lunes, 30 de enero de 2017

Búcaro




Hubo un tiempo no muy lejano donde en Sevilla a los botijos les llamábamos búcaros y a los churritos los conocíamos como calentitos. Podíamos seguir con otros muchos conceptos (patatas donde antes decíamos papas y profesores en vez de maestros) que cambian el continente pero nunca el contenido de las cosas y las personas. La ecuación verano-búcaro era un matrimonio tan consistente que difícilmente podíamos imaginar el uno sin el otro. En mi casa siempre teníamos a mano un búcaro lebrijano achatado de barro rojo. La situación que ocupaba en la vivienda estaba en consonancia con los distintos momentos del día. Con la amanecida empezaba su fresca andadura en la ventana que daba a la calle y terminaba su periplo encima de la mesa (lo escribo correctamente: “la” mesa no “una” mesa).  Los búcaros nuevos tardaban algún tiempo en dar el agua fresca (se alimentaba los primeros días con un poquito de aguardiente) y se situaba sobre un plato (generalmente de plástico) que recogía el agua que sudaba por sus poros. Contra más viejo mejor era el frescor del agua que contenía. Que se rompiera (cosa que, dada de mi inveterada condición de manazas integral, solía pasarme a mí) era una auténtica tragedia.  Uno nuevo requería un periodo de adaptación no siempre fácil de digerir. Para beber del búcaro se requería una cierta técnica heredada de nuestros mayores. Se levantaba lateralmente para que no te cayera encima el agua derivada del plato.  Luego un tiento largo a cierta distancia de la boca y, antes de terminar, procurar que una parte del agua vertida te chorreara por la camiseta de tirantas de Pérez Cuadrado.  Costumbres del ayer que, como en este caso, no estoy dispuesto a renunciar. El búcaro –mi búcaro- sigue formando parte de mi largo y calido verano. La frescura de su agua nunca podrá proporcionarla ningún frigorífico.  Beber copiosamente del agua que desprende un búcaro por su pitorro es darle una larga cambiada a este modernismo de salón que nos invade. Ahora, eso si, si lo rompo lo tengo que pagar de mi bolsillo y ya nadie, desgraciadamente, puede reñirme.  Almas de cántaro y sentimientos de búcaro.


Juan Luis Franco –  Lunes  Día 30 de Enero del 2017


viernes, 27 de enero de 2017

Majaretas del Arte Jondo



Juan Heredia es un gitano de verde luna y soles macareno que siempre reafirmó su existencia en cinco raíces fundamentales: su trabajo de tapicero, su familia, su Esperanza Macarena, su Sevilla FC y el Flamenco.  Este gitano, cabal entre los cabales, es de los que más saben del Arte Jondo en la Tierra de María Santísima. Exquisito en el vestir y con unos modales en su comportamiento digno de los Salones de Versalles. Son ya muchos los años que hace que nos conocemos y hemos compartido algunas noches de vino y Cante que solo podían verse interrumpida por las luces de la amanecida. Tiene no menos de una docena de sombreros y siempre los muestra orgulloso en su altiva y noble cabeza acorde con los rigores veraniegos o invernales. Más que cumplir años parece que los descumple. De andares garbosos y toreros encuentra el cenit de su existencia cuando porta el pañuelo blanco de encajes en el besamanos de la Esperanza de todas las esperanzas. Acude con frecuencia a la Capillita de San José y allí permanece sentado un buen rato para, según me dice, recargar las pilas de la templanza que atesora desde que acompañaba a su abuela Matilde a la Plaza de la Feria.  Lo veo venir a los lejos y antes de saludarlo ya se que me alegrará el día.  Lo paro y después de saludarlo afectuosamente siempre le “entro a saco” al terreno donde se encuentro más feliz: “Juani, ¿como era la Soleá de Charamusco que cantaba Antonio Mairena?”.  Me coge del brazo y me aparta del centro de la calle y, sin soltarme del todo, me canta por lo bajini dos o tres tercios de los que te crujen los huesos.  Luego se va del tirón sin volver la vista atrás y dejándome una sonrisa de más y una pena de menos.  Lo veo perderse garboso calle Sierpes abajo mientras yo sigo mi camino en busca de la Judería sevillana. Posiblemente ya seamos parte de una especie en vías de extinción.  La de los “majaretas” por el Arte Jondo.  


