miércoles, 2 de septiembre de 2015

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“Puede que al final resulte que
la vida se condense en un solo libro:
el Libro de la Vida”

Pasó la parte oficial del verano y ahora nos queda ese calor amembrillado que tanto castiga nuestros ya sudorosos cuerpos. Verano donde julio se nos mostró absolutamente inmisericorde. Llega septiembre y con él, como pasó siempre, se ponen en marcha ilusiones renovadas. Volvemos a poner en hora los relojes de lo cotidiano con la esperanza de que todavía le quede algo de cuerda al de nuestros anhelos e ilusiones. Para muchos de los que aún tienen trabajo las vacaciones ya serán una historia vivida y pendiente de ser contada algún día. El verano es pendular y el último aldabonazo siempre nos devuelve al punto de partida. Como en los veranos anteriores he aguantado el tirón sin moverme de Sevilla. Me compré, eso si, un par de bañadores por si tenía que mostrar mi poco cuerpo serrano por la piscina de algún familiar o amigo. La playa con su bullicio veraniego ya hace años que me supera. Prefiero el mar –la mar albertiana- cualquier mañana soleada de otoño o primavera. Sevilla se “renueva” con cada nuevo mandato municipal. Primero, con don Alfredo, fue la Ciudad de las personas. Después, con don Juan Ignacio, era la Ciudad de las ideas y ahora, con don Juan, es la Ciudad de los veladores. Empieza la marabunta de los preámbulos de un nuevo curso escolar. Las casas pronto olerán a lápices nuevos y se verán colgadas mochilas con las etiquetas todavía sin arrancar. Nada me resulta más doloroso que conocer la terrible situación social y familiar que padecen muchos niños. Parece ser que nuestros políticos han tomado conciencia de esta injusta situación y han puesto algo de remedio este verano. Una Sociedad que desatiende a sus miembros más desfavorecidos (niños, ancianos y enfermos) no merece llamarse Sociedad (si acaso podemos llamarla  “Suciedad”).  ¡Por fin! he leído este verano el Quijote enterito. Me ha animado a hacerlo una impagable edición que Andrés Trapiello ha traducido al castellano actual. Nadie aficionado a la lectura debería “entregar la cuchara” sin leer antes el Quijote. Ahora, con esta magnifica traducción, tienen una excelente ocasión para acometer tan noble tarea.  En esta obra inmortal quedan reflejadas todas las luces y sombras inherentes a los seres humanos en general y, más concretamente, a los nacidos en esta Piel de Toro. Don Miguel no solo escribió una obra imperecedera y cumbre de la Literatura Universal sino que también nos mostró con enorme lucidez como la vida –y sus circunstancias- siempre suele confundir sueños y realidades. “Que cosas dice este loco / que la verdad no la dice / pero mentiras tampoco”.  Los soñadores siempre han sido considerados gente poco cuerda y a las que hay que castigar a través de la burla o el escarnio. Volvemos pues a poner en marcha este modesto reloj sevillano al que un día bautizamos como Toma de Horas. Ahora toca esperar que cuando llueva al menos nos pille con los paraguas a mano.   Volver, volver, volver….


Juan Luis Franco – Miércoles Día 2 de Septiembre del 2015



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