"Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por aquellas que permanecen desatendidas " - Santa Teresa de Jesús -
Poco a poco se fueron apagando los clarines del miedo. Los besos y las caricias se fueron haciendo presenciales y no reflejos de cristal en los estanques abandonados. El parte de los caídos en la batalla fue demoledor y hubo que cerrar la fuente de las lágrimas para poder engancharse a la vida. El "Aire" de José Mercé entró por ventanas y balcones para que se ventilaran cuerpos y almas. Poco a poco las estrechas callejuelas se fueron ensanchando hasta convertirse en amplias avenidas. Las fábricas de cera pusieron el cartel de "Abierto " en sus desvencijadas puertas. Volvieron a sonar las campanillas de los conventos buscando a Dios entre dulces y plegarias. Los olivos del Aljarafe se tiñeron de plata en noches de luna llena. La Ciudad se fue desperezando de una larga noche de pesadilla para terminar arribando en los amorosos brazos del amanecer. Las tabernas se hicieron eco de la esperanzada calle y en algunas se puso un cartel que decía: "Prohibido no cantar ". Alguien dijo: "Aquí solo falta que salga a la calle Aquel que todo lo puede". En ello estamos, estuvimos y estaremos. ¡Por fin llegan aires de Esperanza!
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