A Enrique Casellas Pregonero sevillano de lunas y soles
Horas, muy pocas horas, y una vez mas volverá a levantarse el telón de este Teatro de los sueños, las emociones y las sensaciones (la vida en definitiva) al que los siglos conocen como la Semana Santa de Sevilla. La Fe, las Tradiciones, los Sentimientos y el Arte mas sublime caminarán atados amorosamente a la Pasión, Muerte y Resurrección del Mesías. Veremos, viviremos y gozaremos con los presentes recordando emocionados la ausencia de los que ya forman parte de una Sevilla eterna y celestial. A diferencia de la nostalgia de la Navidad (la Fiesta de las sillas vacías) la Semana Santa se nutre en la calle de olores, colores y sabores que se expresan con el rotundo soniquete de las Bandas de Cornetas y Tambores y la magia de las Agrupaciones Musicales que consiguen aliviar, a través de la música, el profundo y sevillano dolor de la Madre de todas las madres. Una Sevilla profunda en el fondo y algunas veces, a que negarlo, efímera y baladí en las formas. El conjuro de una Ciudad, la nuestra, que se debate entre la Poesía mas profunda y el ripio que nace de la impostura. Todo, absolutamente todo, cuanto Sevilla representa está fielmente reflejado en nuestra Semana Mayor. Esta Ciudad mas que dual se nos muestra variopinta y siempre triunfante ante el permanente embate de sus contradicciones. Son días donde la magia se confunde entre filas de nazarenos que nunca sabemos muy bien si van o vienen. La Estación de Penitencia es un anden donde siempre existe un continuo relevo generacional de subidas y bajadas. Lo importantes es que el tren de los nazarenos sevillanos nunca vaya vacío. Así lo cantaba el querido y añorado Pascual (sobra el apellido): “Nazarenos de Sevilla por los caminos de Dios”. En Sevilla la vida es una semana; siete días y ciento sesenta y ocho horas. El tiempo sevillano donde priman los momentos sobre las horas. Vivamos siempre con la Esperanza y la ilusión intacta de los niños y con las almas en perfecto estado de revista. Los caminos de Dios son inescrutables con la excepción, bendita excepción, de la senda que surca el suelo sevillano. Aquí si sabemos de donde venimos, donde estamos y hacia donde vamos. Es lo que suele ocurrir cuando en el Arte se complementan la Fe, la Tradición y los Sentimientos. Los Caminos de Dios al sevillano modo.