El premio Cervantes 2023 se lo concedieron al gran escritor Luis Mateo Díez. Uno de los máximos referente culturales y cívicos de una España hoy irreconocible en el fondo y ninguneada en las formas. Hemos pasado del “España huele a pueblo” y el “España camisa blanca de mi esperanza” a olores malsanos y camisas donde la blancura ni está ni se le espera. Cuando en un entrevista le preguntaron a Luis Mateo Díez si creía en la felicidad contestó que más que en la felicidad el cree y defiende el concepto de tranquilidad. Estar tranquilo como meta y como objetivo y poder disfrutar desde esa paz interior de los placeres cotidianos. No existe mayor felicidad que el placer de buscarla en los hechos más simples y cercanos. Un buen libro, una buena película, una buena música, una buena comida, una buena cerveza o una buena compañía solo pueden ser verdaderamente apreciadas cuando el desosiego está lejos de nuestras mentes. Los problemas que nos acechan y nos afectan terminan por llevarse de nuestras vidas los momentos de tranquilidad. Antonio Muñoz Molina defiende, en uno de sus impagables artículos de los sábados en El País, la necesidad del sosiego y el silencio como elementos fundamentales para que nuestras vidas puedan superar el caos reinante. La gente, en cuanto se le presenta una ocasión, huye despavorida de su entorno natural buscando el descanso y la tranquilidad. Lo que se encuentran son carretera abarrotadas y con algunos “majaretas” al volante. En verano a duras penas logran plantar sus sombrillas en playas masificadas donde llegar a la orilla es una autentica odisea. Las noches entre los mosquitos atigrados y los ruidos discotequeros son lo más parecido al infierno de Dante. Más que intentar corregir aquellas cosas cotidianas que no le seducen prefieren huir en busca de paraísos artificiales. Creen que la felicidad siempre es aquello que está lejos de su entorno natural. Se van de vacaciones con una superlativa carga de estrés y se vuelven más estresados y con muy poco dinero. No existe búsqueda más inteligente que la emprendida por el ser humano buscándose a si mismo. Respetable es sin lugar a dudas la forma que cada cual elige para gestionar su vida y, fundamentalmente, su ocio. Pero, con la mano en el corazón, que diga quién no se sintió aliviado cuando de vuelta de la playa su coche llegó a la altura del Campo del Betis o a Castilleja de la Cuesta. Nos han montado en un carrusel al que llaman “calidad de vida” y no sabemos ni como pararlo ni hacia donde nos conduce. Obviamos por pereza el valorar los momentos de sosiego y silencio como una auténtica vertebración entre el cuerpo y el alma. Todo gira en torno a un permanente movimiento rotatorio que ha conseguido espantar a los ruiseñores y atraer a las cotorras. Una sociedad donde unos no dicen lo que piensan y otros no piensan lo que dicen. Suena Mozart en el salón de tu casa y tu vecino empieza su diario romance con el trompo. ¿Mozart?, que cursilada más grande donde se ponga un buen agujero en la pared. El ruido y la furia o la furia del ruido. Tranquilidad, silencio y sosiego un triangulo existencial tan denostado como olvidado. El sempiterno dilema de los habitantes de la Piel de Toro: callan cuando debían hablar y hablan cuando debían escuchar. El alma se serena…..si el de arriba acaba de una vez con el maldito trompo.
jueves, 11 de abril de 2024
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