martes, 23 de noviembre de 2021

La Democracia en cuarentena

Hace ya muchos años que decidí apartarme radicalmente de la dudosa senda del sectarismo. No me interesan los cantos de sirena de los populismos de cualquier signo político. Valoro a las personas con las que me relaciono por sus valores civicos y humanitarios antes que por sus posicionamientos politicos o ideológicos. A quién votan mis amigos es algo que para mí no es determinante para mantener  esa amistad. No me importa donde depositan sus papeletas en unas Elecciones sino donde y como proyectan su comportamiento en el día a día. Soy un firme partidario en política del bipartidismo. La Historia nos enseña que cuando en los países está enraizado un Partido Conservador-Liberal y, por ende, otro Socialista de carácter Social-Demócrata los países funcionan y progresan en todas las direcciones. 

Es legítimo en Democracia que existan otras opciones pero cuando se diluyen los votos se produce una perversa situación donde, el Estado de Derecho, queda a merced de populistas y chantajistas periféricos. Estamos instalados en "lo políticamente correcto" y te arriesgas que por un comentario mañanero te llamen "facha " y por otro que hagas por la tarde te tachen de "progre de mierda". 

Cada día estoy más convencido de lo que no soy antes de reafirmarme en posicionamientos ideológicos que "los míos " se encargan de dinamitar cada día. Trato de opinar relativizando mis opiniones pues entiendo que los demás tienen derecho a discrepar de cuanto uno dice. 

Me reafirmo con los años en una indesmayable defensa de la Democracia (siempre frágil e indefensa) y en un Estado de Derecho que respete y defienda a las personas independiente de su orientación sexual, su credo político o religioso y su sentido de lo social y cultural. El gran enemigo de los sistemas democraticos siempre ha sido el fundamentalismo (los radicales cegados por su "única verdad ") y el pasotismo consumista de no pocos ciudadanos. 

La Libertad (así con mayúscula) no es un concepto abstracto que sirve para llenar los bares en plena Pandemia. Tampoco para negar a vacunarse o llevar mascarilla poniendo en riesgo la vida de los demás. Eso no es Libertad (ni tan siquiera libertinaje) eso se llama estupidez-insolidaria. 

Tiempos complicados estos que nos ha tocado vivir donde ejercer de demócrata es una odisea no exenta de multitud de riesgos. Buscar la igualdad entre hombres y mujeres en un proyecto común debe (o debía) ser la meta de una Sociedad justa y solidaria.



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