Mañana será martes día 31 de Mayo del 2011. Mañana concluye el mes de las flores y, de las cosas de belleza efímera, pero a la vez firmemente ancladas en las paredes del alma. Añoradas “Cruces de Mayo”, perdidas ya en la nebulosa de las hermosas tradiciones adheridas al mágico universo de la niñez. Mañana la vida sevillana poco a poco se va –o se irá- ajustando de una manera sincronizada a una nueva etapa. Tenemos desde hace una semana un nuevo Alcalde en la Ciudad y también una nueva Oposición. Creo –a priori- que contamos con un excelente material humano y político en ambos “frentes”. Veremos el juego que dan. Hay motivos sobrados para la esperanza que, alguien dijo, y dijo bien, es lo último que se pierde. Afortunadamente ya es pasado quien posiblemente peor haya representado -en Democracia- los intereses de los sevillanos. El Real Betis está donde por su Historia le corresponde: la Primera División. El Sevilla volvió a clasificarse un año más para competiciones europeas y, sinceramente, me alegro por la Ciudad y por mis muchos amigos sevillistas. Ya, una Semana Santa estropeada por la implacable lluvia forma parte de los Anales de la Historia de la Ciudad. Lejano queda el olor a pimientos fritos y a nobles tortillas de “papas” (lo de patatas como lo de los churros no termina de cuadrarme) de la última Feria de Abril (Mayo) y de la Crisis. ¿Quién dijo que la verdadera amistad se sustenta delante de un suculento plato de cigalas de tronco? Ahí lo que se cuece (nunca mejor dicho) son los negocios y las componendas políticas. La amistad –la verdadera amistad- nunca necesitó de manera prioritaria sustentarse en el falso brillo de los salones de aduladores cortesanos. Media docena de cervezas en “El Tremendo” o en “Casa Coronado”; “chochitos” y, si acaso, un par de tapas de mojama y que Dios reparta suerte. Todo aderezado con una buena dosis de amigos de gozo y pena que, se nutren y configuran, en la bondad y la solidaridad. Las “Setas” ya están plantadas –para lo bueno y lo malo- en el bosque de los sueños perdidos y, lamerse las heridas como con el Estadio “Olímpico” es ya perder tiempo y saliva. Queda mucho por hacer y contra menos veces miremos para atrás –si acaso para no tropezar en las mismas piedra- más tiempo les dedicaremos al presente y al futuro. Nos azota un Paro terrible que tiene sumido en la desesperación a miles de familias sevillanas. La Ciudad está pendiente de una vertebración social y urbanística que ya se nos antoja urgentemente necesaria. La falsa y pertinaz cantinela sevillana entre Tradición y Progreso debe ser resuelta sin complejos, pero también sin cantos de sirena. Vandalismo o lo que es lo mismo falta de educación y, suciedad o el resultado de la carencia de civismo, son cuestiones a las que habrá que abordar de frente y sin tantos rodeos “progresistas”. Es mucha, muchísima, la tarea pendiente, y que nunca se resolverá con una gestión política basada en el “buenísmo” y tratando de contentar a tirios y troyanos. Rearmar la Sociedad Civil sevillana es una cuestión que cada día se hace más prioritaria. Conseguir, en definitiva, que la Democracia sea algo más que un cartelón en una pared y una urna sedienta de nuestros votos. La gente que procedemos de la izquierda romántica no podemos –ni debemos- sustraernos de la utopía. Forma parte de lo más noble de nuestro armazón ideológico. Siempre será preferible un noble soñador que un vil mangante. Vamos a llevar a la practica lo que dejó dicho JFK: “No os preguntéis que puede hacer vuestro país por vosotros. Preguntaos que podéis hacer vosotros por vuestro país”. Por ahí andamos –o al menos debíamos andar- para que los problemas algún día dejen de serlo. Llega Junio y con él llega la luz y la Esperanza. ¿O no?
lunes, 30 de mayo de 2011
domingo, 29 de mayo de 2011
El sostén del desconsuelo
Dice mi amigo Enrique que pocas cosas han alcanzado la perfección estética como ocurre con los pasos de la Semana Santa sevillana. Bien cierto es. No solamente en los basamentos de tronos y palios donde la conjunción y la armonía alcanzan sus cotas más altas de belleza. Tampoco en los movimientos callejeros sincronizados donde se unifica desde el “por donde ir” al “como ir” y, lo más importante: “hacia donde ir”. Los pasos se desplazan por los laberintos urbanos sentimentales, sin prisa y también sin pausa, para dejarnos al pasar el alma titiritando. Incluso aquellos sevillanos que militan en el descreimiento saben en sus adentros que, están irremediablemente perdidos, cuando lo que se les ofrece ante sus ojos les lleva al paraíso perdido de la niñez. No ven solo pasar un paso de Semana Santa, ven pasar la ilusión de un niño reflejándose ante el espejo de la vida. Un día le escuché decir a un amigo –agnóstico ilustrado- ante el paso del Cristo de la Salud de San Bernardo: “Joé, creer lo que se dice creer yo no creo, pero tengo que reconocer que esto duele”. ¡No va a doler, si está pasando tu vida por delante!
La escenificación de los pasos sevillanos es absolutamente magistral. Misterios como ejemplos cumbres de la Pasión del Dios hecho Hombre. Cristos solos, con la Cruz al hombro, símbolos de la desdicha más atroz, o clavados a los maderos vivos, agonizantes o muertos. Las Vírgenes (siempre jóvenes como la primavera que nace) solas o acompañadas por Sanjuanes que se ofrecen como amortiguadores de la pena. Dos personajes varoniles accesorios de la Semana Santa son los que, posiblemente, mejor simbolicen lo que representa un nazareno: el Cirineo y San Juan. El primero ayuda en un gesto solidario a compartir con Jesús el peso de la Cruz. En su ayuda está, o debería estar, ejemplificado lo que pretendemos desde el anonimato del antifaz. Bien portando cirios y cruces o compartiendo trabajadera envueltos en los sudores de un costal. El segundo acompaña a la Virgen en su inmensa soledad de Dolorosa sirviéndole de apoyo para que no desfallezca del todo. Curiosamente, son dos personajes que, como todo aquello que está impregnado de la bondad y la solidaridad verdadera, pasan desapercibidos. Los Cirineos sevillanos duermen durante casi todo el año el sueño de los olvidados en un almacen de enseres cubiertos con un guardapolvo. Los Sanjuanes tienen mejor suerte. Son colocados en la izquierda de los altares y son cómplices potenciales de rezos y peticiones. Nunca nos fijamos en ellos salvo cuando transitoriamente ocupan sus sitios junto a Ellas en los días señalaítos. Son perennes sostenes del desconsuelo. Nunca nadie les rezará pero son testigos imperecederos de nuestros gozos y quebrantos. Merced, Amargura, Mayor Dolor, Concepción…como ejemplos de que la pena, la gran pena, acompañada es menos pena. La Semana Santa sevillana se nos muestra perfecta en el fondo y en las formas. Nada sobra y nada falta en sus pasos. No solo brillan sus prodigiosas imágenes barrocas, sino también la perfecta disposición escénica de las mismas. Este milagro de la estética no ha sido tarea de un día sino de siglos de maduración. Nunca se alcanzó lo perfecto –en ningún campo- desde la novelería y la convulsión. Más bien nace fruto del proceso reflexivo que implica que se aúnen armoniosamente Arte, Fe y Tradición. San Juan no está junto a la Virgen por una cuestión de complemento estético. Está para que nuestro espíritu se tranquilice al comprobar que Ella no está sola.
El iconoclasta sabe que en Sevilla tiene el antídoto contra su sentido destructivo de las imágenes religiosas. Nadie se sustrae de la belleza cuando esta se nos muestra imbricada en la fe y la tradición. No hay más posibilidad de escape que sustraerse de contemplarla.
A las Vírgenes, a todas sin excepción, nunca les viene mal un San Juan donde poder descargar su desdicha y desconsuelo. Es el amigo fiel; el confidente insobornable; el compañero de fatigas; el hombro amigo en el que apoyarse y es, en definitiva, aquel al que todos los humanos buscamos cuando en la baraja de la vida nos pintan bastos.
viernes, 27 de mayo de 2011
Ejecutivos ejecutados
Se exhibió estos días por la cartelera sevillana una excelente película titulada “The Company Men”. Esta dirigida por John Wells e interpretada por un excelente elenco de actores encabezados por el magistral Tomy Lee Jone. Narra la profunda crisis experimentada a partir del 2008 por muchas grandes Compañías norteamericanas y, por extensión, el descalabro producido en el mundo de los ejecutivos de las mismas. “Triunfadores” que llegaron a la cúspide del poder en cortos periodos de tiempo y que consiguieron configurarse en la Sociedad como “sólidos” eslabones de las clases medias-altas norteamericana. Disfrutaban de despachos propios y percibían grandes salarios, con el aditamento de coches de alta gama facilitados por la Empresa para sus desplazamientos. Partidas de golf y suntuosos viajes como terapias de distracción. Todo rayaba la perfección. Vivían en lujosas urbanizaciones con casas calentadas por chimeneas y con el imprescindible complemento de jardín y piscina. Domingos de misa y barbacoa para ilustrar de manera rotunda que el “Sueño americano” era posible y realizable. Bastaba con subir las escaleras tirando al suelo a todo aquel que se cruzara en tu ascensión. Luego llegaron los “Días de Acción de Gracia” y las navidades con bombillitas de colores repartidas por todo el contorno de la entrada. Niños adolescentes estudiando en universidades privadas y “santas esposas” reuniéndose para merendar y de paso darle contenido al “Tea Party”. Todo perfectamente sincronizado y demostrativo de que la felicidad va intrínsicamente unida al espíritu de superación y sobre todo a la ambición. Pero con lo que no contaban era con que les iba a llamar a la puerta “Mamá Crisis”. Una mañana fueron llamados por el Jefe de Recursos Humanos de la Empresa y este les comunicó la mala nueva: estaban despedidos pues sus puestos no eran sostenibles en el organigrama de gastos de la Compañía. Ahora, ya demasiado tarde, se percataron de que habían firmado todo cuanto les pusieron por delante y su montante en la liquidación era irrisorio. Eso si, la Empresa en un gesto que les “honraba”, pondría a su disposición un Gabinete de Psicólogos para orientarlos de cara a lo que se les avecinaba. Debían por tanto de reciclarse y cambiar el coche de alta gama propiedad de la Empresa por un bonobús que los acercara a la Oficina del Paro. La película narra magistralmente este duro periodo de reciclaje y como abordan las nuevas expectativas de vida cotidiana (uno de ellos, obligado por su mujer, sale de su casa con su maletín –vacío- a la misma hora y vuelve a las 6 de la tarde. Se trata de que los vecinos no vean nada extraño dentro de su normalidad laboral, aunque esto suponga llevarse todo el día haciendo tiempo en bares y centros comerciales). El Esperpento llevado a la tierra de las “barras y estrellas”. Unos descubren que se pude vivir con menos ostentación y más verdad en las relaciones con los demás. Otros se deprimen profundamente lamentando el paraíso perdido. Los menos sabiendo sacarle jugo a su mayor disponibilidad de tiempo libre. Todos en definitiva desconcertados ante su nueva situación. Es el sino de los tiempos: subimos embelesados en una burbuja y caemos –o nos hacen caer- cuando menos nos lo esperamos. Nosotros cambiamos mejora por ambición y ellos–los jerarcas-cambiaron hombres por robots. La película –afortunadamente- no cae en el catastrofismo y deja una puerta abierta a la esperanza. Nos enfrentamos una vez más a la eterna cuestión: vivir para trabajar o trabajar para vivir. Lo lamentable es que en nuestra querida España vamos a terminar, si alguien no lo remedia pronto, por no poder ni trabajar ni tampoco vivir. Esto engloba tanto a los ejecutivos como a los escayolistas.
Lo triste es que algunos –los que buscan su primer empleo- están ya caídos sin haber podido siquiera levantar el vuelo.
miércoles, 25 de mayo de 2011
Ecos de la Judería
¿Dónde vas bella judía
tan compuesta y a deshoras?
Voy en busca de Rebeco
que estará en la sinagoga.