Juan Luis Franco – Viernes Día 27 de Enero del 2017


miércoles, 25 de enero de 2017

Judíos sevillanos



“Cualquier civilización posee en su
corazón la flor de su decadencia
y cualquier éxito termina embarrado
en el fracaso de la muerte”
- Vicente Verdú –

Creo aún a riesgo de estar equivocado que la influencia judía sobre la idiosincrasia sevillana no ha sido suficientemente estudiada y analizada. En la página Web “Caminos de Sefarad” (Red de juderías de España) se dice: “La judería de Sevilla comprendía los actuales barrios de Santa Cruz, Santa María la Blanca y San Bartolomé, y estaba separada del resto de la Ciudad por una muralla, que bajaba desde el comienzo de la calle Conde Ybarra, pasando por la Plaza de las Mercedarias, hasta la muralla de la Ciudad. (…. …..)  Desde entonces los navíos hebreos comenzaron a llegar a la famosa Tarsis, es decir a la magnifica región española que debe su nombre al Tartesio o al Guadalquivir”.  Pero más que de enclaves y elementos históricos que es cosa de estudiosos e historiadores quiero hacer referencia que legado sentimental y vivencial nos dejaron los judíos.  Damos por hecho que lo estrictamente musulmán forma parte de nuestra manera de comportarnos de puertas para dentro y lo romano el hacerlo de puertas para fuera.  Pero, ¿por qué dejamos siempre al margen a los judíos en nuestra manera de sentir y pensar?  ¿Acaso no eran tan sevillanos como los demás?  Lo judío, los judíos, tienen mala prensa entre la progresía que nos invade (o al menos lo intenta) y todo cuanto tenga que ver con Israel siempre es motivo de escarnio.  Pero no olvidemos que la mayoría de los españoles profesan –profesamos- una religión llamada judeo-cristiana y que sin la Cultura judía no entenderíamos la de Occidente.  Paseo casi a diario por la judería sevillana y me gusta imaginar a los judíos conversando en las puertas de sus casas. Sus estrechas y mágicas callejuelas simbolizan cuanto Sevilla tiene de verdad y pasearlas sin prisas es tocar el cielo (que perdimos) con las manos.  Fueron, y serán, sevillanos para eternidad.


Juan Luis Franco – Miércoles Día 25 de Enero del 2017


martes, 24 de enero de 2017

Una jornada particular



El hijo de un buen amigo y antiguo compañero de luchas compartidas -en época donde la Libertad y la Democracia estaban por conquistarse- consiguió reunirnos a un cuarteto de los que formábamos y configurábamos aquel reducido número de sevillanos comprometidos. Quería que nos viéramos en una casa que tiene en Morón de la Frontera y donde él se encargaría de cubrir copiosamente nuestras necesidades de mesa y mantel. Incluso nos recogería uno por uno y nos desplazaría en su coche hasta el lugar de la reunión. Allí estábamos los cuatro mosqueteros el pasado y frío día 17 de enero dispuestos a debatir amigablemente sobre lo humano y lo divino. Quedaba una semana para que Donald Trump tomara posesión de la Casa Blanca y marcara uno de los infaustos días que la Historia se encargará de recordarnos.  El zorro con las llaves del gallinero. De lo cuatro el único bético era un servidor (curiosamente mis mejores amigos siempre han sido y son sevillistas de caché).  Charlamos, reímos, comimos y bebimos con las viandas que el bueno de Miguel Ángel puso generosamente a nuestra disposición. Todo junto a una chimenea de leña de las que invitan en este tiempo a pedir “asilo político”. A todos, en lo personal, la vida nos había tratado bien y todos teníamos hijos universitarios. Unos trabajando fuera de España; otros con trabajos nada acordes con los estudios desarrollado atrapados en contratos-basuras y con salarios indignos y algunos en paro buscando desde hace bastante tiempo una oportunidad laboral y profesional.  Entre los cuatro reuníamos siete nietos. Difícilmente podíamos sentirnos representados en algunos de los Partidos del actual arco político español y teníamos claro que con la desaparición de la negociación colectiva y la desactivación de los derechos laborales (duramente conseguidos) los Sindicatos ni estaban ni se les esperaba.  Tres, definitivamente, nos declarábamos socialdemócratas y el cuarto se autodenominaba irredento y pacifico anarquista. Tres pertenecíamos a distintas hermandades y uno, en cuanto a tradiciones se refiere, iba por libre. De los cuatro uno era viudo, dos separados y otro felizmente emparejado desde hacia cincuenta años. Entre los cuatro rozábamos los tres siglos de existencia. A todos nos unía una cierta sensación de desencanto ante un país que vota mayoritariamente a los que provocan un aumento considerable de la pobreza y, de manera más dolorosa, a quienes en España (PP) y Andalucía (PSOE) han producido mayores casos de corrupción. Terminamos la jornada hablando del Club Yeyé, de The Beatles, de Marcelo Campanal y Luis Del Sol y de las colas del 18 de julio en Piscinas SevillaMiguel Ángel, ya muy avanzada la tarde, tuvo la gentileza de devolvernos a nuestras “cuevas” no sin antes confesarme que había dejado grabada aquella “jornada particular”.  Nada se pierde de manera definitiva.


