Estoy convencido de que en España existen muy pocos monárquicos. De lo que está absolutamente plagada es de “juancarlistas”. Personalmente, por educación ideológica y convicción racionalista, siempre he sido y seré republicano. Esto no es óbice para encuadrarme con todas sus consecuencias en el llamado “juancarlismo”. Se me dirá que nuestro respetado y todavía querido Monarca ha cometido últimamente algunos deslices ¿Y quien no? Cuando lo vimos aparecer apoyado en dos muletas pidiendo perdón a los españoles en un país donde nadie lo hace, su popularidad subió muchos enteros. En aquel momento no nos pareció el Rey de España, sino un señor mayor con serias dificultades para andar pidiendo disculpas por la consecución de un desliz. No había hecho nada irreparable, solo estuvo mal aconsejado, consiguiendo de paso que los elefantes no quieran saber nada de la realeza (incluyendo a los Reyes Magos). Borrón y cuenta nueva a pesar de que algunos “republicanos” de pacotilla (los mismos que históricamente ayudaron a derribar la II República) encontraran un filón a explotar ideológicamente. Nada que hacer: las encuestas no han hecho más que confirmar el aumento de la confianza en el Rey. Creo sinceramente, y de ellos depende, que la Monarquía española tiene cuerda para rato. El Príncipe, heredero de la misma es, en el mejor sentido del término, un hombre de su tiempo y con unos niveles formativos realmente (nunca mejor dicho) interesantes. Encabeza una Generación (la llamada “Generación del Príncipe) donde concurre gente con unos valores nunca conocidos en España. No solo en lo puramente deportivo con la irrupción en la esfera internacional de los Nadal, Gasol, Alonso, Casillas, Belmonte, Contador…..sino con grandes talentos en el campo de la Cultura, el Arte y la Ciencia. Lamentablemente, no pocos de estos talentosos españoles, se encuentran desperdigados por esos mundos de Dios. Es algo absolutamente descoronazador y que a medio y largo plazo terminaremos pagando muy caro. En el más que excelente programa televisivo “Españoles por el mundo”, comprobamos como les va de bien fuera de España a estos “colegas” generacionales del Príncipe. Mientras, por estos lares siguen medrando personajillos de tres al cuarto. Es lamentablemente improbable que puedan volver en los próximos años y nuestro castigado país, a que negarlo, nunca será lo mismo sin ellos. Tendremos que conformarnos con las paradas de Casillas; los restos desde el fondo de la pista de Rafa Nadal; los rebotes de Pau Gasol; las subidas al Tourmalet de Alberto Contador; el prodigioso braceo de Mireia Belmonte o los rugientes adelantamientos de Fernando Alonso. Es lo que hay y ya en la época romana quedaron las cosas meridianamente claras: “Cuando pidan pan mejor los entretenemos dándoles circo”. Parados, desesperanzados, hastiados pero, eso si, que no nos falte la banderita española en la terraza. Literalmente, nos han robado nuestro presente y el futuro de nuestros hijos, y han dejado a la “Generación del Príncipe” compuesta y sin su correspondiente corona. Dos documentos configuran y dan forma a esta “Generación”: una cartilla del paro y un billete de avión.
lunes, 9 de julio de 2012
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