La tarde agosteña se negaba a concederle un respiro al ardiente sofoco que la enmarañaba. En el reloj de la Torre de San Bartolomé acababan de dar las siete. Paco Lira riega con una vieja manguera el patio de La Carbonería, último reducto de la bohemia sevillana ilustrada. Sor Inmaculada hace un pequeño paréntesis en el barrido de la Capilla del Convento de las Mercedarias para, apoyándose con las dos manos en la escoba, rezarle una plegaría a la antigua Virgen de la Merced. En el Colegio Miguel de Mañara palpita un brillante expediente académico de un Ex Vice-Presidente del Gobierno. El mismo que hoy culpa a las túnicas del ancestral subdesarrollo de la Ciudad. Ha terminado la cabeza mejor amueblada del socialismo contemporáneo español haciendo desfasadas gracietas en mítines de tercera. Pero, eso si, todo al “machadiano” modo. Desde la calle Verde nos llegan acordes de la guitarra de Lucas que se presta para tomar al asalto sentimental la Plaza de Doña Elvira. En el cercano Corral del Agua los geranios plantados en latas de membrillo, y que bordean el contorno del pilón, están que se salen de gozo. Ven como Reyes, el autentico y genuino bellezón de la Judería, sale a la calle y se le para el pulso a los mortales. Este mágico entorno sin ella hubiera sido menos mágico. En Casa Diego están hirviendo los garbanzos que inundan la atmósfera de los embriagadores olores de la cocina antigua. Todo sin necesidad de nitrógeno ni recetas afrancesadas. En el Pasaje de Zamora un “zapatero remendón” escucha a Porrinas de Badajoz en “una radio” de galena mientras que, a golpes de fino martillo, intenta reconvertir en zapato un reducto de los estragos de los adoquines. En la calle Tintes una muchacha canta “Madrina” mientras limpia los cristales de una ventana. En la Plaza de las Mercedarias se oyen ecos infantiles de partidos de fútbol interminables con pelotas de trapo y siempre con un ojo puesto en los “guindillas”. Huele a bacalao y a pimentón en la tienda de comestible donde todo – o casi todo- solo puede ser degustado con la vista y el deseo. La tarde avanza y ya algunas refrescantes sombras se alían con el mármol de las casas señoriales de la calle Vidrio. La Judería va rotando sobre su eje ancestral y, en su movimiento, desgrana señorío y sevillanía enmarañada en la eternidad de las cosas perfectas. En San Lorenzo la Ciudad palpita y reza, mientras que en la Judería duerme y sueña. Quien entra en ella sabe –o debía saber- que está dentro del Reino de la Virgen de la Alegría. Su trazado urbano es un canto a la intimidad y al sosiego. Por sus calles no se anda sino que se levita. Las avenidas se hicieron para transitar de un sitio a otro y, procurando invertir el menor tiempo posible. En la Judería el tiempo no se mide por minutos ni las distancias por metros. ¿Para que necesitamos prisas allí donde la Ciudad se nos muestra acogedora y sustancialmente eterna? El temple de la Soleá y la muleta torera marcando el ritmo por los rincones de sus calles. Perderse, buscando al niño que un día fuimos, por Levies, Vidrio, Céspedes, Verde, para terminar -¿dónde si no?- ahíto de melancolía en Conde de Ybarra. A esto se llama saborear el dulce néctar de la Ciudad. Cuando ya camino de San Nicolás nos invada la nostalgia podemos siempre recuperar la ilusión en los ojos de Ella.
Inmersos ya en el último tramo vivencial de nuestra existencia, bien está que consideremos que hoy somos viandantes maduros y efímeros de la Judería sevillana y, mañana, seremos de nuevo gozosos niños eternos que mirarán siempre sus calles con los ojos del alma.
lunes, 23 de mayo de 2011
El Zoidazo
Se cumplieron los pronósticos y Sevilla será gestionada municipalmente los próximos cuatro años por Juan Ignacio Zoido. Este hombre ha cubierto una larga travesía en el desierto de la oposición y al final ha encontrado el oasis de la recompensa política. Nadie le podrá acusar de que estos cuatro años opositores haya estado vegetando en su despacho. Para nada. No ha habido barrio ni zona de Sevilla que no se haya “pateado” para conocer de primera mano sus problemas. Lo han tachado de populista -por moverse- aquellos que lo hubieran acusado de burócrata caso de haberse enclaustrado en su despacho. Lo verdaderamente importante es que la Ciudad pueda ser gestionada por un solo Partido, sin que existan cortapisas para aplicar íntegramente su programa electoral. Lo del Pacto de Progreso fue un mayúsculo camelo que ha dejado a la Ciudad socialmente fragmentada y con las arcas titiritando. ¿Existen motivos para la esperanza? Sinceramente así lo creo. Zoido puede ser un buen Alcalde (lo mismo pienso de Juan Espadas, al que considero –en teoría- cercano a mis principios social-demócratas). Creo sinceramente que tenemos garantizado rigor y sentido común desde el gobierno municipal y también desde la oposición. La gestión “socialista” de estos últimos años no ha hecho más que alejarme de aquellos que en teoría debían de ser “los míos”. Aunque el voto es secreto, no tengo reparos en admitir que cambié el que tenía programado en blanco por el de la bandera andaluza de las Pilares. No pudo ser y creo que es algo que el Ayuntamiento y los sevillanos nos perdemos. Esta Ciudad nuestra ha sufrido ya en exceso, como para no merecerse unos políticos acorde con su Historia e importancia. Suerte pues al que llega y una despedida con Banda de Cornetas y Tambores –de las Cigarreras- a los que se marchan. Vayan ustedes con Dios “camaradas” y el que ahora quiera viajar a la “democrática” Cuba que se lo pague de su bolsillo. Hay poco, poquísimo dinero, para acometer algunos proyectos que la Ciudad reclama con urgencia. No están los tiempos para obras faraónicas ni para dispendios de ningún tipo. Seriedad, rigor, austeridad, decencia, tolerancia y cariño por la Ciudad pueden –y deben- ser el mejor contenido para las alforjas de este viaje hacia el futuro. Tengamos algo de paciencia hasta que la rueda de la nueva Administración Municipal sevillana tenga un cierto recorrido. Nos esperan tiempos difíciles donde el Paro sigue siendo la mayor lacra de esta Ciudad. Que nadie espere milagros que no existen en política. Al menos, eso si, gente sensata que nos digan la verdad y no manipulen nuestros sentimientos y nuestros impuestos. Obviemos las lamentaciones por los años perdidos, y que cada uno se remangue para –desde sus posibilidades- remar para llevar esta barca a buen puerto. Demostrado queda que cuando a los sevillanos les han dado oportunidades han demostrado con creces voluntad y talento. Lo lamentable es que esto viene ocurriendo allende nuestras fronteras. Es triste que nuestros jóvenes más brillantes se labren fuera su futuro, mientras que por estos lares “los parásitos” campan a sus anchas. Aquí en los últimos años para triunfar solo hacia falta estar cerca de la “Perola del Poder” con el cazo presto. Veremos a ver que nos depara el futuro más inmediato. Suenan trompetas de cambio y esperemos que el soniquete no se nos muestre repetitivo. A nadie se le puede negar el beneficio de la duda. La Gente está harta de tropelías y bien harán los políticos –todos- en no darles de nuevo la espalda.
Dicen que la Esperanza es lo último que se pierde y, en Sevilla, en ambas orillas del Río Grande, sabemos donde habita la Esperanza. Empieza la etapa del “Zoidazo”. Ya veremos como acaba. Suerte y al tajo que hay faena para todo y para todos.
Dicen que la Esperanza es lo último que se pierde y, en Sevilla, en ambas orillas del Río Grande, sabemos donde habita la Esperanza. Empieza la etapa del “Zoidazo”. Ya veremos como acaba. Suerte y al tajo que hay faena para todo y para todos.
domingo, 22 de mayo de 2011
Dudamos luego pensamos (existimos)
“Si comienza uno con certezas,
terminará con dudas;
más si se acepta empezar con dudas,
llegará a terminar con certezas”.
(Sir Francis Bacon)
Cuentan que un día discutían de religión un astronauta y un neurocirujano rusos. El primero era ateo y el segundo creyente. Decía el astronauta: “La verdad es que en mis salidas al espació nunca me tropecé con un ángel”. Le respondió el neurocirujano: “Tampoco yo en cuantos cerebros he operado me encontré nunca con un pensamiento”. Es el eterno dilema que ha acompañado al ser humano a lo largo de su Historia: creer o no creer. La Ciencia ha aportado respuestas y, en no pocos casos soluciones, a los problemas terrenales. A lo que nunca ha podido enfrentarse con total garantía es al complejo mundo de los dilemas. Problema igual a solución; dilema igual a incógnita. Nacer, enfermar o morir tienen una sólida respuesta científica en el como pero nunca en el cuando. ¿Quién elige cuando debemos nacer, enfermar o morir? Un médico nos puede explicar que tipo de enfermedad tenemos y el posible tratamiento –si lo tiene- de la misma. Si le preguntamos porque hemos enfermado nosotros y no otros, nos dirá que eso es un enigma que escapa a la ciencia médica. Grandes científicos, con diplomas de Premios Nóbel enmarcados en sus despachos, reconocen que existe una línea fronteriza donde las cosas son imposibles de racionalizar. Los problemas se sistematizan y son susceptibles de ser analizados y resueltos. Los dilemas existenciales son más complejos de resolver, formando parte de las interrogantes del ser humano ante el dilema de su propia existencia. Nada más noble y liberador que nuestra capacidad de reflexionar y acometer sin complejos nuestras dudas y certezas. Durante la existencia terrenal vamos cubriendo distintas etapas y estamos sometidos al variopinto mundo de los avatares. Lo contradictorio, es que mientras con los años decrecemos en nuestro estado exterior –lo físico-, creceremos de manera paralela en nuestro interior –lo intelectual / espiritual-. Seremos, en definitiva, fruto y resultado de las experiencias acumuladas a lo largo de los años. Terminaremos andando más despacio pero sabiendo de manera fehaciente el suelo que pisamos. Uno de los filósofos que más influyó en mi juventud fue Bertrand Rusell (Premio Nobel de Literatura–1950). Era filosofo, matemático, escritor, pacifista, socialista, agnóstico, antistalinista y, por encima de todo, un insobornable libre-pensador. Guardo como oro en paño una frase que le leí hace muchos años: “En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras”. Ahí va otra: “Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas”. El escritor jerezano, José Manuel Caballero Bonald, no se corta un pelo cuando afirma: “El que no tiene dudas, el que está seguro de todo, es lo más parecido a un imbécil”. Todo en definitiva inmerso en nuestra capacidad para someter dudas y certezas al filtro de la razón. Ser creyente no consiste solo en confiar que la vida tenga una frontera que supere a la muerte (una especie de pasaporte para el más allá), también debe –o debía- ser una manera de comportarse acorde con unos postulados doctrinales donde, de manera preferente, la bondad, el amor y la solidaridad den sentido a nuestras vidas.
terminará con dudas;
más si se acepta empezar con dudas,
llegará a terminar con certezas”.
(Sir Francis Bacon)
Cuentan que un día discutían de religión un astronauta y un neurocirujano rusos. El primero era ateo y el segundo creyente. Decía el astronauta: “La verdad es que en mis salidas al espació nunca me tropecé con un ángel”. Le respondió el neurocirujano: “Tampoco yo en cuantos cerebros he operado me encontré nunca con un pensamiento”. Es el eterno dilema que ha acompañado al ser humano a lo largo de su Historia: creer o no creer. La Ciencia ha aportado respuestas y, en no pocos casos soluciones, a los problemas terrenales. A lo que nunca ha podido enfrentarse con total garantía es al complejo mundo de los dilemas. Problema igual a solución; dilema igual a incógnita. Nacer, enfermar o morir tienen una sólida respuesta científica en el como pero nunca en el cuando. ¿Quién elige cuando debemos nacer, enfermar o morir? Un médico nos puede explicar que tipo de enfermedad tenemos y el posible tratamiento –si lo tiene- de la misma. Si le preguntamos porque hemos enfermado nosotros y no otros, nos dirá que eso es un enigma que escapa a la ciencia médica. Grandes científicos, con diplomas de Premios Nóbel enmarcados en sus despachos, reconocen que existe una línea fronteriza donde las cosas son imposibles de racionalizar. Los problemas se sistematizan y son susceptibles de ser analizados y resueltos. Los dilemas existenciales son más complejos de resolver, formando parte de las interrogantes del ser humano ante el dilema de su propia existencia. Nada más noble y liberador que nuestra capacidad de reflexionar y acometer sin complejos nuestras dudas y certezas. Durante la existencia terrenal vamos cubriendo distintas etapas y estamos sometidos al variopinto mundo de los avatares. Lo contradictorio, es que mientras con los años decrecemos en nuestro estado exterior –lo físico-, creceremos de manera paralela en nuestro interior –lo intelectual / espiritual-. Seremos, en definitiva, fruto y resultado de las experiencias acumuladas a lo largo de los años. Terminaremos andando más despacio pero sabiendo de manera fehaciente el suelo que pisamos. Uno de los filósofos que más influyó en mi juventud fue Bertrand Rusell (Premio Nobel de Literatura–1950). Era filosofo, matemático, escritor, pacifista, socialista, agnóstico, antistalinista y, por encima de todo, un insobornable libre-pensador. Guardo como oro en paño una frase que le leí hace muchos años: “En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras”. Ahí va otra: “Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas”. El escritor jerezano, José Manuel Caballero Bonald, no se corta un pelo cuando afirma: “El que no tiene dudas, el que está seguro de todo, es lo más parecido a un imbécil”. Todo en definitiva inmerso en nuestra capacidad para someter dudas y certezas al filtro de la razón. Ser creyente no consiste solo en confiar que la vida tenga una frontera que supere a la muerte (una especie de pasaporte para el más allá), también debe –o debía- ser una manera de comportarse acorde con unos postulados doctrinales donde, de manera preferente, la bondad, el amor y la solidaridad den sentido a nuestras vidas.
