jueves, 11 de noviembre de 2021

En esta apartada orilla

¿Quién, en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
quién se acordará?
(Gustavo Adolfo Bécquer)



En Sevilla, a ciertas edades, Noviembre se nos presenta como el mes donde la introspección (por lo vivido) toma cartas de naturaleza. Nos invade una nostalgia existencial que nos retrotrae al recuerdo de personas queridas y a situaciones (sin saberlo entonces) iban a marcar, en lo malo y en lo bueno, nuestro futuro de personas adultas. Noviembre de reuniones hogareñas donde las tardes transcurrian plácidamente en torno a una mesa-camilla. Todo aderezado con olores de alhucema en braseros de cisco picón. Sin más compañía que una radio de galena y una gata que siempre dormía con total placidez. Mi madre cosía con sus redondas gafas en la punta de la nariz. Mi padre leía una novela de Marcial Lafuente Estefania. Mi hermano comprobaba los cromos del Sevilla que tenía repetidos. Mi hermana vestía y desvestía a su muñeca colocándola al borde de la pulmonía. Yo seguía con sumo interés las aventuras de "El Capitán Trueno " o del "Guerrero del Antifaz ". Tan sólo mi abuelo Félix no hacía nada. Tal vez recordando, desde la ventana de sus muchos años, los Noviembres de su ya lejana juventud. Noviembre sevillano con los platonicos amores de don Juan Tenorio y las visitas con nuestros mayores al Campo Santo. Días de deliciosos dulces conventuales donde los niños descubrimos que los "Huesos de Santo", aparte de blandos,  sabían a gloria bendita. Cuando la nostalgia nos hace recordar con cariño a personas queridas y a situaciones felices no tienen nada de depresiva. Todo lo contrario: vivimos con los recuerdos y no de los recuerdos. En Noviembre las vírgenes sevillanas se visten de luto como un permanente recuerdo por los ausentes. La belleza de Sevilla en Noviembre es de una densidad espiritual difícilmente superable. Un mes donde la Ciudad se envuelve en un manto de melancólica belleza. Noviembre nos invita a un ejercicio reflexivo para saber de dónde venimos, donde estamos y cómo seguir avanzando en busca de la Itaca soñada y prometida. Posiblemente Noviembre sea el mes del año donde la Ciudad, nuestra Ciudad, nos muestra su alma más pura y descarnada.



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