Se nos marcha enero y, como pasó siempre, se lleva atado al talle de su
cintura promesas incumplidas y placenteras tardes-noches de mesa-camilla. Nada
es como antes e incluso este mes llamado “de las rebajas” queda encubierto por
una difícil situación que hace que estemos rebajados todo el año. Pasaron de
manera tan fulgurante como hermosa la ilusión infantil de los Reyes; los nuevos
y vanos propósitos de Año nuevo (vida nueva) y el Quinario del Señor de Sevilla
y la Novena de
Jesús de la Pasión. Con
Ellos empieza un ciclo que termina y empieza a la vez cuando un nazarenito
blanco pise por primera vez la rampa del Salvador. La vida en Sevilla se nutre
de momentos por vivir atados a los vividos por quienes nos antecedieron. Aquí
lo nuevo se nutre de lo viejo y lo viejo de retroalimenta de lo nuevo. Una
espiral de sentimientos indeleblemente unidos a las tradiciones y la fe. Los
tiempos cambian y nos hacen cambiar a nosotros con ellos. Bien está que de vez
en cuando saquemos a pasear al niño que un día fuimos. Cosa bien distinta es,
como adultos, escudarnos para no crecer en los paraísos perdidos de la
infancia. La vida, fundamentalmente, es presente y futuro. Lo vivido, para lo
bueno y lo malo, vivido está. Lo verdaderamente importante es el día que
empieza y que, si Dios así lo quiere, podremos gastar en horas y momentos. Cuando
los recuerdos son gratos el pasado nos redime y nos ennoblece a parte iguales. Bien
está vivir con los momentos pasados; mala cosa es cuando los mismos nos atan a
la melancolía. Vivir anclado en el ayer de manera permanente es el camino más
corto para renunciar a la vida presente. Más importante que lo que “decíamos
ayer” es lo que “podamos decir hoy”. Enero se nutre de savia de ramas nuevas
enredadas en las raíces de los troncos viejos. Siempre pasó así y siempre
pasará de la misma manera. Enero es un poema perdido en la noche de los
tiempos; una ilusionada risa infantil; el frío en cuerpo y alma de un anciano;
una promesa en el aire buscando verdad y destinatario; un círculo sentimental
que empezó a rodar y el inicio de casi todo. Enero llega y se va dejando en
cuerpos y almas la sensación de que lo bueno siempre estará por llegarnos. Decíamos ayer.
viernes, 30 de enero de 2015
miércoles, 28 de enero de 2015
Mentiras
(Los aires llevan mentira
el que diga que no miente
que diga que no respira)
Unas veces mentían por piedad
otras, decían, que era por no herir
…..sensibilidades.
Mentía el día con sus amaneceres
y lo hacia la noche con falsas estrellas.
El niño le pide a la madre cuentos
que le ayuden a sobrellevar la mentira.
El anciano pide mentiras ante los
temidos desenlaces de los epílogos;
llama a Dios en sueños y hasta Dios
lo consuela contándole mentiras piadosas.
Los enamorados, más que la verdad,
lo que quieren es el amor verdadero.
El puente engaña al agua dejándola
pasar y el agua lo hace con el puente
prometiéndole pasar de nuevo.
Tú me engañas,
yo te engaño
y nosotros nos engañamos.
Nada es lo que parece
y muchos menos lo que se dice.
Todos mentimos por mentir
y aquel que esté libre de engaños
…¡que tire la primera mentira!
Juan Luis Franco – Miércoles Día 28 de Enero del 2015
lunes, 26 de enero de 2015
Cultura cofrade
No tengo reparos en reconocer que adolezco de eso que se llama “Cultura
cofrade”. No vivo el día a día de las novedades que acontecen en las
Hermandades de Sevilla y, sobre las mismas, mi nivel de conocimiento es más
bien cortito. Como todo lo relacionado
con Sevilla me interesan y entiendo que en la Historia de las mismas
está implícita el alma de la Ciudad. Fundamentalmente
los aspectos antropológicos, sentimentales o historicistas de tan magno
acontecimiento. Soy, por distintas razones, Hermano de Pasión, la Candelaria y el Gran
Poder. Desde hace ya algunos años hago la Estación de Penitencia acompañando al Señor de
Pasión. Cada tarde de Jueves Santo se me representa como el momento culmen de
todo el año. Pero que nadie me pregunte como se llama el capataz de Pasión pues
no sabría contestarle. Evidentemente podríamos hacernos la siguiente pregunta:
¿si cambian de capataces el Señor de Pasión o el del Gran Poder se verá
reducida su magnificencia en la calle? Sinceramente, y desde mi reconocida