Lo dejó dicho el genial Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. Uno sabe lo que ha sido y lo que es, pero ¿quién sabe que seremos mañana? Lo dicho: dudamos luego pensamos (existimos).
viernes, 20 de mayo de 2011
Sobre los conocidos y otras bagatelas
Hubo una larga etapa (curiosamente hoy añorada por muchos españoles) en que don Alfonso Guerra González mandaba en el país y, no digamos en Andalucía y sobre todo en Sevilla. Entonces recuerdo que se puso de moda en la Ciudad el que todo el mundo era amigo intimo de “Arfonso”. Bien de él directamente o de algunos de sus familiares o allegados. Te decían: “¿Arfonso Guerra?, a ese lo conozco yo de “tóa la vía”. No ve que mi cuñao era vecino de un primo suyo que se crió con él”. Todo el mundo tenía –o se inventaba- algún vínculo personal con el “Arfonso” de la calle Rastro de Sevilla. Otros alardeaban diciendo: “¿Er Canijo? ¿A mí me van a hablá der Canijo? Si mi tía Lola vivía enfrente de su casa”. Todo formando parte de un ejercicio de novelería y, de intentar, darle lustre a nuestra existencia con la pátina de los conocidos de cierta celebridad. Hagamos un ejercicio de sinceridad y, podríamos preguntarnos: ¿Quién de nosotros no ha calificado de amigo intimo a alguien con el que ha coincidido en tres o cuatro ocasiones puntuales? Conocí, hace ya demasiados años, a Alfonso Guerra en la Librería Antonio Machado que regentaba junto a su mujer, Carmen Reina (por cierto una mujer extraordinaria y donde la discreción tomó cuerpo y forma). Estaba situada dicha Librería en los aledaños del Alcázar –calle Miguel de Mañara- y terminó su periplo librero en la calle Álvarez Quintero. Cubrió un extraordinario ciclo cultural y político sevillano desde 1969 hasta el 2004, en que se vio obligada a cerrar. Aquello era curiosísimo. A los “tiesos” con inquietudes no nos cobraban los libros y, además, no tenían reparos en aconsejarnos algunos en detrimento de otros de contenidos más banales. Huelga decir que era de los pocos sitios en Sevilla donde poder conseguir una amplia gama de libros prohibidos por la férrea censura franquista. Luego coincidía con Alfonso Guerra en algunas sesiones del Cine Club-Vida. Allí aparecía con su enjuto cuerpo; una pobladísima barba y su inseparable trenka azul (siempre con un libro bajo el brazo). Él es algo mayor que este “relojero” de los Toma de Horas: concretamente seis años. ¿Con este bagaje estaría legitimado para decir que soy “intimo” de Alfonso Guerra? Sinceramente creo que hacerlo sería una soberana tontería. Aparte de que estoy seguro de que Alfonso Guerra es hombre de muchos libros y pocos, muy pocos, amigos.
Seguimos en la actualidad “Ere que Ere” con la misma cantinela. Todos manejamos amigos “íntimos” en los escalones más altos de la Sociedad sevillana. Esto no es bueno ni malo, sino que forma parte de una idiosincrasia donde confundimos amigos con conocidos a nuestro libre albedrío. Sin obviar, lógicamente, a una legión de “conseguidores” que se llevan todo el día prometiendo favores (que ni quieren ni pueden hacerlos) desde su efímera atalaya política o social. Sevilla es una Ciudad esperpéntica pero donde únicamente toma sentido la cuadratura del círculo. Aquí las peticiones circulan a la velocidad de la luz en sus felices resoluciones o, en muchos casos, muy lentamente en el campo de las frustraciones. Luego tenemos salida para todo (no olvidemos que tuvimos un recinto amurallado con dieciocho puertas y postigos de acceso) y, nos sentiremos sumamente molestos, porque nuestro “intimo amigo” de la Administración nos ha fallado. Cito una frase que me decía mi abuela: “Recuerda siempre que eres la mitad de bueno de lo que dicen tus amigos y, la mitad de malo de lo que dicen tus enemigos”. Pero, ¿Dónde –añorada abuela- situamos a los “conocidos de toda la vida”. He ahí la cuestión.
miércoles, 18 de mayo de 2011
Dios los cría y ellos se lo montan
Del gran Winston Churchill se escribieron cientos de anécdotas. Algunas ciertas y otras inventadas. Él nunca desmintió ninguna, llegando a comentar que algunas las consideraba tan ocurrentes que ya le hubiera gustado que fueran suyas.
Existe una muy conocida y contrastada históricamente. Fue un día en el Parlamento británico cuando un joven parlamentario que se estrenaba como tal, se sentó junto a él y le comentó con admiración:
-- Mister Churchill no puede usted imaginarse lo que representa este día para mí.
El gran político ingles le preguntó a que se debía tanto entusiasmo a lo que el joven parlamentario le contestó:
-- Estar sentado junto a usted y frente a nuestros enemigos es para mí lo máximo.
El “viejo zorro” ingles le contestó con ternura:
-- No se confunda joven amigo, los de ahí enfrente son adversarios. Los enemigos están sentados aquí con nosotros.
Cuentan que un día un Ministro se quejaba amargamente ante Franco por unas circunstancias determinadas. Este lo frenó diciéndole:
-- Haga usted como yo y no se meta en política.
Esto lo decía alguien que estuvo mandando en España durante cuarenta largos años. La política determina cualquier aspecto de nuestra vida cotidiana y obviarla a través del estéril campo del apoliticismo es vivir instalado en una nube. Todos como ciudadanos tenemos –o debíamos tener- una participación activa en el devenir y la marcha de las cosas. Cada uno es muy libre –en eso consiste la Democracia- de opinar y actuar de acuerdos con sus principios y enunciados ideológicos. Culpar a un sistema democrático de las tropelías y “mangoletas” que se producen en su nombre es como culpar a los paraguas de que llueva. En la actualidad todos los analistas coinciden que la clase política española en su conjunto está bajo mínimos y, lo que resulta más grave, con su credibilidad popular por los suelos. No se puede generalizar ni las bondades ni las perversidades de los políticos pero, a que negarlo, viven inmersos en sus “batallas” personales por conseguir -o defender- el poder, ajeno a los intereses de los ciudadanos. Ni los “malos” son los que se van a marchar, ni los “buenos” son los que van a entrar. Ni tampoco al revés evidentemente. La cosa es mucho más compleja: afecta a un sistema que se encuentra en la actualidad agotado y “disfrutando” del descrédito popular. No se trata de cuestionar la Democracia, se trata más bien de cuestionar a sus actuales “gestores”. Mientras la gente observa con desesperación como desciende drásticamente las expectativas de futuro de sus hijos y, el duro día a día, se ha convertido en una lucha por la supervivencia, “Ellos” –los políticos” siguen ERE que ERE a lo suyo. Quieren que solo seamos meros portadores de una papeleta en un sobre camino cada cuatro años de un Colegio Electoral.
Existe una muy conocida y contrastada históricamente. Fue un día en el Parlamento británico cuando un joven parlamentario que se estrenaba como tal, se sentó junto a él y le comentó con admiración:
-- Mister Churchill no puede usted imaginarse lo que representa este día para mí.
El gran político ingles le preguntó a que se debía tanto entusiasmo a lo que el joven parlamentario le contestó:
-- Estar sentado junto a usted y frente a nuestros enemigos es para mí lo máximo.
El “viejo zorro” ingles le contestó con ternura:
-- No se confunda joven amigo, los de ahí enfrente son adversarios. Los enemigos están sentados aquí con nosotros.
Cuentan que un día un Ministro se quejaba amargamente ante Franco por unas circunstancias determinadas. Este lo frenó diciéndole:
-- Haga usted como yo y no se meta en política.
Esto lo decía alguien que estuvo mandando en España durante cuarenta largos años. La política determina cualquier aspecto de nuestra vida cotidiana y obviarla a través del estéril campo del apoliticismo es vivir instalado en una nube. Todos como ciudadanos tenemos –o debíamos tener- una participación activa en el devenir y la marcha de las cosas. Cada uno es muy libre –en eso consiste la Democracia- de opinar y actuar de acuerdos con sus principios y enunciados ideológicos. Culpar a un sistema democrático de las tropelías y “mangoletas” que se producen en su nombre es como culpar a los paraguas de que llueva. En la actualidad todos los analistas coinciden que la clase política española en su conjunto está bajo mínimos y, lo que resulta más grave, con su credibilidad popular por los suelos. No se puede generalizar ni las bondades ni las perversidades de los políticos pero, a que negarlo, viven inmersos en sus “batallas” personales por conseguir -o defender- el poder, ajeno a los intereses de los ciudadanos. Ni los “malos” son los que se van a marchar, ni los “buenos” son los que van a entrar. Ni tampoco al revés evidentemente. La cosa es mucho más compleja: afecta a un sistema que se encuentra en la actualidad agotado y “disfrutando” del descrédito popular. No se trata de cuestionar la Democracia, se trata más bien de cuestionar a sus actuales “gestores”. Mientras la gente observa con desesperación como desciende drásticamente las expectativas de futuro de sus hijos y, el duro día a día, se ha convertido en una lucha por la supervivencia, “Ellos” –los políticos” siguen ERE que ERE a lo suyo. Quieren que solo seamos meros portadores de una papeleta en un sobre camino cada cuatro años de un Colegio Electoral.
Urge que nos plantemos y, empecemos a hacer, lo contrario de lo que nos dicen. Creo que a eso lo llaman desobediencia civil. Estamos a un paso de tener ¡5.000.000! de parados (casi un 46% entre nuestra juventud) y todavía nos “venden” formulas mágicas para que creamos que su gestión de Gobierno va por el buen camino. ¿Hasta donde se piensan que llega nuestro nivel de ingenuidad?
lunes, 16 de mayo de 2011
Siempre nos quedará el Betis
Hoy tan solo queda una semana para las Elecciones Municipales. A quien Dios se la de San Pedro se la bendiga. Suerte a los que ganen y resignación -sin comer seguro que no se quedan- a los que pierdan. No será este modesto escribidor de relatos sevillanos quien ose alterar el noble y determinante ejercicio de la Democracia: la capacidad de votar. No, en días como el de hoy mejor apuntar hacia los epicentros de nuestras emociones y desvelos: el Real Betis Balompié. El próximo año estaremos, no sin cierto sufrimiento, donde nos corresponde, que es ni más ni menos que en la Primera División del Fútbol Español. La travesía ha sido larga y nuestra deuda será eterna con la admirable gestión de los señores Bosch y Gordillo. Gracias “Gordo”, te debemos otra. Mención aparte el trabajo de Pepe Mel y Roberto Ríos que consiguieron implicar a una plantilla en un objetivo común: devolver al Betis al sitio que le corresponde. Volverá a estar el Equipo de las trece barras en Primera y, a que dudarlo, la liga el próximo año ya será cosa de tres. Se acabó la hegemonía de Madrid y Barcelona. Ya las cosas futboleras volverán a su estado natural. Nos quedan pendientes, eso si, algunos “flecos” en el terreno jurídico y administrativo. Todo llegará, pues ya sabíamos que “no hay Lopera que dure cien años ni bético que lo resista”. Le deseo a “Donmanué” toda la suerte del mundo en lo personal y lo comercial pero, eso si, rogándole que se olvide para siempre de “su Betis” y de “sus criaturitas”. Es de esperar que esta dura lección no haya caído en saco roto. Nadie dio nunca “duros a tres pesetas” ni blandió, sin caídos en la batalla, la bandera del desprendimiento. Pero seamos sinceros. Los mismos que ayer clamaban en el recinto heliopolitano el “Hola Donmanué” fueron los que corearon luego el “Lopera vete ya”. Sin entender estas cosas que nacen fruto del momento y el oportunismo estamos condenados a tropezar en la misma piedra. Lejos quedan –espero que para siempre- los Betis-Alcorcón y los Huesca-Betis. Dicho sea de paso con todo el respeto para estos equipos. Comprendo que Marca TV se haya quedado sin la “joya de la corona” pero, cada uno tiene que estar donde le demanda su Historia. “Ajolá” se haga pronto realidad otro Eurobetis y podamos cruzarnos con el Sevilla que, tras su victoria ante la Real Sociedad, consigue su 8ª clasificación consecutiva para Europa (si me equivoco que me corrijan mis grandes y buenos amigos sevillistas). Tener a los dos equipos sevillanos en la elite del fútbol español, no solo es bueno para la Ciudad, sino también para la autoestima de todo el “personal” futbolero sevillano. Ignoro quien tomará las riendas del Betis y que futuro –dada la lentitud de nuestra maquinaria judicial- nos aguarda. Esperemos –estoy seguro de ello- que los tiempos por llegar sean más ilusionantes que los vividos en nuestra Historia más reciente. Nos liberamos de las ataduras de lo cotidiano con sensaciones y sentimientos de lo más variopinto. Me acuerdo estos días de manera especial de mi Tío Antonio que me hizo socio del Betis con tan solo 8 años de edad. Los sufrimientos siempre comprendí que estaban adheridos a nuestra bandera blanca y verde. No importa. Ganamos sobre los rescoldos de las derrotas y esto consigue que los triunfos sean más suculentos. Nunca se valora más la salida del sol que cuando aparece tras la espuma de las nubes negras. Aquí estamos ya para lo que mandéis jugar. Prestos para el combate futbolero y con ansias por recuperar el tiempo perdido que ha sido mucho. Sevilla, no nos engañemos, necesitaba a los dos en Primera y a ser posible situado en las alturas. Sevilla-Betis o Betis-Sevilla como la cima de los enfrentamientos deportivos.
