A Manolo Carramolino, príncipe de las mareas
Un ayer fugaz de hoces y martillo
atado a un presente encorbatado.
Una golondrina de vuelo reposado
con la ilusión prendida de un
chiquillo
nacido en un corral llamado
Arquillo.
Luna de abril sin tiempo ni
medida
bravo torero que añora la
corrida.
Paloma que anida en dulce palomar
triste canción de un dulce
despertar:
cuando ya Dios nos pone su
medida.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 23 de Septiembre del 2015
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