Lloraban las velas en las
capillas
y los cirios de tinieblas por la
calle.
Llora el mundo en el llanto de un
niño
y las mujeres lloran por lo que
ven.
Los presentes lo hacen por los
ausentes
y los ausentes lloran por los presentes.
Llora la noche cuando aparece el
día
y los atardeceres se mueren
llorando.
Lloran los ancianos en su soledad
y lo hace la guitarra por
Siguiriya.
El rocío mañanero son lágrimas
vertidas en la eterna madrugá
por amores no correspondidos.
Dijeron: “Quien bien te quiere
mucho te hará llorar” y asintió
el viento silbando entre los
olivos plateados por la luna.
Lloraban las velas en las
capillas
y los cirios de tiniebla por la
calle.
Una anciana descorrió su visillo
y ya, desgraciadamente, no le
quedaban ni lagrimas ni días.
Al final la sonrisa no es más
que un hermoso y necesario
preámbulo entre lágrima y
lágrima.
Juan Luis Franco – Viernes Día 15 de Mayo del 2015
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