Los demás “derbis” son bagatelas carentes de emoción y sensaciones. ¿Cómo se puede comparar un Barcelona-Español o un Valencia-Levante con un Sevilla-Betis? Ni de coña.
Permitirme que hoy, en un gesto de ranciedad profunda, brinde con una copita de “Pipermín”. El momento así lo requiere.
Nota solidaria: Háganse con la pulsera de Miki Roqué pues la causa bien merece la pena. Invertir un par de euros es muy poco para tan loable destino. Colaboramos en una causa solidaria y engrandecemos nuestro espíritu solidario verdiblanco. Se pueden adquirir en la Tienda Oficial del Real Betis en la calle Castelar. Gracias por colaborar.
Los demás “derbis” son bagatelas carentes de emoción y sensaciones. ¿Cómo se puede comparar un Barcelona-Español o un Valencia-Levante con un Sevilla-Betis? Ni de coña.
Permitirme que hoy, en un gesto de ranciedad profunda, brinde con una copita de “Pipermín”. El momento así lo requiere.
Nota solidaria: Háganse con la pulsera de Miki Roqué pues la causa bien merece la pena. Invertir un par de euros es muy poco para tan loable destino. Colaboramos en una causa solidaria y engrandecemos nuestro espíritu solidario verdiblanco. Se pueden adquirir en la Tienda Oficial del Real Betis en la calle Castelar. Gracias por colaborar.
Las lenguas de doble filo
“Que Dios te va a castigá
cuando habla de los buenos
de los malos que dirás”
La insidia, las murmuraciones, la calumnia y, en definitiva, la aplicación envilecedora del: “Cuando el río suena agua lleva”. Todo adherido a lo peor de la condición humana: su capacidad de dañar a personas inocentes. Siempre escondidos en la maleza del bosque de la cobardía. Nunca calumniamos en primera persona sino ocultos en el “pues dicen que…..” o, “la gente comenta que…”. Siempre es “la gente” la que ha levantado el vuelo de la paloma de la ignominia. Nosotros somos simples mensajeros que nos limitamos a trasladar –aumentado, corregido y deformado- lo que otros nos han contado. La literatura flamenca está llena de referencias hacia esta vileza de los seres humanos.
Mata más una mala lengua
que la soga del verdugo;
un verdugo mata a un hombre
y una mala lengua a muchos.
….. …… ……
Tú no hables mal de nadie
pues también tienes mocitas
que están pendientes del aire.
…. …… …..
Recientemente he padecido en las carnes de un buen amigo una autentica “cacería” tendente a liquidar su prestigio moral. Fue acusado de maltratador por su “santa esposa” cuando todos estábamos seguro de que era totalmente falso. Curiosamente ni la misma familia de su ya ex mujer daba crédito a las acusaciones vertidas sobre su persona. Al final la esposa reconoció que todo era falso y que se dejó llevar por un ataque de celos. El calvario padecido por este hombre al que en algunos ámbitos –laborales y vecinales fundamentalmente- no le concedieron ni siquiera el beneficio de la duda ha sido terrorífico. Aplicaron a rajatabla el “ruido del agua” contra él y, sinceramente, le va a costar remontar el vuelo de los inocentes. Se encuentra abatido y actualmente en tratamiento psiquiátrico por depresión. Afortunadamente sus dos hijos adolescentes han sido su mejor apoyo y, gracias al testimonio de los mismos, su honra recuperó el crédito que nunca debió perder. ¿Volverá a ser el mismo después de sufrir el filtro de la insidia y la calumnia? ¿Quiénes dudaron de su honorabilidad reconocerán su error y le pedirán perdón? Estoy por afirmar que nada de esto ocurrirá. Nunca entendí que a los amigos haya que concederle el beneficio de la duda: de los amigos nunca podemos dudar. Si luego la verdad se impone y queda evidente que hemos sido engañados, ya no tendría sentido mantener una amistad basada en la mentira. Los amigos es el bien más preciado –al menos para mí- que la vida te proporciona. Los amigos los elige tú, mientras que la familia te elige a ti. Cuidarlos y defenderlos forma parte de nuestra responsabilidad afectiva. Lenguas de doble filo escupiendo veneno y, nosotros, en Santa Cruzada, prestos para la batalla contra la ignominia y la infamia.
domingo, 15 de mayo de 2011
Compases del alma
Mientras tecleo sentado ante este maravilloso invento que siembra mi existencia de sensaciones, emociones y conocimientos llamado Internet estoy escuchando a Michael Bublé. Canta de manera maravillosa “Me and Mrs Jones”. Hace poco este crooner canadiense se casó en Argentina con la bellísima actriz de aquel país, Luisana Lopilato. Mientras transcurría la ceremonia le estaban desvalijando su casa. Evidentemente si esto le hubiera ocurrido a su admirado Frank Sinatra, hubiera bastado una llamada a su amigo Sam Giancana para que lo hurtado apareciera en solo 24 horas. Pero, aun admitiendo que sea cierto el dicho de “tener amigos en todas partes”, en algunos sitios mejor andarse con cautela. Bien cierto es que este cantante canadiense ha recogido el enorme legado de Frank, Tony, Dean and Company. Representa posiblemente de lo mejorcito en la actualidad de una variante musical (Orquesta con vocalista o al revés) que consiguió su apogeo en los años cincuenta / sesenta. Este Toma de Horas que nació de la espontaneidad y el vértigo ante el folio en blanco se va adentrando nota a nota en los compases del alma. Mi existencia sin el acompañamiento de la música estaría vacía. Los años no han hecho más que conseguir adentrarme en nuevas experiencias musicales. Siempre y de manera rotunda con el Flamenco a la cabecera de mis sensaciones y emociones. Pero pese a ese pertinaz ejercicio de auto-limitación a que no sometemos los humanos hay tiempo para todos y para todo. Literatura, Cine y Música como tripleta sentimental capaz de hacernos vivir y soñar desde nuestra apresadora cotidianidad. La vida es, por su propio desarrollo y configuración, alienante y siempre va acompañada de un cierto grado de frustración. No nos engañemos: no existe más posibilidad de escape que abrazando amorosamente aquellos elementos que nos hagan soñar. La música plasmada en “Palos del Flamenco”. Racimos de vida extrema con la Copla. Susurros sonoros espirituales en clave de Jazz. Blues de `palpitantes corazones. Baladas de crooner eternas e imperecederas. Sinfonías del clasicismo que acerca a Dios con la Madre Naturaleza. Trepidantes ritmos en la eterna voz del “Rey” y de los “Chicos de Liverpool”. Tangos, Boleros, Fados, Poesía en movimiento…… ¡Música de gozo y pena! La vida desde que amanece ya arranca con la banda sonora del trinar de los pájaros. Somos nosotros los humanos los que hemos cambiado sonido por ruido. No nos bastaba con escuchar a la Madre Naturaleza y crear aquello que solo pudiera mejorar los sonidos del silencio. No, había que estropear el decorado. Las nubes barruntan el ruido de la tormenta para, al final, convertirse en música con el repiqueteo del agua en los cristales de las ventanas. Todo está sincronizado para deleitarnos con las notas de los pentagramas. Dios insufló el soplo divino que alcanza a los genios de la Música. Ellos se hicieron inmortales y, de paso, consiguieron hacernos también a nosotros a través de nuestro caudal de emociones y sentimientos. Vivir sin música es respirar y nutrirse de lo sustancialmente cotidiano, pero sin posibilidades de soñar. Grecia y sobre todo la imperial Roma adoraban a sus Dioses de cartón-piedra y veneraban a sus músicos en comidas bacanales. Como no existe regla sin excepción entre los dirigentes del “Tercer Reich” había extraordinarios melómanos (posiblemente la música por si sola no logre amansar a las fieras). No la marginemos y consumamos música sin utilizar los vericuetos de las bajadas por Internet. Siempre con las ventanas del alma de par en par para cuando alguien diga: ¡Música maestro!
sábado, 14 de mayo de 2011
¿Y tú de quien eres? Yo del Registro.
“Dale a un lerdo una batuta
y la usará para espantar las moscas;
dásela a una persona sensata
y terminará formando una orquesta”.
Los políticos al igual que los árbitros si consiguen pasar desapercibidos y, de manera colateral, que no se acuerden de su familia, pues mejor que mejor. Cuando un día consigamos superar la etapa “zapateril” seremos conscientes de por donde transitaba la política española de los últimos años. Nos tocaremos la ropa con los ojos como búhos para comprobar que efectivamente estamos ilesos y respirando. Este socialista, sin socialismo en sus alforjas, llegó al poder de rebote y gracias a una torpeza coyuntural del PP, que tomó por tontos al conjunto de la Sociedad española. Lo pagaron bien caro y su necio comportamiento propició un espectacular vuelco electoral, que contradijo abiertamente las previsiones de todas las encuestas. Mucho se ha escrito sobre el particular como para seguir ahondando en la materia. Lo cierto es que llegó don José Luís a la Moncloa, aunque previamente tuvo que preguntar en que sitio de Madrid estaba. Resultando evidente que su nefasta gestión política –reconocido así en privado por antiguos dirigentes socialistas- ha ido de mal en peor. Al PP un político socialista como el señor Zapatero les vino como anillo al dedo. Cambiaron el “tiro al plato” por “el tiro al zapato”. Evidentemente, su comportamiento opositor ha generado muchas dudas entre una parte de la ciudadanía española, pues no se puede culpar a Zapatero hasta del terremoto de Japón (si no lo han hecho seguro que no les habrán faltado ganas). Lo cierto es que se ha abierto de nuevo un peligroso y ancestral “frentismo” español que, a menos que lo resuelvan políticos sensatos (de todos lo partidos), esto tiene pinta de ir de mal en peor. Al crearse “La Ley de la Media Memoria Histórica” se reavivaron las llamas que siempre calientan, de manera prioritaria, a los fundamentalistas de todo signo y condición. Aquellos en definitiva que se aprovechan de las ventajas de la Democracia, pero que se encuentran incómodos asumiendo los postulados que dimanan de la misma (lean con detenimientos la Historia de la II República y comprobarán que la dinamitaron aquellos que hoy reivindican la III). Con el aborto ocurrió más de lo mismo. Cuando existían unos supuestos legitimados por la lógica y que tanto PSOE como PP dejaron sin alterar en sus fases de gobierno, pues a alguien se le ocurrió que había que ampliar dichos supuestos abortivos. La mejor manera de “ayudar” a las menores era propiciando que pudieran abortar, sin necesidad de permiso ni tan solo del conocimiento de sus padres. Pero como ocurre con las medidas disparatas, le dejaban al médico (¿) que en caso de duda tomara la decisión de avisar o no a los padres. Un autentico disparate demostrativo de en manos de quien estamos. Pero como sus cabecitas no paran de cavilar ahora les ha tocado el turno al tema de los apellido (¿cuándo se ocuparán de verdad del Paro, la Educación, la Sanidad, los abusos, la vertebración del país y otros temas, para ellos secundarios?). Nada, hay que seguir avanzando en la igualdad entre hombres y mujeres y ahora se plantea una falsa polémica con el orden de los apellidos. Es la eterna teoría de “dar gato por liebre”. En vez de equiparar, bajo el imperio de la Ley que nos hace –o debía hacernos- a todos iguales, se dedican priorizar las ramas sobre las raíces.
Equiparar a hombres y mujeres en salarios, derechos, deberes y prestaciones sociales, no parece interesarles. Les resulta más útil manipular al personal con “desvíos de llamadas”.
Como no saben como salir del atolladero del orden de los apellidos, tiran por la calle de en medio: que sea ¡el encargado del Registro! quien tenga la última palabra. ¡Manda huevos!, que diría el otro.
Nada, puestos a gastar, no estaría de más crear un “Ministerio para el Ordenamientos de los Apellidos”, (MOA). Por muy caro que resulte, no lo será tanto como uno que el tiempo se ha encargado de demostrar su inutilidad. ¡Que país!