ignorancia, creo que uno de los males endémicos de nuestra Semana Mayor es
confundir lo fundamental con lo accesorio. Veo de vez en cuando algunos de los
Programas de Semana Santa que se emiten en las televisiones locales y algunos
me dejan perplejo. Se abren encendidos debates sobre la manera de “andar” los
pasos; los exornos florales; las restauraciones; las bandas de música; la
manera de vestir a las vírgenes o las cuadrillas de costaleros. Lo principal, es decir el fervor a lo que las
imágenes representan queda no pocas veces en un segundo plano. El compromiso
cristiano; la solidaridad asistencial; la asistencia a los Cultos de la Hermandad; las visitas
regulares a las Capillas en busca de paz y sosiego y, no digamos, la asistencia
al acto de la Eucaristía
quedan relegados a un plano secundario. Lo accesorio, que en definitiva es lo
que vende, siempre ocupa un lugar preferente. En su día me llamó poderosamente
la atención que hasta de tres Hermandades distintas me ofrecieran la posibilidad de dar un Pregón. Aparte de agradecer de todo corazón la
gentileza, si los aceptara (seguro que, por desconocimiento, lo haría de manera
horrorosa) caería en algo que, profundamente, me repatea: la impostura. Ignoro si se me puede catalogar como un
cofrade al uso. Sinceramente creo que en absoluto lo soy. Vivo, eso si,
intensamente los preámbulos de la Semana
Santa (la
Cuaresma) por entender que en ellos se nota como la Ciudad palpita de gozo y se
ennoblece. El Pregón (en Sevilla los hay ya por decenas y para todos los
gustos) lo he seguido en algunas ocasiones pero ya se me representa como algo
cansino, caduco y obsoleto. Puede que, para lo bueno y para lo malo, la Semana Santa se nos configure
como algo espiritualmente imprescindible pero, en no pocas ocasiones,
gestionada por “niños grandes” que se niegan a crecer. No se puede entender
Sevilla sin su Semana Mayor ni tampoco históricamente sin el amasijo de sus
contradicciones. Respetando, como no
puede ser de otra forma, la manera de pensar que cada cual tenga sobre este
hermoso evento donde confluyen fe, tradición, sentimientos y belleza. Puede
que, por mi parte, no deje de ser un ejercicio de arrogancia escribir y opinar
sobre cosas que no conozco en profundidad. Mis disculpas por adelantado. Lamentablemente
la osadía conoce pocos límites.
domingo, 25 de enero de 2015
Frío en el alma
Para alguien que había sido un niño friolero y un adulto aún más
friolero no era de extrañar que ahora fuera un anciano extremadamente friolero.
Nunca supo el motivo pero la verdad es que pareciese como si al nacer ya trajera
el frío estampado en los huesos. Persona enjuta y de porte sumamente elegante
usaba manga larga incluso cuando la canícula se mostraba más inmisericorde. Te
daba la mano (hasta en verano) y era como si se la estrecharas a la “Canina del
Santo Entierro”. Aquel infausto día estaba sentado leyendo en su sillón de
orejas con su pijama de franela; un par de calcetines dobles de lana; camiseta
polar de manga larga; calzoncillo tobilleros versión “Río Bravo”; una pantuflas
de paño cuanto más viejas más cómodas y un batín azul sujeto con un grueso lazo
por la cintura. Leía para aprovechar la luz de la mañana muy cerca de la
terraza de su casa pero, eso si, con los cristales herméticamente cerrados. Era
normal a su edad que debido a las pastillas que tomaba se quedará dormido
mientras leía. Notaba un leve sopor que poco a poco lo iba alejando de cuanto
le rodeaba. El libro casi siempre terminaba por los suelos y el señalizador
dejando de cubrir su necesaria y noble función. Para evitarlo tenía un tampón
de tinta azul y al pasar cada página solía estampar en la parte alta de las
mismas su ya ennegrecido dedo índice. Así dejaba marcado convenientemente la
última página leída. Nunca imaginó que el sopor de aquella mañana sería el
definitivo y lo iba a transportar al mundo de los eternos ausentes. Se quedó
dormido para siempre. Era un domingo día dieciocho de enero del 2015. Se llamaba Filiberto Fernández de Zayas y
tenía noventa y cinco años recién cumplidos. Uno de los mejores médicos
nutricionistas de España y eterno vecino de la Judería sevillana. De la
calle Verde que te quiero verde. Persona cultísima y de trato educado y amable.