Juan Luis Franco – Martes Día 24 de Enero del 2017




lunes, 23 de enero de 2017

Hombres de paja



Nos movemos en una Sociedad donde a pesar de que teóricamente damos prioridad a lo colectivo y/o corporativo en la practica prima el individualismo más feroz.  Los consabidos soniquetes de… Mi casa, mi coche, mi trabajo, mis niños y, en definitiva, mis problemas son tan recurrentes como cotidianos.  Es una táctica (tan antigua como eficaz) programada desde las esferas del Poder para que los ciudadanos no corporativicen sus problemas. Todos los colectivos (con los Partidos políticos a la cabeza) están manejados por un pequeño y determinado núcleo de individuos que aúnan criterios y voluntades para actuar en nombre de la mayoría.  Es la “Teoría del Delegado” que recoge el sentir del colectivo para luego someterlo a una oportuna e interesada filtración. Hablar siempre en nombre del pueblo pero sin contar nunca con el pueblo. ¿En serio cree un militante de base del PP, PSOE o PODEMOS que interactúan directamente en las políticas de sus formaciones? ¿Cree seriamente un hermano de cualquier Corporación religiosa que su Junta de Gobierno recoge siempre la opinión mayoritaria de los hermanos? ¿Piensa un socio del Betis o del Sevilla que se les va a consultar donde y como gastar los dineros (los suyos) de la Entidad?  Hace tiempo que se crearon una serie de subterfugios con la clara finalidad de transformar los sentimientos colectivos en quejas individualizadas. Tenemos Defensores del Pueblo hasta en los medios audiovisuales pero ¿seguimos al día de hoy teniendo pueblo?  Lo que les interesa es separar a los individuos de la colectividad y en esos menesteres “nuestros” Sindicatos han prestado a la Administración un gran servicio. Quieren que seamos “Hombres de paja” votando, votando y votando para hacernos creer que nuestras vidas nos pertenecen.  Como pasó siempre las mujeres -benditas mujeres- son las únicas que mantienen un equilibrio entre lo individual y lo colectivo.  Nosotros, mientras, a lo nuestro.


Juan Luis Franco – Lunes Día 23 de Enero del 2017


domingo, 22 de enero de 2017

Sentimientos pasionarios



Hoy, cuando el almanaque de los humanos dictamina que estamos a domingo día 22 de Enero del 2017, la Ciudad más hermosa del mundo celebra la Función Solemne para rendirle pleitesía al Señor de la Pasión. La Hermandad, mi Hermandad, celebra en este día de enero  uno de las dos fechas señaladas con letras de oro en el calendario sentimental de la gente pasionaria (el otro, evidentemente, no puede ser más que el soñado Jueves Santo).  Nos pasaremos a primeras horas de la mañana por la Iglesia Colegial del Divino Salvador  para, aparte de constatar que todavía andamos por aquí, rendirle nuestros respetos al Nazareno de Martínez Montañés.  La vida a la postre siempre se nos suele presentar como una sucesión de encuentros, reencuentros y algunos desencuentros. Todo cabe en una existencia humana. Vivimos como buenamente podemos y siempre desamparados por mercaderes y políticos de mentirijillas. Tenemos para sobrevivir una serie de asideros que a ciertas edades se nos presentan fundamentales. La familia, los amigos, nuestras aficiones y, sobre todo, nuestras pasiones.  Pasión es una fuente inagotable de lecturas que nos conducen a la mesura, la reflexión y la misericordia. El Gran Poder es Dios hecho Hombre; Pasión es el Hombre hecho Dios.  Con el Señor de Pasión estamos ante el Hombre en su soledad ante su cruel e injusto destino sin que esto implique perderse en los laberintos del desconsuelo. Lo vemos diariamente en su Capilla y una vez al año en el Altar Mayor del Salvador y, de manera esplendorosa, en su inconmensurable canasto de plata. Besaremos amorosamente su divino talón con la esperanza de que nos impregne algo de su divina bondad. Tiene a Dios de su parte y eso, a que negarlo, ya son palabras mayores. Verlo cara a cara hace dudar al agnóstico y reafirma sin titubeos la fe del creyente. Hoy, domingo 22 de enero del 2017, iremos a pedirle por los ausentes y los presentes.  Ya, definitivamente, este día se pone en marcha el mágico círculo de la Ciudad más hermosa del mundo. Afortunadamente no hay vuelta atrás. Vivir para ver y, sobre todo, para soñar y sentir.  Pasión para aquellos que sepan buscar la luz dentro de los vericuetos de las sombras.  Sentimientos pasionarios.


