La tragedia en el laberinto de la sinrazón

El martes de la semana pasada ocurrió un terrible suceso en la pedanía de Algoda (Elche) que ha conmovido profundamente a la ciudadanía de nuestro país. Ese día un menor de 15 años discute acaloradamente con su madre. Esta le recrimina que ha traído cinco asignaturas suspendidas y le va cortar la conexión del wifi. El menor coge una escopeta de caza de su padre y mata a tiros a la madre. Su hermano de 10 años intenta escapar pero lo mata disparando contra él. Después espera que llegue su padre del trabajo y también le dispara causándole la muerte. Estuvo tres días conviviendo con los cadáveres de sus padres y hermano. Escondió los cuerpos en un cobertizo y se puso en contacto con el colegio para decir que faltaría unos días a clase por tener Covi. El viernes de esa semana ya fue detenido. Los policías que le interrogaron no daban crédito a la tranquilidad y el aplomo que mostraba en todo momento. Confesaba la matanza sin el menor atisbo de arrepentimiento. Sinceramente, sucesos tan terroríficos como este provocan una enorme perturbación y un alto grado de desconcierto. Aquí no vale hacer demagogia ni subirse al carro del oportunismo. Se culpará a una Sociedad deshumanizada y consumista donde los valores éticos y morales ni están ni se les espera. A un uso desaforado (con las consiguientes adiciones) de las nuevas tecnologías. A unos medios "informativos " magnificando las tragedias hasta convertirlas en espectáculos. A elementos de extrema gravedad psicológicas que llevan a una persona tan joven a cometer esta terrible matanza. Insisto, no sabría diagnosticar dónde está el problema y sus posibles soluciones. Sólo sentir desde la atalaya de los muchos años vividos una profunda tristeza y mostrar mi solidaridad con esa familia tan salvajemente destrozada. Cuando la tragedia se adentra en los laberintos de la sinrazón todo deja de tener sentido.