Nota: Un primo mío murió en las Torres Gemela así que Bin Laden como mejor está es muerto. Aquellos izquierdistas, cuyo basamento procede del estalinismo, bien harían en no hablar mucho de los Derechos Humanos. Los Archipiélagos Gulag prenden sobre sus conciencias. Si por este comentario los fundamentalistas atentan contra este modesto “relojero” sevillano que lo hagan con una sobredosis de gazpacho.
viernes, 13 de mayo de 2011
La primera vez
“No te compro más camisas
porque yo no visto altares
pa que otras escuchen misa”.
Era una mujer en la esplendida plenitud de una madurez que convierte a las mujeres en sublimes y a los hombres en románticos prisioneros de la melancolía. Tenía los ojos verdes esmeralda y procedía de esa tierra de la Ribera del Guadalquivir donde las mujeres nacen para modelos y los hombres para futbolistas. Anhelaba desde siempre un sueño revestido de ruán y fe: acompañar al Señor en su mágico deambular por las calles de Sevilla en la Madrugá eterna de la Ciudad. Lo había sido todo en los vericuetos sentimentales de la Hermandad junto a Aquel que todo lo puede. Participe de mesas petitorias y de Cuaresmas eternas donde solo el Señor consigue que los corazones se templen en su convulso palpitar. Cuando supo que un Cabildo había aprobado la salida de mujeres nazarenas comprendió que su hora había llegado al fin. Sería una más en un solemne cortejo donde se aúnan la fe y la tradición. Ese año para ella los “preámbulos del gozo” fueron preámbulos de probaturas y nervioseras bajo la atenta mira de su perra que, parecía presagiar, que algo grande estaba en puertas. Su marido, un filósofo sevillano que ha sabido aunar a Alcalá de los Panaderos con Nueva Orleáns y, a Antonio Mairena con Mile Davis y, que moja sus puros en la templanza de los sevillanos eternos, necesitó armarse de paciencia ante un torbellino de emociones que propiciaba el anhelo de los momentos sublimes. Todo estaba dispuesto pero nadie contaba con que ese soñado día Dios iba a llorar copiosamente sobre la Ciudad. Era mucho lo acontecido en este planeta llamado Tierra para que el Sumo Hacedor no nos mostrara su pena amarga. Pero ella no se amilanó. Se vistió y enfiló la calle bajo el manto de unos nubarrones tan negros como las almas de los poderosos. Fueron un trío de “ruaneros” los que enfilaron las calles bajo una manta de agua, buscando el cobijo de Aquel que se configura como el pañuelo espiritual de las penas sevillanas. Tres, eran tres nazarenos de ruán en busca del paraíso soñado. Ella, más una hermosa muchacha también participe en la emoción de la primera vez y un patriarca que les servía de guía y compaña. Arribaron al puerto de la fe y la esperanza mojados hasta los huesos, pero con la satisfacción de los que consiguen ganar la orilla después de un naufragio. No traspasó el Señor esa noche el dintel de su puerta. Él, que representa el temple y el sosiego, no puede mostrarse desnudo ante la tempestad y la tormenta. Encontrarlo siempre resultó de las tareas más fáciles con las que se enfrentó un sevillano. Está siempre donde tiene que estar y nosotros estamos donde Él quiere que estemos. Ella pensó con resignación que habría que aplazar esta primera vez para el año que viene. La espera será larga, pero la primera experiencia no será baldía. Volverá a vivir una Cuaresma soñando el momento de pisar, portando un cirio, las calles de la Ciudad. La vida siempre gira y gira para situarnos -al final- allí donde habita el epicentro de nuestras emociones más nobles. Volverán las probaturas no exentas de nervioseras. Siempre bajo la atenta mirada de su perra y, el veredicto bondadoso del filosofo con el que comparte vida y hacienda. Todo al final se reduce a lo que nos dice la copla: “Porque en amores las caricias soñadas son las mejores”. Tiempo de espera o lo que es lo mismo: Tiempo de Esperanza.
porque yo no visto altares
pa que otras escuchen misa”.
Era una mujer en la esplendida plenitud de una madurez que convierte a las mujeres en sublimes y a los hombres en románticos prisioneros de la melancolía. Tenía los ojos verdes esmeralda y procedía de esa tierra de la Ribera del Guadalquivir donde las mujeres nacen para modelos y los hombres para futbolistas. Anhelaba desde siempre un sueño revestido de ruán y fe: acompañar al Señor en su mágico deambular por las calles de Sevilla en la Madrugá eterna de la Ciudad. Lo había sido todo en los vericuetos sentimentales de la Hermandad junto a Aquel que todo lo puede. Participe de mesas petitorias y de Cuaresmas eternas donde solo el Señor consigue que los corazones se templen en su convulso palpitar. Cuando supo que un Cabildo había aprobado la salida de mujeres nazarenas comprendió que su hora había llegado al fin. Sería una más en un solemne cortejo donde se aúnan la fe y la tradición. Ese año para ella los “preámbulos del gozo” fueron preámbulos de probaturas y nervioseras bajo la atenta mira de su perra que, parecía presagiar, que algo grande estaba en puertas. Su marido, un filósofo sevillano que ha sabido aunar a Alcalá de los Panaderos con Nueva Orleáns y, a Antonio Mairena con Mile Davis y, que moja sus puros en la templanza de los sevillanos eternos, necesitó armarse de paciencia ante un torbellino de emociones que propiciaba el anhelo de los momentos sublimes. Todo estaba dispuesto pero nadie contaba con que ese soñado día Dios iba a llorar copiosamente sobre la Ciudad. Era mucho lo acontecido en este planeta llamado Tierra para que el Sumo Hacedor no nos mostrara su pena amarga. Pero ella no se amilanó. Se vistió y enfiló la calle bajo el manto de unos nubarrones tan negros como las almas de los poderosos. Fueron un trío de “ruaneros” los que enfilaron las calles bajo una manta de agua, buscando el cobijo de Aquel que se configura como el pañuelo espiritual de las penas sevillanas. Tres, eran tres nazarenos de ruán en busca del paraíso soñado. Ella, más una hermosa muchacha también participe en la emoción de la primera vez y un patriarca que les servía de guía y compaña. Arribaron al puerto de la fe y la esperanza mojados hasta los huesos, pero con la satisfacción de los que consiguen ganar la orilla después de un naufragio. No traspasó el Señor esa noche el dintel de su puerta. Él, que representa el temple y el sosiego, no puede mostrarse desnudo ante la tempestad y la tormenta. Encontrarlo siempre resultó de las tareas más fáciles con las que se enfrentó un sevillano. Está siempre donde tiene que estar y nosotros estamos donde Él quiere que estemos. Ella pensó con resignación que habría que aplazar esta primera vez para el año que viene. La espera será larga, pero la primera experiencia no será baldía. Volverá a vivir una Cuaresma soñando el momento de pisar, portando un cirio, las calles de la Ciudad. La vida siempre gira y gira para situarnos -al final- allí donde habita el epicentro de nuestras emociones más nobles. Volverán las probaturas no exentas de nervioseras. Siempre bajo la atenta mirada de su perra y, el veredicto bondadoso del filosofo con el que comparte vida y hacienda. Todo al final se reduce a lo que nos dice la copla: “Porque en amores las caricias soñadas son las mejores”. Tiempo de espera o lo que es lo mismo: Tiempo de Esperanza.
Nota gozosa adicional: Hoy día 13 de Mayo cumple 32 años mi hija Alicia. Ya forma parte del clan de las madres gozosas y responsables de serlo. Su sentido de la sevillanía, plasmada en una túnica blanca de la Candelaria, es señal inequívoca de que mi estela permanecerá latente cuando uno solo sea dulces retazos de la memoria sentimental. Felicidades a esta Licenciada en Derecho y en la Verdad de las cosas y, sobre todo, felicidades a mí por el placer de ser su padre.
miércoles, 11 de mayo de 2011
Vencedores o vencidos
“El ser humano nunca logró asimilar
que los triunfos son efímeros
mientras que los fracasos son eternos”
El origen de la cristiandad se basa en una trágica derrota: la muerte rompiendo en mil pedazos la vida de un hombre de 33 años de edad. El triunfo se configura posteriormente con su resurrección y, fundamentalmente, con su legado en vida de amor y fraternidad. Todos los seres humanos tienen como proyecto, a medio y largo plazo, la necesidad de triunfar. Para algunos será consiguiendo prestigio social, político, financiero, artístico o cultural que los encumbre a la cima donde florecen la fama y el dinero. Otros, los menos, buscarán su realización personal procurando que “su triunfo” se diluya en proyectos colectivos y/o solidarios. La inmensa mayoría comprobará como las circunstancias de todo tipo los harán quedarse con la miel en los labios. Posiblemente algunos “triunfadores” comprobarán demasiado tarde que, lamentablemente, triunfo y felicidad pocas veces van cogidos de la mano. Pelear en vida para mejorar sustancialmente la calidad de vida de tus seres más queridos no solo es legítimo, sino que le da sentido a una parte sustancial de tu existencia. Cuando leo las mareantes grandes fortunas -en cifras- de personas foráneas o españolas no puedo remediar plantearme algunas interrogantes. ¿Cuántos de esos miles de millones de euros o dólares no están impregnados del penoso dolor de la miseria más extrema? ¿Cuánta riqueza necesita acumular un ser humano para decir: ¡Basta!? Conociendo las biografías de algunos de estos magnates, ¿se podría decir que sus más íntimos los quieren por lo que son y no por lo que tienen? Pocas dudas caben que el inmenso ejercito que configuramos los “tiesos”, y a los que los meses se nos hacen eternos para poder terminarlos, cuando oímos aquello de que: “el dinero no hace la felicidad”, quisiéramos muchas veces ser menos felices pero con algo más de “jurdeles”. Todo aquello que conlleve el disfrutar de una vida placentera y, por extensión, hacer que de la misma se beneficien tus más allegados bienvenido sea. Pelear como lobos para saciar la vanidad y la soberbia a través del lujo más desmedido es sencillamente inmoral. Recuerdo una canción –creo que de la época de los Reyes Católicos- que decía más o menos aquello de: “La vida es interés / el mundo es ambición / pero no hay que olvidarse / que uno tiene –un- corazón……..y todos queremos más y más y más y mucho más”. El banquero, el político, el industrial, el comerciante y, en definitiva, todos aquellos que ostentan las parcelas del Poder, argumentan que su gestión tiene como principal objetivo el conseguir que la gente viva con mayores cotas de bienestar. Todo lo hacen por el “bien común”. Si en el camino consiguen llenar copiosamente sus propias alforjas será una cuestión colateral y nunca prioritaria. Posiblemente en la Historia de la Humanidad nunca el poder estuvo condensado en menos manos. Es decir: nunca tan pocos tuvieron tanto y tantos tuvieron tan poco. Cabe pues preguntarse: ¿quienes son los vencedores y quienes los vencidos? Si la existencia terrenal la cuantificamos en acumulación de riqueza y poder la cuestión nos ofrecería pocas dudas. Pero, ¿quién puede triunfar en la vida cuando al final siempre es la muerte la que se nos aparece como el símbolo más descarnado del fracaso? ¿Se consigue a través del dinero y la riqueza la inmortalidad y el ser recordado a perpetuidad? Afortunadamente el Arte –en todas sus variantes- se benefició de ese baldío intento por parte del poderoso de traspasar la frontera del tiempo.