Juan Luis Franco – Domingo 22 de Enero del 2017




sábado, 21 de enero de 2017

Michelle Obama



El día 20 de enero del 2017 pasará a la Historia por ser el día en que Barack Obama  dejó la Presidencia de Estados Unidos y, paralelamente, llegó al poder de los poderes Donald Trump que se nos presenta rodeado de una razonable incertidumbre.  Han sido ocho años los que ha estado en la Casa Blanca el primer Presidente negro de los Estados Unidos y en los mismos siempre bien acompañado  por una extraordinaria mujer llamada Michelle Obama.  Creo que se va un buen hombre que ha intentado hacer cuanto ha podido para que nuestro mundo y nuestras vidas sean mejores que cuando él llegó.  Pero, posiblemente, la fuerza del Sistema se muestra siempre implacable como antídoto contra las buenas causas. La Historia creo que será justa con Barack Obama. Pero la que ha salido realmente reforzada de esta andadura política ha sido la señora Michelle Obama que se nos ha mostrado pletórica en todas sus facetas. Esta hermosa y deslumbrante mujer que llegó a estar considerada entre las diez mejores abogadas de Estados Unidos representa todo lo contrario a lo que significa ser una “mujer-florero”. Su biografía es apasionante y es de esperar que el Partido Demócrata no desaproveche en el futuro tal derroche de talento, humanidad y solidaridad con los más desfavorecidos. La tuvimos muy cerca de que visitara nuestra Ciudad pero un atentado en su país cortó de raíz la posibilidad de verla caminar por las calles de Sevilla.  Cuando viajaba y siempre que sus posibilidades se lo permitían lo hacía acompañada de sus hijas (a las que, como en la canción de Julio Iglesias, las hemos visto pasar de niñas a mujeres) y de su madre. Barak Obama comprendió muy pronto que, a pesar de la mala prensa que tienen en los carnavales gaditanos, nunca está de más poner una suegra en tu vida.  Se van los Obama y se va Michelle buscando posiblemente una vida más placentera y sin tantos sobresaltos. Es imposible que la podamos apartar de nuestras vidas y siempre soñaremos con haberla podido ver paseando por nuestras calles. Tiene, a que negarlo, esa asignatura pendiente y al igual que en su día hizo Evita Perón seguro que la vida le dará otra oportunidad para visitar a la Ciudad más hermosa del mundo. Esta brillante mujer nacida en Chicago-Illinois un....... (bueno dicen que eso es una falta de educación) deja la Casa Blanca un 20 de enero del 2017 y ese día puede que nunca logremos olvidarlo. Llega lo que llega y a Dios lo tenemos cansado con tantas suplicas. En su honor distinguida señora hoy escucharé la canción “Michelle” de “The Beatles”. La seguirán esperando allí y lo seguiremos esperando también aquí.   Sevilla bien vale una visita. 


Juan luis Franco – Sábado Día 21 de Enero del 2017



viernes, 20 de enero de 2017

¿Dónde estamos?



“Tu me ofreces la vida con tu muerte
y esa vida sin Ti yo no la quiero;
porque lo que yo espero, y desespero,
es otra vida en la que pueda verte”
- José Bergamín -

