Ha fallecido
el torero Rafael de Paula o lo que es lo mismo se ha marchado del Reino de los vivos
el Genio Gitano del Toreo. Precisamente
su muerte se ha producido cuando el almanaque dice que estamos en el Día de los
Fieles Difuntos (2 de Noviembre). No
podía ser de otra manera. Si alguna vez
hay que morirse mejor hacerlo el Día de Todos los Muertos. Rafael Soto Moreno (así se llamaba) era
oriundo del Barrio de Santiago jerezano. Un Barrio donde el Flamenco se hace
vida y la vida se hace Flamenco. Difícilmente
se podía comprender el nacimiento de este Torero único y singular en un sitio que
no fuera el flamenquísimo Barrio de Santiago.
Tenía 85 años de edad y ya su salud estaba seriamente deteriorada. Su vida transcurrió entre las excelencias de
un Toreo donde la Magia y el Duende alcanzaban cotas de una enorme singularidad
y una vida personal turbulenta, irracional y llena de aristas vivenciales. El Torero y la Persona enfrentados en una
lucha desenfrenada donde el Arte se resistía a dejarse vencer por la realidades
de la vida.
Su toreo de
capa era puro embrujo jerezano y solo le bastaban diez o doce muletazos para
provocar el delirio en los tendidos.
Torero de culto mezclaba tardes de puro ensueño con otras donde se
topaba con lo peor de su difícil y controvertida personalidad. Regularidad y Paula siempre fueron caminos
divergentes. Tenía muy claro que él
toreaba para si mismo y lo demás solo
eran consecuencias de su toreo. Las
famosas muñecas de Rafael de Paula eran diamantes que se articulaban formando
un ligazón extraordinario cuando agarraba su capote. La gente enloquecía en las gradas cuando este
gitano de Jerez destapaba el tarro de las esencias. Aquello era un Cante por Bulerías.
Parece ser
que la familia ha declinado el ofrecimiento que les ha hecho la Alcaldesa de
Jerez de colocar su capilla ardiente en el Ayuntamiento jerezano. La misma
suerte ha corrido el ofrecimiento de la Plaza de Toros jerezana. Genio y figura hasta la sepultura. Respetemos
las últimas voluntades de los fallecidos y honremos su memoria por cuanto nos regaló
en tardes de clavel y puro habano. Se
fue la persona y se queda para siempre un torero de leyenda que, a no dudar,
siempre caminará por las sendas andaluzas de la inmortalidad. El eterno dilema entre el artista y la persona
expuesto en un capote de grana y oro. El
Arte como elemento purificador de nuestras andanzas terrenales.