El mecenazgo le ha legado a la Humanidad grandes obras –esas si son eternas e inmortales- pero siempre ocupando un primer plano aquel que las realizó y, un segundo y discretísimo aquel que las financió. En definitiva, es el tiempo gestionado por Dios quien determina la frontera que separa lo imperecedero de lo inútilmente vacuo y superficial. Vencedores y/o vencidos alterando al final los conceptos y la verdadera finalidad de la existencia. “Ricos del mundo uníos y si queréis –de verdad- vencer en la vida repartid vuestras ganancias”. Aunque me parece a mí que va ser que no. Lo dicho:”Todos queremos más y más y más y mucho más”.
que los triunfos son efímeros
mientras que los fracasos son eternos”
El origen de la cristiandad se basa en una trágica derrota: la muerte rompiendo en mil pedazos la vida de un hombre de 33 años de edad. El triunfo se configura posteriormente con su resurrección y, fundamentalmente, con su legado en vida de amor y fraternidad. Todos los seres humanos tienen como proyecto, a medio y largo plazo, la necesidad de triunfar. Para algunos será consiguiendo prestigio social, político, financiero, artístico o cultural que los encumbre a la cima donde florecen la fama y el dinero. Otros, los menos, buscarán su realización personal procurando que “su triunfo” se diluya en proyectos colectivos y/o solidarios. La inmensa mayoría comprobará como las circunstancias de todo tipo los harán quedarse con la miel en los labios. Posiblemente algunos “triunfadores” comprobarán demasiado tarde que, lamentablemente, triunfo y felicidad pocas veces van cogidos de la mano. Pelear en vida para mejorar sustancialmente la calidad de vida de tus seres más queridos no solo es legítimo, sino que le da sentido a una parte sustancial de tu existencia. Cuando leo las mareantes grandes fortunas -en cifras- de personas foráneas o españolas no puedo remediar plantearme algunas interrogantes. ¿Cuántos de esos miles de millones de euros o dólares no están impregnados del penoso dolor de la miseria más extrema? ¿Cuánta riqueza necesita acumular un ser humano para decir: ¡Basta!? Conociendo las biografías de algunos de estos magnates, ¿se podría decir que sus más íntimos los quieren por lo que son y no por lo que tienen? Pocas dudas caben que el inmenso ejercito que configuramos los “tiesos”, y a los que los meses se nos hacen eternos para poder terminarlos, cuando oímos aquello de que: “el dinero no hace la felicidad”, quisiéramos muchas veces ser menos felices pero con algo más de “jurdeles”. Todo aquello que conlleve el disfrutar de una vida placentera y, por extensión, hacer que de la misma se beneficien tus más allegados bienvenido sea. Pelear como lobos para saciar la vanidad y la soberbia a través del lujo más desmedido es sencillamente inmoral. Recuerdo una canción –creo que de la época de los Reyes Católicos- que decía más o menos aquello de: “La vida es interés / el mundo es ambición / pero no hay que olvidarse / que uno tiene –un- corazón……..y todos queremos más y más y más y mucho más”. El banquero, el político, el industrial, el comerciante y, en definitiva, todos aquellos que ostentan las parcelas del Poder, argumentan que su gestión tiene como principal objetivo el conseguir que la gente viva con mayores cotas de bienestar. Todo lo hacen por el “bien común”. Si en el camino consiguen llenar copiosamente sus propias alforjas será una cuestión colateral y nunca prioritaria. Posiblemente en la Historia de la Humanidad nunca el poder estuvo condensado en menos manos. Es decir: nunca tan pocos tuvieron tanto y tantos tuvieron tan poco. Cabe pues preguntarse: ¿quienes son los vencedores y quienes los vencidos? Si la existencia terrenal la cuantificamos en acumulación de riqueza y poder la cuestión nos ofrecería pocas dudas. Pero, ¿quién puede triunfar en la vida cuando al final siempre es la muerte la que se nos aparece como el símbolo más descarnado del fracaso? ¿Se consigue a través del dinero y la riqueza la inmortalidad y el ser recordado a perpetuidad? Afortunadamente el Arte –en todas sus variantes- se benefició de ese baldío intento por parte del poderoso de traspasar la frontera del tiempo.
El mecenazgo le ha legado a la Humanidad grandes obras –esas si son eternas e inmortales- pero siempre ocupando un primer plano aquel que las realizó y, un segundo y discretísimo aquel que las financió. En definitiva, es el tiempo gestionado por Dios quien determina la frontera que separa lo imperecedero de lo inútilmente vacuo y superficial. Vencedores y/o vencidos alterando al final los conceptos y la verdadera finalidad de la existencia. “Ricos del mundo uníos y si queréis –de verdad- vencer en la vida repartid vuestras ganancias”. Aunque me parece a mí que va ser que no. Lo dicho:”Todos queremos más y más y más y mucho más”.
lunes, 9 de mayo de 2011
Gérmenes de intolerancia
Me preocupé el pasado e infausto –por la lluvia- Martes Santo de aprovechar mi forzado enclaustramiento casero, para entrar en Internet, y anotar una variedad de “comentarios” anexos a los artículos de opinión en la prensa digital (fundamentalmente en “Diario de Sevilla”). Es más que previsible que la inmensa mayoría de los mismos están suscritos por gente joven. Algunos –los menos- plagados de sensatez y tolerancia y, los más, entrando desde el anonimato en el insulto más soez y la descalificación más intolerante. Están repletos de faltas de ortografía, síntoma inequívoco de que si doblaron los codos no fue para estudiar, sino para dudosos menesteres etílicos. Es decir: los codos más que “jincarlos” los empinan. En un principio pensé dar “una muestra” en este Blog de algunos de estos “comentarios”, pero al final decidí que sería un ejercicio añadido de mal gusto. No merece la pena. Hablan de laicismo (dos escribieron “laisismo”) y estoy convencido que desconocen cuanto implica este concepto. Atacan a la Semana Santa desde el odio impostado de una ateismo de salón. Alentados y orientados subrepticiamente por quienes bien sabemos: los falsos izquierdistas que añoran “su” Cuba, pero viven de “p…madre” en la monárquica España. Refiriéndose a la Semana Santa hablan de “muñequitos de madera” y de “pasitos con barbies” paseados por “tontitos” reaccionarios. He comentado en más de una ocasión que, durante un periodo de mi juventud, sentí alejarme de la Semana Santa de mi niñez. La veía como algo ajeno a mi forma de pensar de entonces. Me aparecía la misma –hoy pienso que erróneamente- como algo impregnado del imperante Nacional-Catolicismo y ajeno a la religiosidad popular. No veía Pueblo y Verdad por ningún lado. No era consciente de ser victima del sectarismo de izquierdas (el de derechas es igual o peor). Luego –afortunadamente- los años me hicieron recuperar las raíces de mi gente más querida y las aguas volvieron a su cauce. Cada Martes y Jueves Santo paseo por Sevilla lo mejor y más noble que pueda existir en mi persona. Hoy mi vida estaría incompleta sin entrar de lleno en los vericuetos sentimentales y de fe de nuestra Semana Mayor. Lo que siempre tuve claro era –y es- el respeto escrupuloso hacia aquellos que no pensaban de manera parecida a la mía. Siempre hice lo que me demandó mi conciencia en cada momento y no me arrepiento absolutamente de nada. Nunca escribí una sola línea en contra de una Semana Santa en la que entonces no me consideraba encuadrado. Hoy tampoco lo hago –ni lo haré- en contra de aquellos cuyos sentimientos son ajenos –pero respetuosos- a nuestra Semana Mayor. ¿Todos los que se visten –nos vestimos- de nazarenos son –somos- personas solidarias y bondadosas? Aquellos que “escapan” de la Ciudad nada más escuchar el primer toque de tambor, ¿son todos ajenos a la Doctrina del Jesús machadiano: “El que anduvo en la mar”? ¿Forzosamente, es mejor sevillano el que porta la Cruz de Guía de la Hermandad del Silencio, que aquel que mira pensativo el horizonte en un atardecer playero? Tolerancia, solidaridad y justicia esa son las claves de una buena convivencia entre los humanos. En Sevilla creo que adquiere especial virulencia una confrontación siempre huérfana de contenido, tanto en el fondo como en las formas. Aquí no hay debate sino discusión agria e insustancial (políticos como ejemplos paradigmáticos). Un sector de nuestra juventud es fiel reflejo del clima “mamado” en sus casas. Un árbol sin ramas frondosas poca sombra puede proporcionar. Soltamos en la puerta de un Instituto un cafre y queremos que nos devuelvan un exquisito.
Uno de los valores fundamentales de la Social-Democracia -¿verdad usted señor Griñán- es la Educación. Pero no solamente la del 4 más 7 son 11. No, una Educación Cívica y Democrática (que tiene su raíz en el seno de la familia y no en una escolar “materia obligatoria”) que posibilite contradecir a un articulista sin utilizar el anonimato. Aparte, claro está, sin que el uso del sano ejercicio de la discrepancia solo sirva para llamarlo “tonto, retrogrado y casposo tradicionalista”.
Eso no es opinar, eso es insultar, y aquellos que portan veneno corren el grave riesgo de caer victimas de su propia “medicina”. Soplamos con placer el fuego que nos rodea y, luego, nos lamentamos que las llamas lleguen hasta la azotea.
domingo, 8 de mayo de 2011
¡Democracia, democracia….pobre Democracia (española)!
Un breve paréntesis entre Toma y Toma de Horas para robarle un minuto al reloj de las cosas importantes. Nuestro Tribunal Constitucional ha aprobado y, por extensión permitido, que Bildu se presente a las elecciones municipales. Fue una ajustada votación donde parece ser que los votos “progresistas” fueron determinantes. Mala cosa es que en un sistema democrático los jueces se posicionen en función de quienes los elevaron a sus cargos: conservadores y progresistas. Bildu está plagada de antiguos dirigentes de la antigua Batusana. Para entendernos y poder llamar a las cosas por su nombre: Bildu y Batusana se escriben con B de balas (en las nucas de personas inocentes asesinadas). Se han puesto la piel de cordero para entrar en los Ayuntamientos y poder seguir “mamando” de la Madre España. Lo han hecho siempre y, mientras se lo permitan, lo seguirán haciendo. ETA ha dejado de asesinar por estar sus estructuras seriamente dañadas por la labor de las policías francesas y españolas. Cuando se rearmen volverán al siniestro camino de lo que mejor saben hacer: matar a personas y llenar de dolor y orfandad a las familias españolas. En Democracia las decisiones de los tribunales hay que acatarlas pero no necesariamente compartirlas. Son ya muchos los veredictos jurídicos que dejan nuestras vidas menos libres, y nuestros corazones más endurecidos por la impotencia. Hoy somos menos libres que ayer y, posiblemente, todavía será mermada nuestra cuota de libertad ante lo que nos rodea. Cuando los “batasunos” celebraron alborozados la decisión judicial que los “reciclaba” en demócratas, éramos muchos los que nos acordamos de los familiares de los asesinados. ¿Quién –o quienes- les explica lo que está pasando? España está sumida en la mayor de las interrogantes: ¿hacia donde vamos o mejor a donde nos llevan? Desde que arrancó la Democracia vivimos absorbidos por “el problema vasco”, pues parece ser que los demás problemas de este país son secundarios. Duele, mucho nos duele, esta situación a la que los Partidos mayoritarios nunca supieron –o quisieron- afrontar por derecho. Estamos hasta los huevos de tantos políticos pusilánimes que, no solo gobiernan arrodillados ante esta “plebe”, sino que además pretenden arrodillarnos a todos nosotros. ¿Bildu? ¿Batasuna? ¿Qué más da? Si al final aquí siempre ganan los malos.
La luz crepuscular
Hoy domingo 8 de mayo termina la Feria de Abril del 2011 (la Bodeguita “San Lorenzo” instalada en el corazón de la Sevilla Eterna, y donde mora Aquel que todo lo puede, volverá a empezar el recuento de los Lunes que faltan para la Feria. Las “cosas” de Sevilla). Esto solo puede ocurrir en nuestra Ciudad: la llamamos Feria de Abril y la celebramos del 3 al 8 de Mayo. Son ya varios años los que no la frecuento –concretamente desde que mis hijas se hicieron mujeres y levantaron el vuelo de la dulce adolescencia- y cada año que pasa observo una mayor distancia entre los farolillos y mi persona. No es solamente una pose -muy sevillana y rancia por cierto- expresada con el latiguillo de: “yo es que no soy muy feriante”. No, posiblemente sea un distanciamiento que los años no han hecho más que acrecentar. En mi juventud viví Ferias plenas y gloriosas –fundamentalmente cuando estaba ubicada en el Prado- y bien está que hoy la disfruten aquellos que saben exprimirle su hermoso jugo de vida sevillana. A mí ya hace años que esta explosión festiva de luz y color me sobrepasa en cantidad y calidad. Sin dejar de reconocer que esta actitud nace de un posicionamiento poco proclive al bullicio y a la jarana programada. “Marco Acomodaticio” que dirían por el Arco de la Macarena o, los “joíos años que no pasan en balde” que comentaría el castizo. Dos de mis tres grandes amigos de mi etapa juvenil de “feriante” ya no están con nosotros y, el tercero, forma parte del clan de los ausentes del Real del que yo mismo soy un activo componente. Mala cosa es cuando empiezas a comprender que tu tiempo se va distanciando lenta pero inexorablemente del hoy imperante. Las Fiestas de los pueblos –aquí o en Pamplona- responden a unos elementos sobredimensionados y estereotipados de la realidad cotidiana. Nada –ni nadie- escapa a la época que le haya tocado vivir. En lo social, lo político, lo cultural, lo espiritual o lo lúdico todo queda condicionado por unos modismos programados por los ideólogos de turno. La Feria es variopinta y acorde con la Sociedad sevillana que le da forma y vida. Establecer sobre la misma sesudos estudios sociológicos, culturales y/o lúdicos es como soplar –para que se fueran- las negras nubes de la última Semana Santa. La Feria es una Ciudad efímera que dura siete días –posiblemente con el añadido de un par de fines de semanas anteriores- y que desaparece sin dejarle ningún sustrato positivo a la Ciudad. Obviando claro está sus posibilidades turísticos y/o comerciales y, por añadidura, el goloso “pellizco” que le proporciona a nuestro querido Ayuntamiento. Luego habrá de todo. Gente que se lo pasa de “Cine”; otros “regulín-regulán” y, aquellos que se aburren después –encima- de tirar “la casa por la ventana”. Todo sea por rendirle culto a la Diosa Apariencia. A los niños lo que de verdad les gusta es “la Calle del Infierno” y no las largas y pesadas estancias caseteriles. Hagan la “prueba del algodón” (y nunca mejor dicho) y pregúntenle a un niño después de abandonar los “cacharritos” si quiere irse a la Caseta del “Tito” (con su perenne y pesada media “papalina”) o volverse a su casa a jugar con la Play. La respuesta dejaría poco lugar a una duda razonable. En este recinto se dan cita desde los “amigos de Feria”; al doble juego de convivir con esposas y amantes; pasando por el roneo de “tiesos” con pretensiones e ínfulas de grandeza; suegras y cuñadas sin emparejar que nunca se cansan de Feria; negocios por cerrar antes que otros se les adelanten y, sobre todo, los retazos de verdad que Sevilla nos proporciona a través de la familia y la amistad. Este año, para más “inri”, con el complemento añadido de la proximidad de las elecciones municipales. Éramos…muchos y encima parieron los políticos. La vanidad y la autenticidad de las cosas juntas pero no revueltas.