España (incluso antes del Nacional-Catolicismo) ha sido -¿y es?- un país mayoritariamente católico. Faltaríamos a la verdad si no asumiríamos que esa Fe estaba sujeta a tradiciones supersticiosas y a sutiles sucesos milagrosos. La utilización del miedo para mandar en la gente a través de un Dios inmisericorde y fabricado a la medida de los poderosos. Las imágenes nos redimen como fuertes símbolos y dulce expresión de una Fe popular que huye del pasado, le teme al presente y tiembla ante el futuro. Una vez instalados plenamente en una consolidada Democracia y con la necesaria separación Iglesia-Estado no se observan cambios sustanciales en la manera espiritual de sentir de muchos españoles. La mayoría se declara católica pero, eso sí, poco o nada practicante (¿).  Seguimos instalados en el exhibicionismo antes que rastrear en nuestros mundos interiores. ¿De los cientos de sevillanos que acuden -trajeados y encorbatados como manda la tradición- al Corpus en Sevilla cuantos acuden regularmente a las capillas de sus Hermandades a visitar el Santísimo?  Creo recordar que mi Hermandad de Pasión puso el pasado Jueves Santo en la calle una comitiva de algo más de 1.300 hermanos. De estos, ¿cuántos acuden con frecuencia a la Capilla para rezarle a sus queridas imágenes desde el silencio y el recogimiento?  Nuestros “pastores” (salvo honrosas excepciones con el Santo Padre a la cabeza) poco hacen para que podamos sentirnos optimistas y reconfortados. Algunos se mantienen aferrados terca e inútilmente a una época obsoleta y reaccionaria ya felizmente superada.  Este pasado verano un Obispo llegó a decir que la homosexualidad era una plaga y que los cristianos teníamos que hacer frente a la misma. ¡Otra cruzada más!  ¡Dios de los cielos todavía se maneja alguno con esos desfasados y enfermizos conceptos!  La realidad es la que es y no la que nos gustaría que fuera. Acudan un domingo a la misa de doce de cualquier barriada populosa de la Ciudad y comprobarán el número de asistentes a la Santa Eucaristía. Cincuenta o sesenta personas como máximo. Sería de necios el negarlo cuando la realidad nos dice sin paliativos que la influencia de la Jerarquía Eclesiástica sobre los ciudadanos (incluyendo a los católicos) es prácticamente nula.  La Teología está guardada con llave en el cajón de la Santa Inquisición y han conseguido que ya no sepamos ni donde estamos y, lo que es peor, hacia donde proyectamos nuestra Fe.   


Juan Luis Franco – Viernes Día 20 de Enero del 2017


miércoles, 18 de enero de 2017

Curiosidad y chismorreo



Sobre “Curiosidadla RAE nos da una definición con tres variantes: 1. Cualidad de curioso. 2. Cuidado, esmero o limpieza y 3. Cosa curiosa (que llama la atención).  Sobre chismorreo ya se muestra más concisa: 1. Dicho de varias personas: Contarse chismes mutuamente.  Evidentemente y escrito con un cierto tono de pesimismo España (Andalucía y Sevilla ni les cuento) es un país donde abunda de manera abrumadora el chismorreo. Tener una cierta curiosidad por la vida y sus circunstancias colaterales es un ejercicio que aparte de ennoblecer a sus practicantes suele llenar los vacíos existenciales.  El chismorreo es sibilino por su propia naturaleza.  Se trata de hacer circular chismes (que sean ciertos o falsos es algo insustancial) que una vez puestos en circulación nadie sabe quien o quienes lo propagaron. El origen es lo de menos y se convierte en algo secundario.  Se trata de dejar en el aire un cierto halo de duda sobre una persona (o una Entidad) determinada y luego que avance aquello de “Cuando el río suena agua lleva”.  La televisión es un excelente parámetro para concretar si la batalla de la audiencia la gana la curiosidad o el chismorreo.  El resultado creo que salta a la vista.  Algunos políticos e ideólogos se encuentran bastante incómodos con los curiosos pues saben que, tarde o temprano, les pedirán que se vacíen los bolsillos.  Con el chismorreo se muestran encantados, saben que sus haciendas pueden dormir tranquilas. Nada es fruto del azar y toda nuestra manera de sentir, pensar y, sobre todo, actuar están diseñados desde las altas esferas. Llevan ya más de dos mil años dándonos circo en vez de pan.  Mientras discutamos sobre las andanzas de los “frikis” en los platós de televisión  no preguntaremos por las suyas.  Curioso o chismoso esa es la cuestión.


