El majestuoso y emotivo traslado del Señor del Gran Poder a la Barriada de los Pajaritos (lo de los Tres Barrios me suena algo cursi) va a dejar, para la posteridad sevillana, una gran cantidad de emotivas instantáneas. Esto no hace más que constatar que si grande es el Señor de Sevilla también lo es el pueblo que lo venera. Cuando cuentas entre tus buenos amigos con grandes fotógrafos sevillanos (Fran Silva, Salva Gavira, José Antonio Zamora....) ya sabes que a grandes eventos extraordinarios le precederán grandes fotos extraordinarias. Me llegan estos días algunas de estas fotos que me resultan emocionantes y que conmueven desde el mensaje gráfico más humano y clarificador. Vemos a gente humilde y sencilla que se emocionan al paso del Señor. Engalanan sus ventanas y balcones (encuadradas en paredes con grandes desconchones) con lo mejorcito que tienen en sus casas. Todo un Manifiesto de dignidad y devoción hacia el Señor del Gran Poder. Personas mayores embargadas y vencidas por la emoción. Gente muy joven que lo ven por primera vez y que posiblemente no sepan que ese germen, de amor y bondad, ya los acompañará para siempre. Hay fotos que por si solas son todo un tratado de Sociología urbana. Un reflejo de una parte de nuestra Sociedad que padece la marginación y la insolidaridad. Todo encuadrado en los esquemas de una forma de vida donde manda el consumismo y la falta de empatía hacia los más desfavorecidos. Existen, son tan sevillanos como nosotros, son personas decentes que no son responsables (más bien víctimas) del segmento de delincuencia con el que tienen que convivir. El discurrir del Señor de Sevilla por sus puertas queda inmortalizado por la magia de los grandes fotógrafos. Es cierto, absolutamente cierto, que una imagen vale más que mil palabras. El Señor de Sevilla reinando con su presencia por la Avenida de Carlos Marx.
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