenas y malas- se reflejan en los libros y te harán crecer, de manera
integral, como persona. Te hacen meditar y te ayudan a comprender el mundo que
te ha tocado en suerte (o en desgracia) vivir. Me refiero a libros con alma y
no a aquellos que tienen como única finalidad un entretenimiento superficial y
banal sometiendo al ser humano al esclavizante mundo de la alienación. Cualquier sitio es bueno para leer un buen
libro. Puede ser bajo una sombrilla en una playa apiñada de gente. O bien sentado
en el banco de un parque una mañana de primavera. También, como no, al calor del brasero un día
invernal mientras los cristales de las ventanas se llenan de vaho por el frío
existente en el exterior. Quizás mientras esperas la salida o llegada de un
tren o un avión que te puede alejar de todo menos de los libros. La
satisfacción que produce la lectura de un buen libro solo la pueden explicar
aquellos que de continuo la experimentan. Como todo en la vida es cuestión de
gustos unos libros te gustarán más que otros. De todos los buenos se aprende y
no existe nada más noble en la existencia humana que el aprendizaje. La lectura
como fuente inagotable del agua de la vida.
Leed, leed….benditos.
Juan Luis Franco – Lunes Día 11 de Mayo del 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario