Pero, ¿aquí quién duerme?

El sueño de este país y posiblemente del resto del mundo ha sido seriamente alterado. Los que gobiernan no duermen por no fiarse ni de ellos mismos. La Oposición tampoco puede dormir ante la incertidumbre de que se les escape el Poder. No duerme el empresario pensando en su Empresa. No digamos el insomnio de millones de trabajadores ante la incertidumbre de sus puestos de trabajo. No duermen los jóvenes ante lo incierto de su futuro. No duermen los abuelos porque solo ven a sus nietos en fotografías. Tampoco lo hacen las madres pensando en el porvenir de sus hijos. Ni los hijos por el presente de sus padres. Aquí, exceptuando a los niños, ? quién duerme? Con la Clase Política que nos ha tocado en suerte (o más bien en desgracia) tenemos motivos sobrados para no dormir. Se están recogiendo firmas para beatificar a la Dormidina. La noche ya no es lo que era y, posiblemente, nosotros tampoco.