Juan Luis Franco – Miércoles Día 18 de Enero del 2017


lunes, 16 de enero de 2017

Un sorbito de champán



José María (José Mari para su círculo más íntimo) era el menor de una saga de la alta aristocracia sevillana compuesta por cuatro varones y una hembra. Una familia de alta alcurnia con media docena larga de títulos nobiliarios y unos cuantos millones en las alforjas. Los hermanos cogieron caminos bien distintos. La hembra, Rosalía, tuvo un apasionado romance con un Capitán de Navío que la dejó un día mientras embarcaba buscando los mares del sur. Allí, en el muelle de Cádiz, se quedó llorando y agitando su pañuelo blanco. Rosalía terminó tomando los hábitos para estar más cerca de Dios y más lejos de los hombres.  Los varones (salvo José María) completaron estudios económicos, jurídicos y empresariales llegando a ser personas de bastante relevancia en el mundo empresarial de la Ciudad.  José María (José Mari) era la oveja negra y descarriada de la familia.  Un bohemio en la Corte y Villa del Rey…. San Fernando.  No cogía un libro ni aunque fuera el catalogo de IKEA.  Se dedicaba a vivir intensamente la noche golfa y bohemia de la Ciudad.  En Vista Alegre, Viña Blanca o la Venta Marcelino conocían sus andanzas y se beneficiaban de una generosidad monetaria sin freno. Su santa y devota madre, doña Beatriz, no ganaba para disgustos con las andanzas del pequeño de sus vástagos. Se dejó la vida entre cuentas de rosario y suspiros ventaneros de madre afligida. En una Feria de Abril el “bueno” de José Mari alquiló con tres compañeros de correrías un carruaje de cuatro caballos y se pasearon por el Real  vestidos de romanos.  Un día en una conocida Sala de Fiestas se subió a la plataforma donde tocaba la Orquesta y se meó haciendo un arco  en la pista que se encontraba atestada de gente danzando. Sus hermanos tapaban (y pagaban) sus excesos con la esperanza de que los años lo hicieran cambiar.  Ahora, cuando ya ni José María ni ninguno de nosotros somos los mismos, se ha vuelto una persona formal a carta cabal. Lo veo pasear por el Centro y siempre nos saludamos cordialmente (mi madre estuvo planchando en su casa muchos años).  Verlo salir de la Librería San Pablo y entrar posteriormente en la Capillita de San José me ofrece pruebas palpables de que José María ha colgado las botas. Hace años que cada Jueves Santo sale de penitente en La Quinta Angustia (la misma que le hizo pasar en vida a su santa y devota madre).  Al final se demuestra que la vida es un sorbito de champán (aunque José Mari se bebió cientos de botellas que, por cierto, pagaban sus hermanos).  ¡Que sabe nadie de la vida de nadie!


Juan Luis Franco – Lunes Día 16 de Enero del 2017


viernes, 13 de enero de 2017

Si hombre, haz memoria



Afortunadamente hace muchos años que dejé de machacarme haciendo análisis retrospectivos de mis diferentes ciclos existenciales.  Hay etapas de mi vida en las que me cuesta trabajo reconocerme y otras que me resultan bastantes satisfactorias. Cuando tienes la sensación de haber actuado siempre desde el terreno de la solidaridad, la bonhomía y la decencia pocos peros (ni manzanas) puedes ponerte.  De vez en cuando me encuentro en mis paseos matutinos por el Centro de la Ciudad a personas que han compartido conmigo en algún momento una relación afectiva de espacio-tiempo y a las cuales me alegra ver en activo ante la vida y sus circunstancias.  Como comentaba Pedro Carrasco que le decía su padre…”Hijo mío, pa’trá ni pá’ cogé carrera”.  Otros de los que suelen pararme me ponen en una seria tesitura y me provocan un cierto grado de incomodidad.  Recuerdo a uno que me paró hace unos días en la calle Francos.  La conversación después de pararme transcurrió, más o menos, por los siguientes derroteros: ¿A como tú eres Juan Luis Franco?, evidentemente, aún sabiendo lo que me esperaba, no tuve más remedio que asentir. Siguió nuestro buen hombre con su particular interrogatorio…” ¿No te acuerdas de mí, verdad?,  la respuesta de manual no podía ser otra que una negación.  “Si hombre, haz memoria yo soy Manuel Fernández Loreto del Colegio San Diego”.  Es decir: dado que para ponerme a trabajar salí del Colegio San Diego con catorce años tenía ante mí a un señor barbudo, barrigón y calvo al que hacía ¡cincuenta y seis años! que no veía.  La escapatoria en estos casos es realmente complicada y este absoluto desconocido empezó a desgranarme en diez largos minutos como había sido su vida en lo laboral, lo familiar y lo sentimental.  Le digo, para escaparme, que tengo mucha prisa y se despide de mí halagando lo bien que me conservo (cosa evidente dado que me ha reconocido tras tantísimos años sin verme). Esto me suele ocurrir con relativa frecuencia y la verdad es que no encuentro la manera de escaquearme. Ellos quieren que yo haga memoria y yo lo que pretendo es dejarla tranquila.  Vivir para (no) recordar.


