domingo, 20 de enero de 2013

Miradas cruzadas


La nueva configuración que la Junta de Gobierno de mi Hermandad de Pasión llevó a cabo en el interior de la Capilla Sacramental fue realmente exitosa. Estamos, independientes de filiaciones y afectos pasionarios, ante uno de los rincones sevillano de mayor calado sentimental y/o espiritual. Como todo lo verdaderamente sustancial en la Ciudad resulta desconocido para muchos sevillanos. Está configurado como un habitáculo proclive a la oración, la contemplación y la reflexión verdaderamente impresionante. Pequeño en sus dimensiones y con una cercanía a las imágenes que nos hace formar parte de un mágico rincón sentimental/espiritual. Se abrió, a la espalda del Señor, la ventana que da al Patio de los Naranjos y que permanecía torpemente cerrada (Patio, como tantos en Sevilla, con fuente pero sin agua) y se consiguió armonizar el claroscuro del interior de la Colegial con la luminosidad del exterior. Todo en la Capilla responde a una ubicación que roza la perfección de las cosas bien hechas y mejor dispuestas. A la izquierda del Señor está un San Juan con la mirada siempre fija en la Virgen de la Merced. Ella, mira de frente hacia la cancela que separa de manera armoniosa la Capilla de la Iglesia. El Señor de la Pasión lo preside todo y se nos representa como el eje vertebrador de todo cuanto allí ocurre. Mira hacia abajo en un gesto lleno de complicidades compartidas con quienes lo visitan. Su Cruz brilla en las mañanas luminosas con el sol que penetra dulcemente por la ventana trasera y se posa en el madero El Gran Poder transmite su dolor para, a través de la solidaridad, dar consuelo y servir de antídoto contra los males del mundo. Pasión reconforta desde su dulce mirada donde la pena amarga adquiere visos de racionalizada intelectualidad. El estoicismo de su rostro más que de mansedumbre está impregnado de resignación ante la culminación de lo inevitable. No se descompone ante su trágico destino y nos da una magistral lección de entereza ante el mayor de los infortunios. Dentro de la Capilla hay un cruce de miradas que nunca terminan de encontrarse. La ubicación de las imágenes es simple y llanamente algo perfectamente ensamblado. Sentarse en este pequeño recinto sentimental un rato para a través de la meditación y el rezo buscar a Dios es un ejercicio absolutamente recomendable. Allí el tiempo no se mide por minutos sino por momentos. Todo queda relativizado y nuestra figura se empequeñece ante la magnitud de lo que contemplamos y nos contempla. Es una de las pocas posibilidades que tenemos de escapar transitoriamente de una “vida” que se mueve –y nos mueve- a una velocidad vertiginosa. Miradas cruzadas para que la nuestra no se pierda ante lo vanamente superficial. Una hermosa lección de siglos donde los ojos –sus ojos- nos marcan sin dobleces el camino a seguir. San Juan, el valor de la amistad. Madre y Señora de la Merced, el dolor más penetrante sublimizado por la belleza más profunda. El Señor de la Pasión, como ejemplo clarificador de que todo el que camine detrás de Él nunca equivocará su camino. Hoy, 20 de Enero, es la “Solemne Función” del Señor de Pasión. Hoy toca mirarlo –y lo más importante: que Él nos mire a nosotros- desde la grandiosidad del Templo del Salvador. Miradas cruzadas en un cruce de caminos sevillanos.

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