A Federico García Lorca, andaluz universal, al que haremos eterno leyendo su poesía y no buscando sus restos.
Pasado mañana es 28 de febrero, o lo que es lo mismo el Día de Andalucía. Volverá a sonar en los salones del Parlamento Andaluz aquello de: “La bandera blanca y verde vuelve tras siglos de guerra, a decir paz y esperanza, bajo el sol de nuestra tierra. ¡Andaluces levantaos!.....
Absurdo sería no reconocer los grandes avances experimentados por nuestra Comunidad en los últimos años (extrapolables al conjunto del Estado español), pero podríamos preguntarnos: ¿donde fueron a parar aquellas grandes expectativas e ilusiones, sustentadas por los andaluces en los preámbulos de su necesaria y legítima autonomía?. ¿Quién o quienes secuestraron y dilapidaron ese capital humano y sentimental de todo un pueblo?. Recordemos lo que escribió Rafael Alberti hace algunos años y que hoy cobra plena actualidad:
¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?
¿Qué miran los poetas andaluces de ahora?
¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?
Cantan con voz de hombre, ¿pero donde están los hombres?
con ojos de hombre miran, ¿pero donde los hombres?
con pecho de hombre sienten, ¿pero donde los hombres?
Cantan, y cuando cantan, parecen que están solos.
Miran, y cuando miran parecen que están solos.
Sienten, y cuando sienten parecen que están solos.
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Andalucía crisol de culturas y civilizaciones que cimenta su Historia en el llanto, el gozo y la pena. Todo aderezado con lo culto y lo bello como cielos protectores. Andalucía a la que caciques de espuelas de plata, corazones de hierros, y retratados como don Guidos por la excelsa pluma machadiana, condenaron a la extrema pobreza a sus pueblos. Con el beneplácito de políticos corruptos y curas complacientes con migajas de galletas en sus orondas barrigas, con los labios manchados de chocolate, y que dejaron solo y abandonado al Hijo de Dios crucificado, clamando en su amargura: ¡Padre porque nos has abandonado!.
Andalucía, dolorosa madre del paro, hermana mayor del analfabetismo y paraíso de corruptos y enchufados. Que escuchó entre lágrimas negras la descarga de los mosquetones en las tapias de sus cementerios. Que vió revoletear en sus estaciones de trenes pañuelos de tristeza, despidiendo a sus jornaleros que huyendo de la miseria buscaban nuevos horizontes en Cataluña, Bélgica o Alemania. Iban ligeros de equipaje sin más compaña que la incertumbre de lo que les esperaba atada con una cuerda en sus maletas de cartón.
Andalucía hoy instalada de nuevo en razonables dudas sobre su futuro. Pero eso si siempre de pie como sus excelsos monumentos. Andaluces atados por la cultura, los sentimientos y la historia a sus raíces milenarias. Los andaluces no somos mejores ni peores que los demás, somo simplemente eso…..!andaluces!.
Madrugá de sombra y cruz;
¡Dios mío que pesadilla!.
Soñé que no era andaluz,
ni tampoco de Sevilla.
De mares y sierras. De candiles mineros y sirenas de fabricas (hoy extinguidas por la crisis). De marineros y campesinos. De exiliados y emigrantes cautivos en las redes de la melancolía. De gozo y pena. Ocho trozos distintos en las formas pero nunca en el fondo. Tierra siempre conquistada y siempre a su vez conquistadora. De toreo al natural y copla de mancebía, madrugá y aguardiente. De lágrimas de cera y farolilllos multicolores. De religiosidad popular y excelsos agnósticos ilustrados. De cantes de fragua y panda de verdiales. De charanga y pandereta y conventos de clausuras. De la blancura de la espuma de sus mares y del verde de sus olivos. De Blanco White y de Lorca. De Velázquez y de Picasso. De Aníbal González y de Murillo. De Al-Mutamid y de Juan Ramón. De Falla y Paco de Lucía. De Pepe Luis y Manolete. De Ruiz Sosa y del Sol. De Machado y Montesinos. De Pemán y Alberti. De Blas Infante y Rafael Escuredo. De Francisco Ayala y Aleixandre. De Juanita Reina y Carlos Cano. De Curro y Camarón. De los tres Antonios del Arte: Ordóñez, Mairena y Ruiz Soler. De Cernuda y Domínguez Ortiz. De Antonio Muñoz Molina y Antonio Gala. De Manuel Clavero y Felipe González. De……..para que seguir.
Hoy de nuevo pariendo brillantes hijos en su Cultura y mediocres políticos que nunca la sacan de su abandono y postración. Andaluces despirgados por el mundo dando una lección permanente de talento y buen hacer, y añorando el gazpacho, el pescao frito, el sol, las playas y el calor de sus gentes. Andaluces universales que desde la tierra de la bandera blanca y verde aportan al exterior su discurso talentoso y andaluz. Ahí están como exquisita muestra el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, la bailaora María Pagés o los diseñadores de moda Vitorio y Lucchino.
Feliz Día de Andalucía, enhorabuena a los galardonados y ojala que podamos hacer realidad aquello de:
Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos,
hombres de luz que a los hombres
almas de hombres le dimos.