Lo que ofrece pocas dudas es que de de nuestras tres efemérides más importantes: Semana Santa, Feria y Corpus, posiblemente sea bajo el cielo de farolillos donde mejor queda retratado socialmente el sevillano. Bajo un antifaz se inhibe y con el clavel en la solapa se exhibe.
La Historia de la Feria sevillana es reciente en el tiempo, y su declive actual va unido al devenir de una Sociedad –la sevillana- carente de pulso y maleada por incultos políticos oportunistas de todo signo y condición.
Puede que en su luz crepuscular esté la clave para situarnos y entendernos en nuestra actual novelería. Ignoramos nuestro pasado y nos dirigimos como “gallinitas ciegas” a un incierto futuro. La Feria es una efímera y hermosa pompa de jabón que se difumina entre las manos con la precariedad de los momentos insustanciales. Nada trae y nada se lleva pero, si no existiera, habría que inventarla. Sevilla sería menos Sevilla sin su Feria de Abril. La Ciudad para cerrar el círculo de la perfección necesitaba una cierta dosis de efímera banalidad y esa se la proporciona la Feria. Paralelismo en este sentido podemos encontrarlo en la inmortal Venecia y sus Carnavales.
Estamos instalados en la incertidumbre, pero eso si, “bailando” como trompos los cuatro palos de las Sevillanas. “Mírala cara a cara que es la primera…..”. Pero a esta Ciudad pocos quieren –queremos- mirarle de verdad la cara que tiene en la actualidad. El próximo 22 de mayo puede ser una excelente ocasión.
Lo que ofrece pocas dudas es que de de nuestras tres efemérides más importantes: Semana Santa, Feria y Corpus, posiblemente sea bajo el cielo de farolillos donde mejor queda retratado socialmente el sevillano. Bajo un antifaz se inhibe y con el clavel en la solapa se exhibe.
La Historia de la Feria sevillana es reciente en el tiempo, y su declive actual va unido al devenir de una Sociedad –la sevillana- carente de pulso y maleada por incultos políticos oportunistas de todo signo y condición.
Puede que en su luz crepuscular esté la clave para situarnos y entendernos en nuestra actual novelería. Ignoramos nuestro pasado y nos dirigimos como “gallinitas ciegas” a un incierto futuro. La Feria es una efímera y hermosa pompa de jabón que se difumina entre las manos con la precariedad de los momentos insustanciales. Nada trae y nada se lleva pero, si no existiera, habría que inventarla. Sevilla sería menos Sevilla sin su Feria de Abril. La Ciudad para cerrar el círculo de la perfección necesitaba una cierta dosis de efímera banalidad y esa se la proporciona la Feria. Paralelismo en este sentido podemos encontrarlo en la inmortal Venecia y sus Carnavales.
Estamos instalados en la incertidumbre, pero eso si, “bailando” como trompos los cuatro palos de las Sevillanas. “Mírala cara a cara que es la primera…..”. Pero a esta Ciudad pocos quieren –queremos- mirarle de verdad la cara que tiene en la actualidad. El próximo 22 de mayo puede ser una excelente ocasión.
viernes, 6 de mayo de 2011
Buenos días tristeza
“Algo se muere en el alma
cuando un amigo se va
y va dejando una huella
que no se puede borrar”.
- Amigos de Gines -
Le llamaban Manuel, nació en España, su casa era de…todo el que llamaba a su puerta. Hace un par de día le dimos cristiana sepultura –o mejor quedó reducido a cenizas- y después nos emborrachamos de cerveza y pena. Sus apellidos poco importan en alguien que llevaba la bondad y la solidaridad pegadas a las paredes del alma. Nos lo dejó dicho al “serratiano” modo: “A mí enterradme sin duelo entre la tierra y el cielo”. El humo de sus cenizas impregnó de decencia el aire de la mañana. Nunca las llamas pasaron de purificar a ser purificadas. Consiguió que nos reuniéramos en torno a su cuerpo inerte gente variopinta y de muy distinto “pelaje”, pero con un denominador común: el haber tenido la suerte de conocerlo y tratarlo. Su cruel y larga enfermedad no hizo más que hacerlo crecer como ser humano. Cuando lo visitaba siempre me pedía que le contara el último chiste o noticias frescas de su Sevilla FC. Él era algo más que un sevillano. Él era parte inseparable de la Ciudad. Su mundo se asentaba en el trípode desde donde se retrataba la vida de los hombres de antaño: Familia, Trabajo y Taberna. En una sociedad como la actual de cartón piedra él era puro mármol de carraca. Leal, exquisito, filosófico, cabal, solidario, sevillista, “de San Bernardo”, flamenco, zumbón…….sevillano. Ya no está ni se le espera con su cabeza siempre cubierta, tanto en los fríos días invernales como en los largos y rigurosos de la canícula sevillana. Su entrada en las tabernas lo hacía invitando y con su secular saludo de: “A la paz de Dios señores”. Fue de los primeros en naufragar en los mares del amianto de Uralita, viéndose relegado a la condición de pensionista por invalidez, sin tener que pasar por ningún dudoso ERE. Sacó matricula de honor en todo aquello en que le situó la vida: Nieto, hijo, hermano, esposo, amante, padre, tío, abuelo, amigo, vecino y compañero. Era, al machadiano modo, “en el buen sentido de la palabra bueno”. Sabía de Flamenco más que don Silverio Franconetti y de Toros podía contar cosas que no figuraban en el Cossío. Nació y se hizo hombre en el Barrio de San Bernardo, siempre a la sombra del Cristo de la Salud y a la luz de la Virgen del Refugio. Los Miércoles Santo eran para él sagrados, y se revestía por un glorioso día del ropaje de los habitantes eternos del Barrio de los Toreros. Mientras esperábamos que se hiciera realidad aquello de que: “polvo eres y en polvo te convertirás”, lo recordamos gozosos a través de sus cientos de anécdotas. Recuerdo un día que fuimos a enterrar al padre de un amigo cuando me dijo: “Juanlu, ¿tu sabes lo que sería el colmo de la sinceridad?, pues que alguien en un entierro hablara mal del muerto”. Mala época esta en que, con demasiada frecuencia, despedimos para siempre a familiares y amigos. De niño nos enseñaron que dejáramos de jugar en la calle mientras pasaba un entierro. Era una señal de respeto. Hoy, ya con la niñez guardada en los confines del alma, las cosas ocurren al revés: se paran los entierros para vernos pasar a nosotros. Vaya usted con Dios amigo Manué. Seguro que será bien recibido allá donde le tengan destinado. Ruegue por nosotros que pecamos mas de la cuenta pero, eso si, siempre sin causar estragos en corazones ajenos. No tenga prisas en convocarnos antes de tiempo, pues tampoco es plan de dejar vacías las tabernas.
Cuando la Cruz de Guía de San Bernardo alcance la cima del Puente te recordaré desde la atalaya de la Puerta de la Carne. Lo haré por ti y, sobre todo, al conjuro del placer de haberte conocido. Lo dicho: “A la paz de Dios señores”.
cuando un amigo se va
y va dejando una huella
que no se puede borrar”.
- Amigos de Gines -
Le llamaban Manuel, nació en España, su casa era de…todo el que llamaba a su puerta. Hace un par de día le dimos cristiana sepultura –o mejor quedó reducido a cenizas- y después nos emborrachamos de cerveza y pena. Sus apellidos poco importan en alguien que llevaba la bondad y la solidaridad pegadas a las paredes del alma. Nos lo dejó dicho al “serratiano” modo: “A mí enterradme sin duelo entre la tierra y el cielo”. El humo de sus cenizas impregnó de decencia el aire de la mañana. Nunca las llamas pasaron de purificar a ser purificadas. Consiguió que nos reuniéramos en torno a su cuerpo inerte gente variopinta y de muy distinto “pelaje”, pero con un denominador común: el haber tenido la suerte de conocerlo y tratarlo. Su cruel y larga enfermedad no hizo más que hacerlo crecer como ser humano. Cuando lo visitaba siempre me pedía que le contara el último chiste o noticias frescas de su Sevilla FC. Él era algo más que un sevillano. Él era parte inseparable de la Ciudad. Su mundo se asentaba en el trípode desde donde se retrataba la vida de los hombres de antaño: Familia, Trabajo y Taberna. En una sociedad como la actual de cartón piedra él era puro mármol de carraca. Leal, exquisito, filosófico, cabal, solidario, sevillista, “de San Bernardo”, flamenco, zumbón…….sevillano. Ya no está ni se le espera con su cabeza siempre cubierta, tanto en los fríos días invernales como en los largos y rigurosos de la canícula sevillana. Su entrada en las tabernas lo hacía invitando y con su secular saludo de: “A la paz de Dios señores”. Fue de los primeros en naufragar en los mares del amianto de Uralita, viéndose relegado a la condición de pensionista por invalidez, sin tener que pasar por ningún dudoso ERE. Sacó matricula de honor en todo aquello en que le situó la vida: Nieto, hijo, hermano, esposo, amante, padre, tío, abuelo, amigo, vecino y compañero. Era, al machadiano modo, “en el buen sentido de la palabra bueno”. Sabía de Flamenco más que don Silverio Franconetti y de Toros podía contar cosas que no figuraban en el Cossío. Nació y se hizo hombre en el Barrio de San Bernardo, siempre a la sombra del Cristo de la Salud y a la luz de la Virgen del Refugio. Los Miércoles Santo eran para él sagrados, y se revestía por un glorioso día del ropaje de los habitantes eternos del Barrio de los Toreros. Mientras esperábamos que se hiciera realidad aquello de que: “polvo eres y en polvo te convertirás”, lo recordamos gozosos a través de sus cientos de anécdotas. Recuerdo un día que fuimos a enterrar al padre de un amigo cuando me dijo: “Juanlu, ¿tu sabes lo que sería el colmo de la sinceridad?, pues que alguien en un entierro hablara mal del muerto”. Mala época esta en que, con demasiada frecuencia, despedimos para siempre a familiares y amigos. De niño nos enseñaron que dejáramos de jugar en la calle mientras pasaba un entierro. Era una señal de respeto. Hoy, ya con la niñez guardada en los confines del alma, las cosas ocurren al revés: se paran los entierros para vernos pasar a nosotros. Vaya usted con Dios amigo Manué. Seguro que será bien recibido allá donde le tengan destinado. Ruegue por nosotros que pecamos mas de la cuenta pero, eso si, siempre sin causar estragos en corazones ajenos. No tenga prisas en convocarnos antes de tiempo, pues tampoco es plan de dejar vacías las tabernas.
Cuando la Cruz de Guía de San Bernardo alcance la cima del Puente te recordaré desde la atalaya de la Puerta de la Carne. Lo haré por ti y, sobre todo, al conjuro del placer de haberte conocido. Lo dicho: “A la paz de Dios señores”.
miércoles, 4 de mayo de 2011
De la Real Boda o la Realidad del Paro
El pasado mes de Abril, que ya se nos aparece perdido en la nebulosa del tiempo, se cerró con dos titulares de gran impacto mediático y de distinto recorrido. Por un lado la resaca de otra “Boda del Siglo”. Ocurrió en la Inglaterra de don William y doña Margarita y tuvo como actores principales al “Chiquillo” mayor de la incomparable y recordada Lady D y de su real esposo, eterno pretendiente a la Corona británica. La novia era la hija de una familia bien que, partiendo de la nada, consiguió sumar a la nada un “porrón” de millones de libras esterlinas. Una Boda Real que tanto gusta al pueblo y que tanto juego da a la prensa en general. Suerte a los contrayentes en los días que se les avecinan. Estrecheces me parece a mí que pasarán pocas. Todas las parejas se merecen ser felices, independientes de su condición social o del color de su sangre. Llamó poderosamente la atención la ausencia en tan Real evento de Tony Blair y de su inteligente esposa. El Ex Primer Ministro británico –sorpresivamente- no fue invitado a tan “histórico” acontecimiento, sin que los analistas hayan sido capaces de descifrar las causas. Cuando falleció en accidente parisino Lady D la Familia Real inglesa no estuvo a la altura de las circunstancias y, fue de las pocas veces, que la ciudadanía británica cuestionó a su Monarquía. Fue Tony Blair quien literalmente les salvo “los muebles” y, lo más importante, les garantizó su futuro monárquico. Tampoco creo que este, hoy cuestionado político, pierda el sueño por esta “Real ofensa”. Me imagino que tendrá cosas más importantes de las que preocuparse.