Solía sentarse cada mañana en el interior del “Bar Giralda” y allí degustar
lentamente café, tostada de mermelada y prensa. A pesar de su declarado
agnosticismo acudía cada mañana a la
Iglesia de San Bartolomé y se sentaba en pleno recogimiento ante
el Santísimo. Decía que para él aquello era un ejercicio de introspección y al
que no estaba dispuesto a renunciar. Siempre me dijo que “quien asume sus
contradicciones vive dos veces”. Lo conocí una mañana hace ya muchos años en
una edición de la Feria
del Libro Antiguo y de Ocasión. Coincidimos en una caseta y al interesarnos los dos por el
mismo libro esto le llamó gratamente la atención. Le dije que lo conocía de
vista y poco a poco se fue labrando entre nosotros una amistad basada en el
respeto, el afecto y, por mi parte, en una profunda admiración. Me sacaba no
menos de veinticinco años y curiosamente él, en sus apreciaciones políticas,
sociales y culturales, parecía el más joven de los dos. Un hombre progresista
en el sentido más noble del término y una de las personas de cuantas he
conocido que mejor sabían complementar contenido y continente. Era viudo y su
único hijo murió siendo muy joven en un accidente de aviación. Aquello añadió a
su ancestral frío en el cuerpo el peor de los fríos: el del alma de paloma
herida. Lo cuidaba con esmero su sobrina Elena y a la que según me decía quería
como si fuera su hija. Don Filiberto nació accidentalmente en Barcelona y
desembarcó en la Ciudad
cuando tan solo contaba seis años de edad. Su padre era un afamado notario y su
madre fue una excelente profesora de piano. Le gustaba mucho charlar conmigo y
a mi me resultaba enormemente gratificante gozar de sus amenas conversaciones. Hombre
discreto y poco dado al barullo y a la magnificencia. Por respeto he cambiado
su nombre en este sentido Toma de Horas pues seguro que él no me autorizaría a
hablar de su persona.
El lunes pasado lo enterraron junto a su mujer y su hijo en el
Cementerio de San Fernando. Lo esperaba el frío mayor al que se enfrentan los
humanos: el del mármol de los cementerios. La infinita soledad de los eternos
ausentes.
Fuimos a despedirlo un buen número de leales. Don Filiberto fue de esas personas que viven
por y para los demás y que consiguen que nuestras vidas sean más placenteras.
Una mente lucida y un alma bondadosa envueltas dentro de un cuerpo siempre
frío. Su sobrina Elena leyó unas sentidas palabras escuchadas con emoción y el
respeto de los allí congregados. Los mismos que despedíamos con gran afecto al
hombre del corazón caliente y las manos siempre heladas. Espero que Dios en su
infinita bondad, al haberlo acogido con los brazos abiertos, lo ponga lo más
cerca posible del brasero divino. Aunque puede que ya calor y frío sean la
misma cara de la última moneda por gastar: la gloria eterna de las personas
bondadosas, cultas y decentes.
viernes, 23 de enero de 2015
Ciencias y Letras
Son muchas las voces autorizadas que claman contra ese interesado
criterio de separar drásticamente lo científico de lo cultural. Ser de Letras o de Ciencias como proclama de
haber emprendidos caminos diametralmente opuestos. Las Matemáticas (“las mates”) siempre se
aparecen como el diablo personificado en las distintas etapas de cualquier
estudiante. Luego la vida en cualquier ámbito privado, profesional o laboral te
demostrará que todo gira en torno a los números y a los conceptos (Cifras y Letras).
Desde una modesta ama de casa hasta un Catedrático de Estructura Económica
saben que tienen que “bregar” cada día con las matemáticas. Cada uno a su
manera y cada uno a su forma. Pedagogos e intelectuales coinciden que la clave
está en hacer asequible a todo el mundo los términos y conceptos científicos. Cuando
las cosas se explican con claridad y de manera paciente siempre, más temprano
que tarde, son entendidas. Con buenos profesores y alumnos voluntariosos nada
es imposible de aprender y/o entender. La Ciencia es fascinante pues logra descifrar la
mayor parte de los problemas a los que nos enfrentamos los humanos. La Cultura lo es por
conseguir que la vida de las personas sea más intensa y placentera. En
complementar ambas materias estaría eso que eufemísticamente se llama en la
actualidad “formación integral”. Son los
políticos, los malos políticos, los verdaderamente interesados en seguir
“liando la guita” para que tan solo ellos sean capaces de enredarla y
desenredarla. Nuestro actual Gobierno saca pecho argumentado que la Economía española está
mejorando por día y que ya se está saliendo de la Crisis. Una rotunda falacia que
la dura realidad cotidiana de la vida de la gente se encarga de desmentir. La
situación actual de millones de parados
españoles es desesperante. Las condiciones de trabajo, cercanas a una
explotación tercermundista, que sufren muchos trabajadores (sobre todo jóvenes
y emigrantes) o la desbandada hacia el extranjero de nuestros mejores talentos hablan
por si solas. Los duros recortes sociales, sanitarios y educativos han sido
tremendos en estos dos últimos años. A la gente corriente y moliente no le
salen las cuentas del Gobierno en esa cacareada y publicitada “recuperación
económica”. La Ciencia
(y la Cultura)
nunca pueden estar al servicio de los poderosos para engañar perpetuamente a la
gente. Cifras y Letras al servicio de la
verdad de las cosas y no como subterfugios para perpetuarse en las poltronas
del Poder. Hagamos nuestras propias cuentas (aunque sea sumando con los dedos)
y si no nos cuadran alguien no está engañando.
Cifras y Letras (siempre por ese orden).
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