Juan Luis Franco – Viernes Día 13 de Enero del 2017


jueves, 12 de enero de 2017

Manolita Chen



Si les comento que el pasado domingo 8 de enero falleció a los 89 años de edad en una Residencia de Espartinas doña Manuela Fernández Pérez, entiendo que esto no les dirá gran cosa. Si añado que el apodo con el que se conocía a esta mujer era el de “Manolita Chen” ya cambia radicalmente (sobre todo para la gente de mi generación).  Había nacido esta mujer en Madrid un 11 de abril de 1927 y desde los 12 años de edad empezó a labrarse su carrera como artista. Pero fue a raíz de contraer matrimonio en 1944 con el empresario chino Chen Tse-Ping (“Chepín”) cuando su trayectoria humana y profesional dio un giro de 180 grados. A partir de entonces su vida y la de las personas que componían su prole artística y sentimental formarían parte, a través de las distintas ferias españolas, de la vida de muchísima gente. Eran un oasis de libertad en una sociedad fuertemente dictatorial y con unos niveles de represión (la sexual ni les cuento) difícilmente soportables.  Manolita Chen era una mujer bellísima y que supo darle a la gente la necesaria dosis de felicidad que la gente demandaba.  Resultaría interminable citar a los grandes del Flamenco, la Copla, la Canción o el Humor que pasaron por el Teatro Chino de Manolita Chen.  En los años setenta Manolita Chen padeció un tumor en un oído lo que la obligó a desaparecer de los escenarios dedicándose en cuerpo y alma a sus tareas empresariales. Fue en el año 1986 cuando con su espectáculo “Aluzinante” (con z) desaparece para siempre del panorama de los teatros ambulantes de ferias.  Manolita Chen aparte de su belleza estaba dotada de un talento natural verdaderamente inconmensurable.  A través de la picaresca en los diálogos y el enseñar piernas sin terminar de enseñarlas consiguió burlar en numerosas ocasiones a los censores franquistas de la época. Recuerdo cuando su Teatro lo instalaban en la sevillana Feria del Prado como los chiquillos íbamos a mirar desde fuera por los resquicios que dejaban las lonetas exteriores. La cuestión era “pillar algo de cacha” como fuera.  Con ella se va una parte considerable de la posguerra y un cierto sentimiento de orfandad planea sobre nuestras ya encanecidas cabezas. Fue grande, muy grande, consiguiendo en momentos tan difíciles hacer felices por un rato a una legión de almas errantes.  Descanse en paz.



Juan Luis Franco – Jueves Día 12 de Enero del 2017




miércoles, 11 de enero de 2017

Máquinas de coser



Las máquinas de coser antiguas. Aquellas Singer, Sigma o Alfa que al pedalearlas nuestras madres, tías y abuelas nos acompañaban con sus monocordes soniquetes en nuestra infancia de “pan con aceite y azúcar”.  Máquinas de coser que gracias a las mujeres que cosían y bordaban con ellas se pudo paliar el hambre que omnipresente planeaba sobre nuestras cabezas (mejor sobre nuestros estómagos).  Era lo último que se empeñaba en el Monte de Piedad de la calle San José. Cuando una mujer empeñaba su máquina de coser era un signo inequívoco de que ya estaba en las últimas.  Mujeres que cosían y bordaban incesantemente sin más pausa que aquella que precisaban para cambiar el carrete de hilo.  Máquinas que ahora veo relucientes en tiendas de antigüedades para utilizarlas en aspectos decorativos. Parece ser que, dentro del modismo que nos invade, es bastante “chic” tener en tu casa a efectos de decoración interior objetos antiguos (conozco el caso de uno que se ha comprado un piano ¡sin teclas! para ponerlo de adorno en su salón). Para la gente de mi generación las máquinas de coser tienen un componente sentimental pegado a nuestro ADN de personas humildes. Las mujeres, nuestras mujeres, se dejaron media vida pedaleando y cosiendo en estas máquinas proveedoras de “avíos para el puchero”.  Nunca podremos verlas como simples y meros elementos decorativos sino como algo que era fundamental para la subsistencia de muchas familias. Son, eran, nuestras máquinas de coser. Recordarlas es recordar a las que se sentaban frente a ellas. 


