(Tú eres la otra, la otra,
que a nada tienes derecho
por no llevar
un anillo
con una fecha por dentro)
Sentada en el filo de la cama
notó el frío del suelo en sus
pies desnudos.
Sintió una leve caricia sobre
su desnuda espalda y susurró
un sentido Padrenuestro.
De nuevo se dijo para sus
adentros que aquella
sería la última vez que
se le entregaría en cuerpo
y alma.
No estaba bien medrar
en camas ajenas y robarle
el anillo de casada a otra
mujer como ella.
Se secó una furtiva lágrima
y dijo sin poder remediarlo:
“Me llamas tú o te llamo yo”.
Juan Luis Franco – Domingo Día 24 de Mayo del 2015
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