Hoy hace 2 años que se me desmoronó la vida, un día marcado en mi calendario, y que desgraciadamente no olvidaré jamas.
Empezó como un día cualquiera, pero ya hacía días o más bien semanas que sabía que algo no funcionaba bien de nuevo, justo el día de antes fui a mí médica de cabecera para retomar la medicación, porque ya sabía que algo no iba bien. Pero no podía ni imaginar lo que me deparó ese día, me encontré mal, fui al baño y gracias a que las limpiadoras estaban allí, y tuve una mano amiga a la que agarrarme, cuando creía que me moría, no podía tener los ojos abiertos, mi cabeza estaba descontrolada y mi pecho me ardía, y no, no podía respirar. Estuvieron conmigo ellas y una compañera de trabajo que ya era amiga sosteniéndome hasta que mi madre apareció por la puerta, si hay alguien protagonista en ésta historia no soy yo, sino ella.
El camino a casa fue interminable y la sensación de que todo se acaba ese día fue agotadora, fue una lucha que sólo hizo más que empezar. Ese día no sé me olvidará en la vida, porque fue el peor día de mi vida sin duda.
Después fueron días, semanas y meses en los que me tenía que tumbar en el sofá, siempre agarrada de una mano, una mano que nunca defrauda ni falla. No era capaz de entrar en el baño sola, ducharme era un acto horrible, de miedo, de pánico, de aquí me caigo y me quedo en el sitio, y si me caí, pero me levantaron.
Vinieron días de ser un fantasma en el sofá, durmiendo como modo de supervivencia a qué todo pasase pronto. Pero no, no fueron días fueron meses.
Y entonces el pánico se apoderó de mi vida, y me impedía salir a la calle (aún sigue conmigo) porque en la calle es todo descontrol, pero en casa estás en tu sitio seguro.
Cómo otras veces me aferré a mis libros, que me mantenían la cabeza en otro lugar, un lugar que hacía que no pensase en lo que me pasaba.
Las noches eran horrible, porque cada noche al irme a dormir pensaba que quizás no me volvería a despertar...
Y entonces llegó a mí vida la palabra EMPATÍA para bien y para mal. En la sanidad tuve la desgracia de pasar de un doctor a otro para darme las bajas y cada cual me atendía peor, excepto dos, el resto hicieron que mí infierno fuese cada vez mas profundo.
En salud mental, se limitaron a una llamada de 16 mins cada 3 meses y teniendo que ir siempre mi madre a reclamar las citas, y en la MUTUA tuve la suerte de encontrar a personas que me ayudaron de verdad.
Dejé personas en el camino, pero lo que más me reconforta es las que entraron en mi vida (y siguen entrando) y a las que una vez se fueron pero volvieron, porque todos tenemos derecho a una segunda oportunidad.
Ha sido y sigue siendo un tiempo de aprendizaje, gracias a los que me acompañáis, no voy a dar nombres porque ya sabéis quienes sois, gracias a los que no os habéis preocupado por mí, porque he liberado mi mochila de peso muerto.
Aún sigo en la lucha, porque ésta lucha es para toda la vida, y en esta nueva etapa que está siendo complicada, gracias a los que me sacáis una sonrisa cada día, y que me hacéis todo mucho más llevadero.
A los que os quiero ya lo sabéis, porque os lo digo en cualquier momento, a los que no quiero en mi vida lo sabéis también porque la puerta os la vais a encontrar cerrada, aunque haya ruido dentro.
Cómo dice mi Lolo " Soy afortunado porque los mayores tesoros que tengo no los he comprado"
Continuará...