Juan Luis Franco – Miércoles Día 11 de Enero del 2017


lunes, 9 de enero de 2017

Tiempo de Esperanza



“En mis labios los recuerdos
En tus ojos la esperanza
No estoy tan solo sin ti
Tu soledad me acompaña”
- Manuel Altolaguirre -

Si asumimos sin reservas que la Esperanza (perdón, no me resisto a escribirla sin mayúscula tras soñarla en verde esmeralda y verla cruzar un Arco) es lo último que se pierde podemos afirmar que sin Ella poco nos queda ya.  Empezamos hace muy pocos días un nuevo año y, para no perder la costumbre, habremos hechos serios (¿y vanos?) propósitos de enmiendas. Vivimos tiempos difíciles (¿cuándo han sido buenos para la infantería sevillana?) y la vida cotidiana de muchas personas de esta Ciudad consiste, ni más ni menos, en una lucha tenaz por la supervivencia. El paro que se nos muestra pertinaz (como la sequía) y duradero (como la pena amarga que cantaba por fandangos “El Carbonerillo”) no da respiro y son muchas las familias que ven pasar los días entre lo malo y lo peor. Hay, o debía haber, siempre un resquicio para la Esperanza. Tengamos presente que esta no va a llegarnos mientras la esperamos sentados cabizbajos en el andén de la Estación de la vida.  Más bien tenemos que salir decididos a su encuentro y despejar el camino de las malas hierbas que nos impiden ver las luces del horizonte. Nos engañan diariamente como chinos (suponiendo que estos se dejen ya engañar) llenando nuestras vidas de falsas promesas y cantos de sirenas. Vemos como en nuestra tierra, de manera paralela, aumenta el número de ricos y también lo hace el de los pobres. Todos los problemas nos dicen que tendrán soluciones en el futuro (el mismo, que como el famoso “barco del arroz”, nunca termina de llegar). La Esperanza es el último mástil al que podemos agarrarnos para evitar nuestro naufragio. Tiempos estos que nos ha tocado vivir lleno de contradicciones.  Todo nos lo han prefabricado para distraernos en inútiles debates sobre el sexo de los ángeles.  Suerte para todos en esta ¿nueva? andadura.  Hoy es 9 de enero del 2017 y, como cualquier otro, es un buen día para visitar a La Esperanza.  Dicen que en enero su cara tiene un brillo especial.  Mírala cara a cara que es la primera… en darte la mano.  Tiempo de Esperanza; tiempo de La Esperanza. 


Juan Luis Franco – Lunes Día 9 de Enero del 2017


lunes, 2 de enero de 2017

El Dios de la Ciudad



Hoy, día 2 de Enero del 2017, es el segundo día del Quinario del Señor de Sevilla.  Estos días donde estrenamos unos propósitos de enmiendas que pocas veces serán cumplidos siempre estrenamos la Verdad de las verdades: la que dimana del Señor del Gran Poder.  Perdido queda ya en los anales de los tiempos el día que el pueblo llano y noble de la Ciudad decidió hacerlo el epicentro de sus devociones más intimistas y sentimentales. Cuando Juan de Mesa le dio forma allá por 1620 no se imaginaba que también le daba cuerpo sentimental a lo que Sevilla requería y demandaba.  Los sevillanos (y sobre toda las sevillanas) establecieron siempre una relación con el Señor de una manera unipersonal e intimista. En el Gran Poder está implícito de manera armoniosa una saeta de Manolo Caracol; una cantata de Bach  y una copla de Juanita Reina. Todo le sienta bien al Señor. Desde lo genuinamente popular hasta lo más selectivamente exquisito. Él nunca crea más fronteras que aquellas que configuran el mundo de los resentimientos.  Recibe cada día del año en su casa que, desde hace tiempo, lo es también de miles de sevillanos/as.  Imaginar a la Ciudad sin la presencia del “Cisquero de San Lorenzo” es tarea tan estéril como imposible. Vino para quedarse y ser un fiel testimonio de que un día nos rendimos humanamente ante su divino talón. Otros pasaron, nosotros pasaremos y otros vendrán. Siempre nos quedará el consuelo de que Él permanecerá eternamente entre los ausentes y los presentes. Verlo estos días donde el frío se apodera de nuestros cuerpos es un canto a la Esperanza. Nosotros estamos de paso pero Él nunca lo está.  Una candela perenne donde arrimar las manos en noches donde se conjuga el frío de almas y cuerpos.  El Dios de la Ciudad.


Juan Luis Franco – Lunes Día 2 de Enero del 2017