jueves, 30 de noviembre de 2023

Cine Cervantes



La reapertura tras su remodelación del Cine Cervantes se nos presenta como una más que excelente noticia. Allí, conjuntamente con el Nervión Plaza, se han celebrado estos días las reproducciones de las películas del ninguneado Festival de Cine Europeo de Sevilla. Imaginar la sevillana calle de Amor de Dios sin el Cine Cervantes era un golpe que Sevilla no podía -ni debía- permitirse. El Instituto San Isidoro y el Cine Cervantes son el santo y seña de esta céntrica calle. Con su nueva puesta en funcionamiento el Cervantes ha tenido un final feliz  y ahora depende de los sevillanos y las sevillanas la supervivencia de este emblemático templo cinematográfico. Lo que popularmente conocemos en Sevilla como “el Centro” ha visto seriamente mermadas sus  actividades lúdicas. Las ultimas décadas del siglo XX fueron devastadoras llevándose por delante al Coliseo España, el Teatro San Fernando, el Palacio Central (el primero que tuvo refrigeración en Sevilla), el Llorens, el Teatro Álvarez Quintero o el Imperial (hoy  felizmente reconvertido en Librería). Las perdidas de establecimientos y locales emblemáticos en esa mágica zona han sido desoladoras. Allí lo nocturno y lo lúdico iban cogidos de la mano entre Cines, Teatros, Salones y Cafés-Cantantes. El permanente bullicio de personas propiciaba que las noches sevillanas se sabía cuando empezaban pero no cuando terminaban. Ahora que hasta se legisla que no se pueda beber civilizadamente en la puerta de los bares es el momento de reivindicar una Sevilla callejera que siempre ha sabido vivir de puertas afuera. Vivimos tiempos difíciles donde manda el vandalismo y los fantasmas del vicio nos acechan agazapados tras las esquinas. La solución no puede ser vivir enclaustrados en “nuestras cuevas” consumiendo Series televisivas a porrillo y dándole cartas de naturaleza al colesterol a través del  sedentarismo. Sevilla o es libertad callejera o no es nada. Como consecuencia del Covid resultaba patético ver los pasos montados en los templos sin poder salir a la calle. Aquí todo tiene su momento. Las obligaciones y las devociones. Las pasiones y las aficiones. Tampoco podemos idealizar tiempos pasados donde, evidentemente, no todo era bueno. Lo importante es comprender que las señas de identidad de una Ciudad no se construyen (o destruyen) tan solo en una sola época. Siempre supimos ser clásicos y vanguardistas a la vez sin alterar el verdadero significado de las cosas. No se trata de cabalgar a lomos de la nostalgia. El Cine Cervantes recuperado para la Ciudad siempre será una buena noticia. Cuando se quiere (de verdad a la Ciudad) se puede. Todo sea por la causa cultural sevillana. Arriba el telón del Cine Cervantes. 

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