viernes, 29 de mayo de 2020

Los tristes epílogos



Recuerdo que cuando la tremenda crisis económica del 2008, en Grecia (uno de los países más afectados) un político de aquel país, en un ejercicio de cinismo, le propuso a las personas mayores que para demostrar su patriotismo no estaría de más que, para aliviar las arcas públicas, se fueran muriendo. Esta terrible pandemia que estamos padeciendo se ha cebado de manera pavorosa con las personas mayores. Las Residencias de la Tercera Edad de nuestro país están en su mayoría privatizadas. Forman parte de un entramado burocrático sujeto a las leyes de la Economía de Mercado. Han sido unos pavorosos focos de infección donde miles de personas mayores han muerto en soledad. Con los daños colaterales para sus familiares de no haber podido despedirse de ellos. Admirable y titánico el trabajo de los profesionales de estas Residencias que, con escasos medios, han desarrollado un trabajo verdaderamente admirable. La vejez, como tal, ha quedado demostrado que en la Sociedad actual es algo amortizado y que nunca cotiza en Bolsa. Cuando nos referimos a "nuestras personas mayores" dejamos en el aire una certeza y una duda: es verdad que son mayores, pero ? realmente las consideramos nuestras?

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