El otro titular con el que cerramos el lluvioso Abril fue la cifra histórica que alcanzó el Paro en España. Se situó a las puertas de los ¡5.000.000! de parados. Las familias con todos sus miembros sin posibilidad de trabajar alcanzan el 1.400.000 y el porcentaje de jóvenes en paro supera el 45%. En Sevilla alcanzamos el record histórico de parado: ¡244.500! Terrible y desesperanzador a más no poder. Mientras que la locomotora de Europa –Alemania- marcha a toda “pastilla” y, se puede ya permitir, el contratar a gente de fuera, aquí estamos “gobernados” por una partida de demagogos que ya ni ellos mismos se creen sus optimistas augurios de futuro. Siempre con la misma cantinela de los “brotes verdes” que dentro de poco aparecerán como las flores de la Primavera. Lo cierto es que ya estamos en puertas del largo y calido verano y, este año por distintas causas, la Primavera además de breve ha sido tremendamente perniciosa. Eso si, siempre nos quedarán las Bodas Reales y los avatares sentimentales de Belén Esteban. Siempre ocurrió así desde la época de los romanos y, me temo que seguirá ocurriendo. La lucha por las conquista de la libertades da sentido y grandeza a la existencia humana. Libertad de pensar; libertad de sentir; libertad de opinar y libertad de actuar. Pero, al final, parece ser que utilizamos esas libertades para decir que miembro de la realeza llevaba el vestido “más mono” y si nos gustó el vestido de la novia. Aparte claro está para mostrar nuestra satisfacción porque nuestra doña Leticia era de las mejor vestidas. Nada nuevo bajo el sol. “Si, quiero”…. ¿trabajar? Pues si vives en España lo tienes crudo.
El otro titular con el que cerramos el lluvioso Abril fue la cifra histórica que alcanzó el Paro en España. Se situó a las puertas de los ¡5.000.000! de parados. Las familias con todos sus miembros sin posibilidad de trabajar alcanzan el 1.400.000 y el porcentaje de jóvenes en paro supera el 45%. En Sevilla alcanzamos el record histórico de parado: ¡244.500! Terrible y desesperanzador a más no poder. Mientras que la locomotora de Europa –Alemania- marcha a toda “pastilla” y, se puede ya permitir, el contratar a gente de fuera, aquí estamos “gobernados” por una partida de demagogos que ya ni ellos mismos se creen sus optimistas augurios de futuro. Siempre con la misma cantinela de los “brotes verdes” que dentro de poco aparecerán como las flores de la Primavera. Lo cierto es que ya estamos en puertas del largo y calido verano y, este año por distintas causas, la Primavera además de breve ha sido tremendamente perniciosa. Eso si, siempre nos quedarán las Bodas Reales y los avatares sentimentales de Belén Esteban. Siempre ocurrió así desde la época de los romanos y, me temo que seguirá ocurriendo. La lucha por las conquista de la libertades da sentido y grandeza a la existencia humana. Libertad de pensar; libertad de sentir; libertad de opinar y libertad de actuar. Pero, al final, parece ser que utilizamos esas libertades para decir que miembro de la realeza llevaba el vestido “más mono” y si nos gustó el vestido de la novia. Aparte claro está para mostrar nuestra satisfacción porque nuestra doña Leticia era de las mejor vestidas. Nada nuevo bajo el sol. “Si, quiero”…. ¿trabajar? Pues si vives en España lo tienes crudo.
lunes, 2 de mayo de 2011
Tradición no es igual a inmovilismo
Los políticos sevillanos de izquierdas han configurado en los últimos años un discurso secular que trata –interesadamente- de cuadrar la siguiente e imposible ecuación: Tradición es igual a Inmovilismo. Posiblemente los dos –para mí nefastos- políticos de “izquierda” que dirigieron los destinos de la Ciudad en los últimos años, hayan representado la cúspide de esta demagógica maniobra de distracción de los verdaderos problemas que en verdad afectan a los ciudadanos. Cuando nuestro actual Alcalde “inauguró” las “Setas de la Encarnación” se despachó a gusto sobre el particular. Venía a decir que: “Esta obra quedará enmarcada dentro de los parámetros históricos de la Sevilla Eterna, a pesar de las criticas recibidas desde una Sevilla inmovilista y poco proclive a la modernización de la Ciudad” ¡Tira millas morena que vienen curvas! Es decir que, en versión monteserinesca, el enorme sobrecoste de este mamotreto; su dudosa ubicación y, su más que relativa utilidad forman parte de una campaña mediática de los “Depositarios de las esencias” de la Sevilla más rancia y conservadora. Sevilla, sin necesidad de entrar en la autocomplacencia, ni en un dudoso ejercicio de “ombliguismo patrio”, se nos presenta como una de las ciudades universales con mayor carga histórica. Pocas -por no decir ninguna- presentan un balance cultural y monumental de mayor o similar magnificencia que la vieja Híspalis. La Sevilla romana, mora, judía o cristiana simbolizó en España un crisol de civilizaciones, a la vez antagónicas y complementarias, que posibilitaron que por esta tierra encontraran su cobijo y también su desarrollo natural (también hubo “follones” y gordos pero esto va implícito con la condición humana). Los distintos periodos de la Historia sevillana están perfectamente estudiados, siendo numerosa y riquísima la bibliografía que así lo atestigua. Todo es cuestión de ponerse manos a la obra, y mostrar una cierta inquietud por saber de donde venimos y lo que fuimos (conozco sevillanos que te recomiendan fervientemente si vas a Toledo visitar el Alcázar de aquella Ciudad y, nunca han ido ellos a ver el suyo). Solo de esta forma podemos comprender lo que somos en la actualidad y así poder determinar lo que podemos a llegar a ser en el futuro. Una vez más el manido –pero verdadero- discurso de “conocer la –tu- Historia en profundidad para no repetir los mismos errores”. Pocas ciudades a lo largo de su Historia han sufrido tal cúmulo de tropelías y barbaridades como Sevilla. Fue derribado sin contemplaciones su recinto amurallado; las puertas del mismo; edificios emblemáticos de todo tipo y comercios que simbolizaban las más nobles tradiciones de la Ciudad. Siempre actuó la piqueta bajo la sacrosanta consigna de la ¡modernidad! Todo ha girado siempre en torno a una falsa dualidad: el discurso tradicionalista (los rancios inmovilistas) y, el que dimana del modernismo (los vanguardistas envueltos hoy en el halo de la progresía). Interpretar el cauce de un río poniendo el énfasis en una sola de sus orillas no es solamente erróneo, sino que cae inevitablemente en el terreno de la perversión. Sevilla ha tenido desde la entrada de la Democracia distintos alcaldes de distintas filiaciones políticas. Los ha habido buenos (pero a tiempo parcial); regulares y nefastos hasta la saciedad. Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Málaga o Bilbao, por citar algunos ejemplos de grandes ciudades españolas, ya han disfrutado –o disfrutan- de buenos alcaldes a tiempo total, “full time” que dirían los ingleses. Sevilla tiene pendiente esa asignatura, y veremos si la persona que salga elegida dentro de ya pocos días reúne esas condiciones. ¡Por los clavos de Cristo –el del Amor- no más Pactos de Progreso!
Los años y las muchas cosas perdidas son ya irrecuperables, pero queda todavía mucha Sevilla por conservar y muchos avances por desarrollar. Urge de manera perentoria sacar a Sevilla de la UVI.
Si queremos introducirnos en la modernidad afrontemos el tremendo Paro que nos azota; frenemos el vandalismo permisivo que nos invade; emprendamos de manera racional la tan cacareada y secularmente pendiente vertebración de la Ciudad; su movilidad; su Cultura pasada, presente y futura y su…..para que seguir. Nuestras tradiciones, costumbres y monumentos no son solo formas anquilosadas del pasado, ni tampoco fotos apresadas en hermosas postales. Son –ni más ni menos- el vínculo que nos ata a nuestros ancestros y nos convertirán en eslabones eternos de esta hermosa cadena sentimental al que los ingleses denominan “Seville”. Un nazareno del Amor viajando en la Línea 2 del Metro camino del Salvador podría ser una manera de unir tradición y modernidad.
Los años y las muchas cosas perdidas son ya irrecuperables, pero queda todavía mucha Sevilla por conservar y muchos avances por desarrollar. Urge de manera perentoria sacar a Sevilla de la UVI.
Si queremos introducirnos en la modernidad afrontemos el tremendo Paro que nos azota; frenemos el vandalismo permisivo que nos invade; emprendamos de manera racional la tan cacareada y secularmente pendiente vertebración de la Ciudad; su movilidad; su Cultura pasada, presente y futura y su…..para que seguir. Nuestras tradiciones, costumbres y monumentos no son solo formas anquilosadas del pasado, ni tampoco fotos apresadas en hermosas postales. Son –ni más ni menos- el vínculo que nos ata a nuestros ancestros y nos convertirán en eslabones eternos de esta hermosa cadena sentimental al que los ingleses denominan “Seville”. Un nazareno del Amor viajando en la Línea 2 del Metro camino del Salvador podría ser una manera de unir tradición y modernidad.
domingo, 1 de mayo de 2011
El Mairenismo en la encrucijada
Lamento constatar con bastante preocupación como el impagable legado cantaor de don Antonio Cruz García, “Antonio Mairena”, se esté diluyendo con el paso de los años. Las nuevas generaciones de cantaores están tomando como referencia a: Caracol, Marchena, Vallejo, Pastora, Morente, Camarón…y, están obviando la imprescindible y magna obra flamenca del Maestro de los Alcores. Las cosas de todas formas no ocurren fruto de las casualidades sino que, muy al contrario, vienen determinadas por elementos objetivos. Tanto han llevado los “mairenistas” su cántaro hasta la fuente de la pureza y la ortodoxia que al final se les ha roto por el camino. Insisto, sinceramente esta situación actual de indeferencia hacia el testamento sonoro de Antonio Mairena no me resulta nada grata. El Antonio Mairena cantaor (el que de verdad interesa a la Historia del Cante Flamenco) ha quedado diluido enmarañado en una “filosofía” reducionista y redentora que, como todo la vacuo, va desde ninguna parte hacia ningún sitio. Se creó un armazón ideológico que, por primera vez, encerraba al Cante entre cuatro paredes. A saber: Ortodoxia en las formas; Prioridad absoluta de algunos estilos (deslegitimando a los demás); Raíces gitanas en el fondo y en la forma (el Cante Flamenco pasó a llamarse Cante Gitano-Andaluz) y, freno riguroso a las veleidades vanguardistas. Toda esta serie de despropósitos que, a pesar de su pretendido barniz izquierdoso, no dejan de ser reaccionarios, han propiciado que la juventud cantaora actual haya dado un si rotundo al don Antonio cantaor, y un no sin cortapisas a la cohorte de “Antoñitos ortodoxos”. Decir tantas veces que: “en el Cante ya está todo hecho y lo que procede es engancharse a la tradición y no estropearlo”, es ponerle puertas al campo de la creatividad. Hoy, ante tanto camelo y vulgaridad, cobra una especial relevancia la figura cantaora de don Antonio Mairena pero, ya la filosofía mairenista, se nos muestra anquilosada y carente de rigurosidad. Mairena fue algo más –mucho más- que un gran recuperador de cantes gitanos en vías de extinción. Fue un creador –por elevación cantaora y encuadramiento intelectual- de estilos básicos del Cante Flamenco y, flaco favor a la postre le han hecho sus acólitos, en aras de defender su teoría “jonda” redentora. Desde mi modesta tribuna de “caracolero” converso y confeso no tengo reparos en reconocer que, en la obra del Maestro de los Alcores, está lo mejor -pero no lo único- del Cante. Si hoy está injustamente olvidado es debido al “trabajo” de sus apologistas que confundieron el pan con el trigo. Es urgente su plena recuperación cantaora, dotándola de nuevos elementos a través de estudios rigurosos y alejados del sectarismo. Queda mucho Mairena por descubrir y en ello nos jugamos buena parte del buen encauzamiento de este Arte. La creatividad, en cualquier campo de la Cultura , ni puede estar encorsetada ni tampoco volando como una cometa al son que marquen los tiempos.
Juan Luis Franco – Domingo día 1 de Mayo del 2011 (Día mundial de los parados)
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